Carlo fue a mandar a varios hombres a por su familia.
-Hay un problema – yo levanté la vista del plato – la niñera se puede quedar?
-Sí, si tú confías en ella.
-Aparte de confiar, ella vive conmigo. Es una niña de 14 años que la encontré en la calle pidiendo dinero y aceptó mi ayuda si la dejaba trabajar. En mi casa su trabajo consiste en estar junto a Francesco cuando yo no estoy y cuidar de la abuela, ella aquí querrá trabajar también, no acepta ninguna ayuda.
-No permitiré que una niña de 14 años esté trabajando en cocina o limpiando la casa. Ahora cuando lleguen hablaremos con ella. – ella asintió y vi una pequeña sonrisa en su rostro.
-Gracias, muchas gracias.
-No me las des, no ahora – sonreí porque no sabía lo que a ella le esperaba.
Media hora después en mi casa entraron una anciana, un niño pequeño igual que la que sería mi mujer y una chica morena tanto de piel como de pelo con unos ojos azules.
-Hola – saludó la chica avergonzada y el niño corrió a los brazos de Francesca.
-Hola, sentaros. Habéis cenado? – la niña negó con la cabeza y mis hombres entendieron que debían avisar a Mónica que minutos después volvió con varios filetes. Pamela se encargó de cortarle la carne a la mujer mayor y dársela en la boca mientras Francesca sujetaba al niño en brazos para darle el biberón que había sacado del carrito.
-Déjame a mí hablar con ellos, vale? – yo asentí, era normal que quisiera ser ella la que fuera a hablar con su familia y contarles la nueva situación.
-Aquí solo hay una habitación más aparte de la mía – me acerqué a ella para hablarle al oído mientras dejaba en el carro a un bebé dormido – ahí dormirán tú abuela y la niña. Tú y el bebé dormiréis conmigo. – ella no reaccionó a mi comentario, de hecho se quedó de piedra – no te haré nada, no con un niño al lado, no cuando no me tienes confianza alguna.
-Gracias – en silencio le enseñé a Pamela y a la abuela donde dormirían, en la habitación de al lado mío.
-Señor.... – la corregí y le dije que me llamaba Max – voy a ayudar a mi abuela a acostarse.
-Vale, nuestra habitación es la de al lado. – ella asintió y cerró la puerta.
Diez minutos después llamó a la puerta y entró. Estaba tumbado en la cama viendo la tele de plasma que tenía pegada a la pared.
-Francesca, el niño puede dormir en la cama. Mira ahí - señalé una puerta en el lado derecho - está el baño y dentro del baño accedes al vestidor por otra puerta. – ella asintió, dejó al niño en la cama y se metió al baño.
-Max, no tengo ningún pijama – se asomó por la puerta con la cara lavada, la cara más preciosa que había visto en mi vida - ten – me levanté y al pasar al vestidor le di una camiseta mía blanca – mañana compraremos todo lo que necesites.
-Tengo ropa – dijo avergonzada – solo necesitaría ir a mi casa y traerla.
-Pero también compraremos más – le acaricié la mejilla guardándole el mechón de pelo detrás de la oreja.
En ese mismo instante una imagen de mi padre, haciéndole lo mismo a mi madre, pasó por mi cabeza. Sí, mi madre estaba viva, pero escondida en algún rincón de casa de mi padre.
Me tumbé en la cama mirando aquel niño, viendo la viva imagen de Francesca. Ella salió del baño con la camiseta puesta que le llegaba hasta las rodillas y se tumbó en el lado derecho del niño.
-Buenas noches – me miró a mí – que tengas dulces sueños bebé – le besó la mejilla y el niño directamente sonrió en sus sueños.
Por la mañana, después de ducharme y vestirme con el traje, me encontré a Francesca ya despierta.
-Debo irme a la universidad, Pamela se hará cargo del niño.
-Carlo te lleva.
-Puedo pedir un taxi.
-No hace falta, Carlo te lleva – insistí, me sentía más seguro.
-No quiero ser una molestia, ya has hecho bastante por mí.
-Eres mi prometida Francesca – intenté contestarle de buenas maneras y no asustarla más – te llevará Carlo y te recogeré yo para comprar cosas y ver clínicas.
Ella asintió y después de darle un beso al bebé que estaba durmiendo, rodearlo de almohadas y asegurarse de que estaba bien, se fue.
Media hora después Francesco se despertó y yo lo cogí en brazos para llevarlo con Pamela, realmente no había cogido un bebé en mi vida y estaba asustado. Mientras ella le daba el biberón yo me senté a su lado en el sofá.
-Pamela, Francesca ya me ha dicho que trabajas para ella – esta asintió.
-Si señor, ella ya me ha ayudado bastante con recogerme en su casa y darme todo como si fuera una más de la familia. La única manera que tenía de ayudarla y agradecérselo es esta.
-Bueno mañana Francesca iremos a ver una casa mucho más grande que esta y miraremos los institutos que haya cerca.
-No señor, mi trabajo es quedarme y cuidar de la abuela y del bebé.
-Eso te lo ha dicho Francesca que es así?
-No señor – negó con la cabeza – yo misma asumí estas responsabilidades porque a ella no le daba tiempo entre el trabajo y la universidad.
-Pues a partir de ahora tu trabajo será estudiar.
-Es el novio de Francesca? – yo me quedé sorprendido, todavía no había hablado con su familia.
-No te ha comentado nada?
-No señor, anoche ella ayudó a su abuela a bañarse y no me comentó nada.
-Hoy lo hará, no te preocupes. Esta tarde iremos Francesca y yo a buscar una clínica para su abuela, luego mis hombres te llevarán a ti y al niño al centro comercial donde estaremos.
-Gracias.
FRANCESCA
Me subí al coche donde Carlo iba conduciendo hacia mi universidad mientras yo pensaba en todo lo que me había pasado.
Ayer después de pasar por mi casa, el taxi me llevó al sitio de mi trabajo. Un pueblo apartado de Roma donde el prostíbulo era de mala muerte, donde lo primero que faltaba era la higiene en el lugar. Cuando bajé del taxi cuatro hombres me rodearon y sus palabras fueron " Te vienes con nosotros ahora mismo ".
Uno de ellos me cogió del brazo suavemente. Iba a oponer resistencia pero solo hizo falta que uno de ellos moviera la chaqueta del traje y verle la pistola, para no hacerlo. No me lo podía permitir, no sabiendo quién me esperaba en casa. No sabiendo que mi bebé se quedaría sin su madre. Subí al coche y cuando vi aquella casa, cuando vi a aquel hombre tan guapo y apuesto pensé que necesitaba de mis servicios y me sentí sucia cuando me lo negó.
La sorpresa más grande que me había llevado fue cuando aparte de proponerme matrimonio y un trato que a mí me interesaba, me sorprendió el hecho de preguntarme como estaba yo. Nunca, nadie me había preguntado cómo me sentía acerca de mi vida, nunca nadie me había preguntado como me siento cada noche cuando llego a mi casa y me ducho, intentando quitarme con eso los labios y el tacto de todo aquel que me ha besado o tocado esa noche.
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Hijo de la Mafia
RomanceFrancesca D'Agostini una policía encubierta lleva tres años intentando que Max de Luca, el hijo del mafioso Massimo y Ada de Luca, se fije en ella. Tres años en los que ha olvidado como realmente se llama, tres años en los cuales su hijo ha pasado a...