Estoy sentado en silencio, pensándote a gritos.

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Llegamos a su casa y mi padre estaba en la puerta esperándonos. Bajé del coche y cuando le di la vuelta para abrirle la puerta, ella estaba fuera también. La cogí de la cintura y los dos fuimos caminando hacia donde mi padre se encontraba.

-Papá, ella es Francesca – mi padre muy tranquilo se acercó y le dio dos besos – traigo buenas noticias – sonreí

Él solo asintió y pasamos a la cocina, como siempre, donde mi madre estaba terminando de hacer una tarta de fruta junto a Carla.

-Cariño – se acercó y me abrazó – y tú debes ser mi nuera – hizo lo mismo con ella pero Francesca estaba tensa – relájate. Eres preciosa – por fin consiguió sacarle una tímida sonrisa a mi prometida.

-Mamá, todo se ha terminado – me acerqué a ella y la cogí de la cintura, enterrando así mi cabeza en el hueco de su cuello – todo ha pasado mamá.

-Gracias hijo – me abrazó – el día de tu boda será el día perfecto.

-Sí, pero Francesca, no? – preguntó mi padre y esta asintió – antes deberás firmar estos papeles.

-Qué son papá?

-Una separación de bienes hijo, o piensas que dejaré que te cases así como así?

-Massimo de Luca – alzó la voz mi madre – porque haces esto?

-Porque no dejaré que una – se quedó en silencio pero todos sabíamos perfectamente lo que iba a decir – chica se quede con todo.

-A mi no me hiciste firmar estos papeles – mi madre estaba enfadada, se notaba en su tono de voz.

-Porque confiaba en ti. Pero ...

-Pero nada Massimo – mi madre le gritó – me parece vergonzoso lo que estás haciendo. Cuando por fin tu hijo encuentra a alguien en vez de alegrarte lo estás arruinando.

-Por mí no discutáis – habló Francesca cogiendo el bolígrafo que había al lado de los papeles y firmar – sí, soy una puta barata de carretera, una puta que ha hecho todo por y para el bienestar de su familia, una puta que no sabe que cojones ha firmado y a la que tampoco le importa porque si esta es la única manera de que todos estén bien, yo me sacrificaré una vez más por mi familia señor – cogió aire y ahora me miró a mí – lo siento pero yo no tengo hambre y no soy capaz de quedarme aquí.

Yo, echándole un último vistazo a mi padre que estaba más que orgulloso de lo que había conseguido, salí detrás de Francesca y nos subimos al coche los dos, llevándonos así a mi casa. Su abuela ya no estaba por lo tanto la habitación de Pamela también era ocupada por el niño.

-Háblame – le exigí una vez entrando en casa.

-Que quieres que te diga, que tú padre iba a llamarme puta? Joder Max, de verdad – estaba histérica – no te das cuenta que cualquier persona que lo sepa me mirará de la misma manera que tú padre lo ha hecho hoy? De verdad piensas que la gente olvidará que yo he sido una puta? Mira Max, creo que lo mejor es coger e irme de tú vida y seguir con la mía, seguir siendo la puta que he sido hasta ahora.

-No vuelvas a mencionarlo, ahora ve y descansa.

Hoy era el día, mis hombres se habían encargado de todo, desde avisar a mi familia hasta de montar un pequeño altar y un pequeño catering en el patio de casa. Yo me acababa de poner la chaqueta del traje y colocarme bien la corbata. Me miré por última vez en el espejo antes de que la puerta de mi habitación fuera abierta por Carlo.

-Su padre le está esperando en el despacho jefe – su cara estaba blanca y descompuesta.

-Parece que has visto a un fantasma.

Hijo de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora