Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.

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-El lunes iré a verla y si no entra en vereda le pegaré tal leche que se le quitará toda la tontería de golpe. Sé que ha recaído dos veces ya y sé que se ha fugado una vez.

-Bueno mamá, sabes que las adiciones son muy difíciles. – ella suspiró otra vez y miró al suelo agachando la cabeza

-Hijo con ella me equivoqué. Tanto tú como Victoria fuisteis muy rebeldes pero os eduqué, con ella creo que fui más débil de lo que debía ser.

-No te sientas culpable mamá, lo has hecho bien con todos nosotros, lo único es que ella siempre ha sido incontrolable.

-Ahhhh – suspiró – si supieras las veces que tú padre me dice lo mismo que tú y aun así, viendo el dolor y la decepción en sus ojos, no puedo dejar de tener esta culpabilidad encima, cosa que el lunes se acabará porque juro que engancharé a esa niña de los pelos y limpiaré toda la maldita ciudad con ella – sonreí ante su locura, locura que mi madre era capaz de hacerlo.

Le dí un beso antes de irse a su casa y le envié un mensaje a mi padre, pidiéndole que el lunes fuera con ella a ver a mi pequeña hermana, que fuera a poner paz porque mi madre haría lo que hace unos momentos había jurado. Volví a coger el coche y me fui a Frascati.

Era la 1 y media de la mañana cuando entré en la habitación donde Francesca o Emma, como fuera, estaba viendo la tele.

-Dónde estabas? – se sentó en la cama, apoyando su espalda en el cabecero de esta – me había preocupado.

-Asuntos que reclamaban mi atención inmediata – iba camino al baño, estaba deseando darme una ducha y dormir.

-Ni en tu noche de bodas puedes olvidarte del trabajo? – estaba de pie al lado de la cama mirándome muy enfadada.

-Voy a ducharme – decidí ignorarla.

Una vez duchado y con los bóxer puestos salí fuera del baño y la vi tan tranquila en aquella cama, tan guapa. Mi corazón dio un vuelco y recordé la primera vez que la vi. Me tumbé en la cama y la abracé.

-Lo siento por todo – le susurré en el oído y noté su movimiento, lo había escuchado y yo me alegraba, necesitaba pedirle perdón por lo que sin ella saberlo ha sucedido y por lo que sucederá a continuación.

Me desperté por la mañana cuando en la puerta se escucharon varios golpes. Me acerqué rápidamente a abrirla, no quería que a ella la despertaran.

-Qué sucede Carlo?

-Señor, debe volver. Su padre nos ha llamado.

-Ha pasado algo? – negó con la cabeza

-No señor, solo que dice que es mejor adelantar el viaje.

-Francesca, Francesca – tuve que llamarla otra vez para que ella se despierte y me mire con esos ojitos tan bonitos – nos vamos.

-Qué ha pasado? Ya se termina nuestra luna de miel?

-Sí, recoge las cosas y nos vamos.

Dos horas después me encontraba en mi casa. Había hablado con mi padre por teléfono y me pidió volver, cumplir con el castigo de Francesca cuanto antes. Bajé del coche y abrí la puerta de casa, ella me seguía de cerca.

-Dejadnos a solas – mis hombres asintieron y se fueron del despacho, aun así sé que se quedaron cerca.

-Qué sucede? – preguntó Francesca sentándose en el sillón despreocupada.

-No lo sé, explícamelo tú Emma D'Agostini.

FRANCESCA

Hijo de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora