Pasamos toda la noche durmiendo a ratos. Cuando el niño se despertaba yo se lo acercaba a Ángela para que pudiera darle el pecho, luego le cambiaba yo el pañal y algunas veces, cuando ella estaba agotada, lo acostaba yo. Por la mañana, la ginecóloga de turno, examinó a Ángela y luego el pediatra al bebé.
-Nos vamos a casa – le dije yo cuando abrió los ojos.
-Nos han dado el alta? – yo asentí
-Si.
La ayudé a sentarse en la cama mientras la vestía. Le puse un vestido color azul y cuando comenzó a caminar para irse al baño yo vestía al pequeño.
-Necesitaría compresas, bueno, pañales, mejor dicho.
-Todo está en casa, no te preocupes.
Cogió al niño en brazos mientras yo llevaba la silla del coche en la mano. Con una mano en su cintura y mirando lo bien que le quedaba nuestro pequeño en brazos, fuimos caminando hacia la salida que es donde el coche con Carlo conduciendo, estaba esperándonos.
-Enhorabuena jefe, señora – miró al pequeño tan gustosamente dormido en brazos de su madre.
-Gracias Carlo.
Nos subimos al coche, yo iba de copiloto y le hice una señal a Carlo, nos debía llevar a nuestra casa, nuestra nueva casa.
Cuando la elegí, un mes antes del nacimiento de Max, me encantó el hecho de que estaba hecha entera de madera en un bosque. Me gustó que fuera planta baja, así no tendría que tener más cuidado con el niño ni con Mateo.
Entramos por un camino hecho de piedras que iba recto hacia otras portadas negras, si, le coloqué un muro de piedra y otras portadas. Tendría más seguridad que nunca, era de madera, en cualquier momento nos podrían pegar fuego.
Al lado de la casa coloqué un cenador y un columpio para los niños. No tenía piscina exterior pero si envié que hicieran una interior. Pasamos las segundas portadas y miré atrás, Ángela estaba totalmente desconcertada.
Bajamos frente a una casa con grandes ventanales.
-Bienvenida a casa amores – de repente un niño más grande nos interrumpió el beso y nuestro momento.
-Mamá, mamá, quiero ver a mi hermano – comenzó a saltar alrededor y en uno de esos movimientos le dio un golpe a su madre.
-Mateo – grité asustándo así al pequeño que estaba dormido.
-No ha pasado nada Max, no ha pasado nada.
-Pero si estás sangrando. Mateo, fuera de mi vista. Carlo, traed al médico ya.
Cogí en brazos a mi mujer y ella a su vez llevaba a Max. La entré dentro de casa, aquello que iba a ser una sorpresa para mi mujer, una reunión con sus padres y los mios, se convirtió en un desastre por la impaciencia de Mateo. La tumbé en la cama, ni siquiera le enseñé la habitación, y mi suegra cogió al bebé en brazos.
-Sal fuera Mateo – le grité cuando intentó entrar – ya has hecho bastante por hoy.
-Eres demasiado duro con él – me susurró Ángela.
Le levanté el vestido y sin importarme siquiera de lo que estaría viendo, era mi mujer, me conocía su cuerpo perfectamente, miré.
-Dijiste que te dieron 22 puntos – la miré a los ojos y ella asintió – pues te quedan 10.
Cuando el médico entró, comenzó a coser a Ángela y luego le suministró un analgésico, debería descansar por lo menos un par de horas. Salí en silencio de la habitación y me quedé viendo el pasillo que separaba toda la casa y que era tapado por una puerta disimulada en la madera.
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Hijo de la Mafia
Roman d'amourFrancesca D'Agostini una policía encubierta lleva tres años intentando que Max de Luca, el hijo del mafioso Massimo y Ada de Luca, se fije en ella. Tres años en los que ha olvidado como realmente se llama, tres años en los cuales su hijo ha pasado a...