Quiero perseguir el amanecer contigo.

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Me desperté por la mañana, hoy era el día. Me vestí y avisé a Mónica de que esta noche cenaríamos cuatro y que debido a ser Noche Buena ella también tenía la tarde libre.

-Carlo, vez a recoger a Ángela y a Mateo y luego quiero un listado de quienes se van a quedar esta noche a vigilar la casa.

-Jefe, seguimos sin saber nada. – yo asentí y me encerré en el despacho.

5126, ese era el código de mi caja fuerte donde tenía varias pistolas guardadas. Cogí dos de ellas, normalmente en Noche Buena ningún mafioso atacaba, no cuando había tan poca seguridad, pero esta noche y la del cambio de año yo debía estar alerta.

Me quedé ahí en el despacho leyendo varios correos y atendiendo varias llamadas cuando la puerta fue abierta y mi pequeño vestido de Papá Noel entró corriendo.

-Papá – Ángela estaba detrás mirándonos – papá

Me levanté y lo cogí en brazos para darle vueltas y luego hacerle cosquillas.

-Ha llegado papá Noel?

-No hijo – me reí – llegará esta noche cuando estés dormido.

-Por qué?

-Por que si lo vez no te dejará regalos.

-Mis amigos de la guardería dicen que entra por la chimenea.

-Si – me acerqué al salón después de saludar a Ángela con un beso en la mejilla – entrará por ahí – le señalé la chimenea del salón.

-Pero papá, con lo gordo que es como va a entrar por ahí?

Las risas llenaron el salón, pero esa risa no era de Ángela sino de Mónica. Mi hijo me había dejado sin palabras. Busqué a su madre con la mirada pero no estaba. Fui a buscarla al baño pero luego vi su reflejo en la cocina, mirando por la ventana.

-Sucede algo? – la asusté.

-No, no pasa nada – antes de girarse se limpió las lágrimas. La cogí de las muñecas suavemente.

-Dímelo, podré ayudarte con lo que sea.

-Me van a embargar la casa – lágrimas volvieron a sus ojos – el mes pasado mi jefe me despidió pero los préstamos estudiantiles que sigo teniendo con 28 años y la hipoteca han terminado con los pocos ahorros que tenía.

-De cuanto? – no me entendió – de cuanto dinero estamos hablando?

-Es una gran suma, medio millón.

-Por qué no te mudas aquí, me gustaría volver a estar cerca de Mateo, no me acostumbro.

-Me lo pensaré – se limpió las lágrimas y sonrió – gracias – me abrazó.

-Papá, volveré aquí – gritó el niño ilusionado – dormiré contigo?

Ahora nos reíamos los dos por que Mateo había decidido por ella.

-Abu, abu, abu – gritó y se lanzó a los brazos de mi padre – mi mami y yo viviremos aquí.

-Anda, y estás contento por eso? – el niño automáticamente asintió.

La cena transcurrió en perfecta armonía. Mi madre estaba mirando a Ángela con verdadero cariño.

-Tú no eres de aquí, lo digo por tú nombre.

-No señora – Ada, la corrigió mi madre – yo soy de España.

-Que bien. Tus padres están ahí?

Hijo de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora