3. Problemas y determinación

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—Kagami, pero qué... —Adrien no pudo terminar su frase pues Kagami le tomó el rostro con ambas manos y lo silenció con un beso. El chico quedó tan sorprendido que no reaccionó hasta que la asiática lo soltó.

—Creo que esta es una perfecta forma de romper el hielo —contestó ella. Luego le tomó de la mano y comenzó a caminar. El rubio la siguió unos pasos hasta que se detuvo.

—Oye, no puedo irme de aquí, estoy esperando a que el chofer me venga a buscar.

—Oh, vamos, escápate conmigo —insistió la asiática— vamos al parque o a tomar un helado.

Por algún motivo, Adrien imaginó que si Ladybug le hubiese dicho eso en cualquier momento, él habría accedido sin miramientos. Ah, idiota. Se supone que tienes que olvidarla, no pensar en escaparte con ella.

Lo siento, Kagami, pero tengo muchas cosas que hacer. Unas sesiones de fotos y todo eso —mintió Adrien.

—Si quieres, te puedo acompañar —comentó ella coqueta.

—Me encantaría, pero este estudio de fotografía no admite a gente externa —por lo general a Adrien no le gustaba mentir (salvo para esconder su secreto de ser Chat Noir), por lo que le sorprendió enormemente lo fácil que salían las excusas de su boca.

Kagami iba a decir algo, pero en ese momento, se oyó una bocina. Salvado por la campana. Kagami volvió a acercarse a Adrien para darle otro beso, pero él le puso la mejilla. Luego sonrió, se despidió con la mano y se subió al auto.

Apenas hubo cerrado la puerta, un mensaje le llegó al celular.

[Nino]
Me debes muchas explicaciones.

Había olvidado contarle a su mejor amigo lo de Kagami y de todas formas se enteró.

—Un momento —dijo para sí mismo y revisó las redes sociales— ah, por supuesto.

En Twitter y Facebook ya se estaban esparciendo fotos del beso de hacía un momento.

—Perfecto. Simplemente maravilloso —dijo con sarcasmo y enojo. Lo que más le molestaba... no, lo que más odiaba de ser un modelo con relativa fama era que su vida privada la terminaba sabiendo todo el mundo.

—¿Qué pasa? —dijo Plagg saliendo de su escondite en el bolso de Adrien.

—Tu gran plan me va a traer más de un dolor de cabeza —respondió Adrien mirándolo con el ceño fruncido.

—Dale tiempo al tiempo, seguro todo se va a arreglar y ya verás como en el futuro nos reiremos de esto —contestó el pequeño gato negro, y acto seguido se puso a reír.

—Ja, ja. Muy gracioso —dijo Adrien secamente sin dejar de fruncir el ceño. Puso sus manos en el rostro y dio un gran suspiro.

Qué voy a hacer ahora.

(~🐞~)

—¿Qué voy a hacer ahora? —dijo Marinette sentada en su cama abrazando fuertemente una almohada mientras las lágrimas no dejaban de correr por su rostro. Alya estaba sentada junto a ella, rodeándola con un brazo.

—Nada, Marinette. Avanzar —respondió su amiga.

—Ay, Alya, es que me duele tanto. Siento un vacío en el pecho, pero también siento como si me aplastaran y se me hace difícil respirar. Estoy muy triste... —susurró cerrando los ojos, viendo una y otra vez ese beso.

Alya le acarició el brazo y al instante recibió un mensaje de Nino. Las fotos de Adrien y Kagami estaban por todo internet y probablemente saliera en los tabloides durante los próximos días. Con todo eso a la vista de Marinette, sería difícil que su amiga pudiera olvidar a Adrien, sin contar que estaban juntos en clases.

—Debes seguir adelante, Marinette. Eres una chica buena, inteligente y muy bonita. No debes quedarte pegada con un amor que estaba solo en tu cabeza. A fin de cuentas ¿Qué sabías del rubio ese? —Alya tuvo cuidado de no nombrar a Adrien, porque sabía incluso eso haría llorar más a su amiga—. A demás de su horario y las fotos, todo en él vivía en tu imaginación.

—¿Por qué me estás diciendo esto? —replicó Marinette dolida porque su mejor amiga parecía estar enojada con ella.

—Porque tienes que darte cuenta que lo que sentías por Ad... por él no era amor. Quizás era admiración o cariño, el mismo que le tienes a los actores o cantantes. Eras una fan que se derritió al conocer una faceta tan pequeña de este sujeto, solo un gesto noble faltó para que te enamoraras. Pero ya basta. Debemos bajarlo del pedestal.

Alya sacó el cojín del abrazo de Marinette, le tomó las manos y la miró a los ojos.

—Marinette. No es necesario que salgas con algún hombre para ser feliz. De hecho, podrías olvidar a Adrien de muchas otras formas —al oír el nombre del chico, Marinette sintió una punzada en el corazón—, como saliendo a fiestas, concentrándote en el estudio, leyendo, viendo películas. Pero debes darte cuenta de la estupenda mujer que eres, y si él no se dio cuenta de todas las maravillas que hay en ti, él se lo pierde. Quizás haya alguien más que logre ver toda tu luz y te ayude a brillar aún más, o quizás tú misma debes descubrir sola lo que puedes llegar a ser.

Marinette se secó las lagrimas y asintió con la cabeza.

-Puede que aún me falte apreciarme un poco más. Quizás debería ser más como Chloe y tenerme en muy alta estima —rió la peliazul.

—Amiga, recuerda que los que más se alumbran son los que menos brillan —respondió Alya y ambas rieron fuerte.

—Está decidido, entonces. Ese será mi año, pero para encontrarme a mí misma y, quién sabe, quizás darle una oportunidad a alguien que se haya dado cuenta de lo mmm... ¿maravillosa? Que soy —dijo Marinette haciendo un ademán con la mano para que Alya se la besara.

—Eres un caso Marinette —respondió la morena tomando su mano y dándole un beso de broma sobre los nudillos.

Ese pequeño gesto hizo recordar a Marinette a alguien que desde que se conocieron había tenido interés romántico en ella, pero por estar empecinada con Adrien había rechazado una y otra vez.

Quizás sea un buen momento de aceptar el cariño de Chat Noir y ver qué pasa.

Aunque tú no quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora