13. Fiesta de cumpleaños

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—Marinette, no puedes faltar.

—Claro que no, Alya.

Marinette estaba en su habitación hablando por teléfono con su amiga.

—Más te vale. Desde que te pusiste de novia, siento que no te veo hace siglos.

—Lo siento, amiga. Es que sabes que a Matt le gusta pasar todo el tiempo que pueda conmigo.

—Ya —respondió Alya secamente—. En fin, te veo este sábado en mi casa. No invité a mucha gente, pero ya sabes, somos pocos pero locos.

Marinette rió y volvió a confirmar su asistencia. Al cortar, la peliazul marcó otro número.

—Hola, Matt, ¿Qué tal? —saludó la chica cuando le contestaron.

—Hola, Mari. Todo bien. ¿Pasó algo? —inquirió su novio.

—Este sábado es el cumpleaños de Alya, y nos invitó para que fuéramos —informó la ojiazul.

—Pero Mari, sabes que los sábados nos juntamos a ver películas en mi casa...

—Lo sé, pero pensaba que podríamos pasar antes. Ya sabes, es mi mejor amiga y si no voy, se va a decepcionar mucho.

—Pues vaya amiga —murmuró Matt— pero está bien, creo que será entretenido hacer algo diferente. Pero después a mi casa a ver una peli.

—Por supuesto, Matt —respondió Marinette risueña.

—Bueno Mari, tengo que colgar. Te quiero, nos vemos.

—Te quiero.

Ambos colgaron y Marinette esbozó una sonrisa.

(~🐾~)

Adrien llegó temprano. Se había ofrecido para ayudar a Alya y Nino a ordenar la casa para el cumpleaños. Golpeó la puerta y la morena le abrió casi de inmediato.

—Gracias por venir —lo saludó la chica con un corto beso en la mejilla.

—No hay problema. Bueno, dónde empiezo.

Alya lo llevó a la cocina para que pusiera las papas fritas y demás en platos y fuentes, mientras ella inflaba algunos globos y ponía guirnaldas.

—¡Hermano! Qué bueno que viniste —dijo Nino apareciendo por la puerta del dormitorio. Le dio un abrazo fraternal al rubio y comenzó a ayudar a su novia.

Trabajaron en silencio por unos minutos.

—Pensé que vendrías con tu novia —comentó Alya.

—No es mi novia —aclaró Adrien rápidamente— pero Kagami vendrá un poco más tarde... oye y... hablando de novios, ¿Qué piensas de Matt?

Alya frunció los labios y miró a Adrien con un poco de enojo. El chico no lo sabía pero ella internamente no podía dejar de culparlo de que su amiga estuviera con ese otro sujeto.

—Bueno, personalmente no tengo opinión. No lo conozco mucho, pero creo que quiere mucho a Marinette... quizás demasiado. Desde que están de novios, casi no veo a mi amiga. Él... cómo decirlo... la absorbe demasiado.

—Yo creo que es un patán —soltó Nino despreocupado, recibiendo las miradas sorprendidas de su amigo y su novia— en la biblioteca, cuando hemos jugado alguna partida en la consola y pierde, se enoja mucho, tira el control y se va sin decir nada. No lo paso ni con agua.

Los tres suspiraron negando con la cabeza.

Luego de un par de horas, y con todo listo, comenzaron a llegar todos los invitados. Kagami, Alix, Myléne e Iván, Rosita y Juleka, Marinette y Matt.

Estaban conversando todos muy animados. Alya y Marinette conversaban y reían como si se les fuera la vida en ello, mientras Matt las observaba de cerca. Por su parte, Adrien y Nino estaban sentados en el sillón conversando con Alix y Kagami, mientras Rosita y Juleka le mostraban algo en el celular a Mylène e Iván, partiéndose los cuatro de la risa.

—Voy a buscar un poco más para beber —anunció Marinette, que sentía un poco el efecto del alcohol, pero aún nada preocupante.

—Te acompaño —se ofreció inmediatamente Matt.

—Oh no, guapo. Tú te quedas conmigo —dijo Alya tomándolo del brazo— ve, amiga. Y tráeme un vaso a mi también, por favooor.

Marinette asintió y fue hacia la cocina. Apenas abrió el congelador para sacar hielo, alguien más entró al lugar.

—Oh, Marinette, no sabía que estabas aquí —dijo Adrien incómodo.

Marinette se dio media vuelta para mirar a su compañero. Desde el incidente en el gimnasio que no cruzaban palabra.

—Hola, Adrien —contestó ella en voz baja— estoy sirviéndome hielo... ¿quieres?

—Claro, muchas gracias —dijo él sonriéndole y pasándole su vaso.

Marinette puso un par de hielos en los tres vasos y le devolvió el suyo a Adrien.

—Qué vas a tomar —inquirió el chico acercándose a la mesa donde había distintas botellas.

—Un poco de ron con coca-cola, gracias —respondió la aludida— ah, y también uno para Alya.

—Lo que ordenes, princes... —pero Adrien se interrumpió y miró alarmado a la pelinegra mientras ella abría mucho los ojos.

—¿Cómo... cómo me dijiste? —susurró ella acercándose al rubio.

—Yo... es que he bebido mucho y... ya ni sé lo que digo —se disculpó Adrien rascándose la nuca.

Sin pensarlo bien, Marinette se acercó un poco más y tomó la mano del chico, intentando recordar cómo se sentían las de Chat Noir.

En ese momento, se abrió la puerta y entró la peor persona que pudo interrumpir ese momento.

—¡Matt! —exclamó Marinette soltando inmediatamente a Adrien.

—Ya nos vamos, Marinette.

—Pero...

—¡Dije que nos vamos!

—Oye, tú no la trates así—interrumpió Adrien poniéndose delante de su compañera.

—Tú no te metas, Agreste —dijo el pelinegro con desprecio, haciéndolo a un lado con fuerza y tomando a Marinette por el brazo.

Adrien empuñó la mano, pero Marinette lo miró a los ojos y negó con la cabeza en una súplica muda. El rubio le clavó la mirada de vuelta y luego la apartó, decepcionado.

Marinette y Matt se fueron rápidamente sin despedirse de nadie ni dar ninguna explicación.

—Adrien, ¿Qué pasó? —inquirió Alya al rubio cuando éste salió de la cocina.

—Ese maldito celópata inseguro no se merece a Marinette —masculló enojado.

La morena miró al chico y luego a la puerta con tristeza.

—Ay, Marinette... en qué te metiste...

Aunque tú no quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora