8. Pequeña sospecha

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—No me gustó tanto la película —dijo Kagami— muy falsa, lenta, efectos especiales mediocres.

—Sí, casi me quedo dormido —rió Adrien.

Qué le pasa a esta mujer. Estuve angustiado toda la película y creo que no podré dormir en varias noches.

Ya es tarde, debo regresar —dijo la chica.

—Te llevo en el auto —respondió el rubio y sacó el celular para avisar al chofer que ya estaba listo para irse.

—¿No preferirías caminar?

—Es tarde y prefiero llegar pronto a casa —dijo Adrien distraído. Kagami asintió con la cabeza.

Fueron hacia la salida y no esperaron más de dos minutos hasta que llegaron a buscarlos. Entraron al auto y se encaminaron a la casa de Kagami. Cuando llegaron, la chica se acercó a Adrien y le dio un corto beso. El chico no hizo nada, y luego se despidió con la mano, viendo la cara de decepción de la peliazul. Ella salió del auto y cerró con un golpe bastante fuerte.

—Creo que ella esperaba un beso un poco más apasionado —comentó Plagg saliendo de la chaqueta de Adrien.

—Eres un gato metiche, ¿te lo habían dicho? —respondió Adrien frunciendo el ceño.

—Yo solo digo que si sigues siendo tan indiferente, la niña se te va a ir —contestó el kwami con aire despreocupado.

Adrien rodó los ojos y miró por la ventana. Obviamente Kagami esperaba un poco más de muestras de afecto por parte de él, pero le era difícil hacer algo que no le nacía, ni siquiera para complacer a Kagami o para olvidar a Ladybug.

Había intentado pedirle consejo a Nino, pero el ya llevaba más de tres año s con Alya, y su relación era totalmente diferente. Eran como mejores amigos, a veces discutían mucho, pero al final confiaban ciegamente el uno con el otro y, aunque no dieran mayores muestras de cariño en público, se notaba a kilómetros que se amaban.

Quizás esta vez sí tendría que pedir consejo a otra persona.

(~🐞~)

—Nos vemos mañana, Mari —dijo Matt dándole un largo beso en los labios que Marinette correspondió de inmediato.

La había acompañado hasta la puerta de su casa. Caminaron todo el trayecto de la mano, riendo y dándose cortos besos de sorpresa.

—Nos vemos mañana, Matt —respondió la peliazul entrando a su casa. Cuando el chico se dio la media vuelta y se despidió con la mano, ella hizo lo mismo y luego cerró la puerta.

Marinette saludó a sus padres y subió a su habitación. Se tiró boca arriba sobre su cama con los brazos abiertos, cerró los ojos y suspiró.

—Eso fue rápido —le dijo la vocecita chillona de su kwami.

—Lo sé, Tikki. No sé si estoy preparada para ser su novia, pero me lo pidió con tanto cariño y ternura...

Su frase fue interrumpida por unos golpes en la ventana. Marinette abrió los ojos y vio a Chat Noir sonriéndole boca abajo. Ella comenzó a reír, negó con la cabeza y saltó de su cama para abrirle a su compañero.

—Buenas noches, princesa. Espero no molestar —dijo el chico cuando entró a la habitación, haciendo una reverencia.

—Sabes que no eres molestia, gat... Chat —respondió la peliazul— ¿Qué te trae por aquí?

—La verdad es que... necesito consejo.

Marinette guió a Chat Noir hasta su sillón y ambos se sentaron.

—Soy toda oídos.

—Bueno, a ver —Chat Noir se rascó la nuca unos segundos mirando hacia el techo, ordenando las ideas— ¿recuerdas la cita del otro día? Pues me fue bien y todo. Ya estamos saliendo más frecuentemente... pero...

—¿Pero? —inquirió Marinette luego de que Chat Noir se quedara en silencio algunos segundos.

—Pero siento que no la quiero lo suficiente. Es que yo a ella le gusto mucho, y a mí me gusta pero... no de ese modo —susurró.

—Vaya —No creí que Chat Noir tuviera ese tipo de problema... similar al mío — pero si no te gusta "de esa manera", ¿por qué sigues saliendo? Podrías terminar hiriéndola.

—Es que quiero quererla así. Necesito olvidar... —pero Chat se interrumpió y suspiró— creo que ella se merece mucho mi cariño, pero no sé cómo dárselo sin sentir que me estoy engañando a mí mismo.

Marinette se mordió el labio por dentro.

—Quizás, si lo finges una y otra vez, terminarás creyéndotelo —contestó finalmente.

—No lo sé, no soy bueno para mentir, ni siquiera a mí mismo. Y Kag... la chica con la que estoy saliendo se ve tan decepcionada cada vez que salimos y no le doy tantas muestras de afecto.

—Me sorprendes, gatito. En general eres muy coqueto.

—¿Tu crees? Solo soy... era así con mi lay... con Ladybug.

—Oh, claro... A eso me refería. En fin, desearía tener algún mejor consejo para ti —dijo Marinette tomándole suavemente la mano al chico, lo que le provocó a Chat Noir una extraña y familiar sensación—, pero sé que sabrás tomar la mejor decisión por ti mismo. Eres una buena persona que está algo confundida. Quizás debas pensar más en las cosas buenas de tu chica y concentrarte en lo que te puede gustar y quizás hasta te terminas enamorando. Y, como tarea, dale algunos besos sin que ella te los dé primero.

Marinette le guiñó el ojo y Chat Noir se ruborizó.

—Muy bien, lo intentaré. No prometo nada, pero lo intentaré.

—¡Así me gusta!

Marinette iba a soltar la mano del chico, pero antes que lograra separarlas un centímetro, el chico la tomó y le besó los nudillos.

—Ya es hora de irme, princesa. Nuevamente, gracias por tus consejos —dijo haciendo una pequeña reverencia y soltando la mano de la chica.

—Nos vemos, gatito. Buena suerte —respondió Marinette despidiéndose agitando la mano.

Chat Noir saltó por la ventana hacia el balcón, dio un último vistazo a la chica y saltó para perderse en la oscuridad.

¿Desde cuándo Marinette me dice gatito? Y cuando me tomó la mano, fue igual que... ¿Acaso ella es?... no, imposible. Me habría dado cuenta. Ah, tonto, deja de pensar en Ladybug, ya hasta la vez en cualquier chica.

Debo concentrarme en Kagami.

Aunque tú no quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora