6. Ejemplo de amor

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Adrien se propuso ser mucho más amable con Kagami. Después de todo, ella lo quería y él esperaba poder corresponderla. Decidió que lo mejor era contestarle todos los mensajes que le mandaba, y no dejarlos en el limbo y luego disculparse por "no haberlos visto". También pensó que deberían salir al menos un par de veces por semana, aunque eso iba a ser más complicado de conseguir.

—Nathalie, ¿sabes si mi padre está disponible? —preguntó Adrien a la asistente.

—Tienes suerte. Justo en este momento está en su oficina —respondió ella sin apartar la vista de la computadora.

El chico inspiró y abrió la gran puerta. Dentro, su padre, Gabriel Agreste, un hombre delgado, serio y de ropa impecable, estaba mirando el gran cuadro que había en el lugar, que mostraba a la hermosa mujer que había sido su esposa.

—¿Padre?

—Supongo que vienes por el tema de tu novia —dijo el hombre sentándose tras su escritorio.

Por qué siempre adivina lo que vengo a decirle, demonios.

Aún no es mi novia. Pero sí, a eso vine —Adrien esperó algunos segundos, pero al ver que su padre no decía nada, continuó—. Pensaba en juntarme con ella una o dos veces por semana para... afianzar la relación...

—No debes distraerte de tus deberes por una chica. Lo sabes, Adrien.

—No me voy a distraer. Seguiré con las clases de chino, el esgrima, el piano y el modelaje.

—Si baja aunque sea un poco tu desempeño, ya no te permitiré ver a esa señorita.

Siempre tan extremo.

Claro, padre. No te preocupes. Seguiré siendo el mejor en todo.

Hasta que pueda irme de aquí a hacer lo que yo quiera.

Gabriel esbozó la sombra de una sonrisa, pero al instante volvió a su serio semblante.

—Procura no hacer nada indebido, sobre todo en público, porque los paparazzis están siempre al acecho.

—Claro que no, padre —respondió Adrien ruborizándose.

—Muy bien. Quedando todo esto claro, y si no tienes nada más que agregar, puedes retirarte. Tengo mucho trabajo.

Adrien asintió con la cabeza y abandonó el lugar pensando que le fue mucho mejor de lo que esperaba.

(~🐞~)

—¿Cómo te fue en tu cita? Cuéntanos todo —dijo Alya emocionada. Ya sabía ciertos detalles, pero quería que todas se enteraran.

Era viernes por la noche y ella, Rosita, Juleka, Mylène y Alix estaban sentadas en la cama de Marinette, ansiosas de que su amiga les contara los detalles.

—Nada mal —contestó Marinette— Matt estaba muy nervioso al principio, pero luego se portó más normal jaja. Es muy simpático y tierno. Y de verdad que le gusto mucho.

Decir lo último la hizo sonrojar mientras sus amigas chillaban emocionadas. Marinette rió y negó con la cabeza.

—¿Y van a seguir saliendo? —pregunto Rosita.

—Le dije que podríamos seguir saliendo. Y creo que... ya me gusta un poco —susurró Marinette, haciendo que sus amigas rieran bajito. Luego agregó con voz normal— Matt es real y lo podré conocer bien, no será una ilusión como lo que sentía por Ad...

—El innombrable —la interrumpió Mylène— me parece excelente. Pero no te fuerces a quererlo, amiga. Deja que las cosas fluyan.

—Por supuesto. Pero no creo que se demore en conquistarme jajaja. Es muy atento y detallista.

—Más le vale. Debe estar a la altura de mi amiga —dijo Alya, y las demás asintieron fervientemente.

—Pero basta de hablar de mí. Creo que aquí hay un par de personas que deben contarnos algo —comentó Marinette con voz cantarina mirando a Juleka y Rosita. Las aludidas sonrieron y se miraron cómplices.

—Está bien, está bien —dijo Juleka con timidez, tomando la mano de Rosita— durante este verano, mientras visitábamos a mi hermano en Italia... le pedí a Rosita que fuera mi novia.

Los gritos de alegría y emoción de las demás fueron tan efusivos que se escucharon hasta el primer piso.

—Ay, chicas, se merecen lo mejor del mundo, son una pareja hermosísima —Dijo Alix con una gran sonrisa.

—De verdad me dan un poco de envidia —continúo Alya— a veces me gustaría que Nino fuera un poco más tierno conmigo. Pero bueno, es hombre, no puedo pedirle mucho.

Todas rieron. Entonces alguien tocó la puerta trampa de la habitación de Marinette  y acto seguido, entró Sabine, la madre de la peliazul, con una bandeja llena de galletas y dulces.

—Oigo que la están pasando demasiado bien. ¿De qué se emocionaron tanto? —dijo la mujer dejando la bandeja sobre una mesita.

—Oh, mamá, estamos celebrando el amor y que Juleka y Rosita ya son novias —respondió Marinette.

—¡Por fin! —exclamó Sabine y agregó con dulzura— siempre se ha notado que son la una para la otra.

Las chicas se sonrojaron y se rieron.

—Creo que deberíamos haber comenzado a salir desde mucho antes —dijo Rosita a su novia— de verdad parece que todas estaban esperando vernos formalmente juntas.

Las demás rieron y asintieron con la cabeza, incluida Sabine.

—Bueno, chicas, Tom y yo vamos a dormir, pero ustedes pueden quedarse despiertas hasta la hora que quieran. Aunque si se van a reír, traten de que no se escuche hasta la otra manzana —dijo Sabine guiñándoles un ojo.

—Buenas noches mamá —dijo Marinette.

—Buenas noches, señora Dupain —dijeron las demás.

La mujer se despidió con la mano y cerró la puerta tras ella.

Las amigas continuaron su pijamada, hablando de la escuela, de chicos, de películas y de todos esos temas que hablan las chicas cuando están en confianza.

Aunque tú no quierasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora