12. Amigo secreto

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Después de haber visto aquel moretón en el brazo de Marinette, Adrien se fijaba todos los días en su compañera para ver si tenía alguna nueva marca, pero la chica usaba ropa que le tapaba los brazos. El rubio también se dio cuenta de que ella ya no se acercaba a él, ni siquiera lo saludaba en las mañanas y mucho menos se despedía por las tardes.

—No sé qué hice para que Marinette me haga este tipo de desprecio. Me trata como si no existiera —dijo Adrien a Plagg mientras estaba acostado en su habitación.

—Tal vez su novio es inseguro y se pone celoso de ti —infirió el kwami.

—Eso es estúpido, debería confiar en ella. Es una chica dulce, buena y estoy seguro de que es la fidelidad hecha persona —exclamó Adrien, y luego agregó con un suspiro— no sé cómo puede estar con ese imbécil que no sabe cómo tratarla...

—En primer lugar, no sabes si esa marca en su brazo la hizo aquel sujeto —interrumpió Plagg— y en segundo lugar, ¿Por qué te preocupas tanto de ella?

—Porque es mi amiga —contestó Adrien rápidamente— y al parecer la única que le queda a Chat Noir, porque Ladybug llega, pelea, purifica el akuma y se va. Ya casi ni hablamos...

—Quizás como Adrien, Marinette no confía mucho en ti. Pero tal vez como Chat Noir te diga algo más —sugirió el pequeño gato negro.

—Tienes razón —dijo Adrien poniéndose de pie— ¡Plagg, las garras!

Al instante, el kwami fue absorbido por el anillo y el rubio se convirtió en Chat Noir. Cerró la puerta con llave y salió de un salto por la ventana.

Estaba atardeciendo. El joven héroe fue lo más rápido que pudo a la casa de Marinette. Cuando estaba cerca, divisó a la chica regando las plantas de su balcón. Era una imagen apacible y el chico se quedó unos minutos contemplando los suaves movimientos de la peliazul, y la pequeña sonrisa que asomaba en su rostro cuando olía sus flores. Y se dio cuenta de que hacía días que no la veía sonreír. Y de que extrañaba esa sonrisa. Decidió acercarse de una vez.

—Hola, Marinette—dijo Chat Noir llegando de un salto y apoyándose en la baranda del balcón de Marinette con pies y manos, en una pose muy felina.

—¿Es que quieres matarme? —dijo la chica luego de haber dado un respingo.

—Lo siento, princesa... no quería molestar... si quieres me voy —dijo Chat preparando su cuerpo para dar otro salto, pero su amiga lo detuvo tirándolo de la cola, provocando que cayera entre las plantas.

—¡Ay, lo siento Chat! —dijo Marinette ayudando al joven a ponerse de pie.

—No hay problema, estoy bien —rió Chat.

Marinette lo invitó a entrar a la habitación y sentarse en el sillón.

—¿A qué debo tu inesperada visita? —dijo ella sentándose junto a Chat Noir— ¿Necesitas otro consejo?

—¿Es que acaso no puedo venir a ver a una amiga?

Marinette le sonrió con sinceridad.

—Claro que sí —respondió la chica dándose cuenta lo mucho que extrañaba a Chat, ya que durante las batallas casi no hablaban y luego ella se iba rapidísimo.

—Escuché que tienes novio —comentó Chat Noir distraídamente. Marinette se sonrojó y asintió con la cabeza— y qué tal, ¿todo bien?

—Pues sí... todo bien —respondió la chica con un tono que poco convenció al joven.

—Ya. Voy a hacer como que te creo —dijo Chat Noir mirándola a los ojos.

—Piensa lo que quieras, pero Matt y yo estamos muy bien —aseguró la peliazul poniéndose de pie.

Sin aviso, Chat Noir la tomó de la muñeca y se puso de pie frente a ella, sin apartar su verde mirada de los azules ojos de su amiga.

—Eres una chica estupenda, Marinette. Quien quiera que esté a tu lado debe apreciarte y cuidarte como lo más valioso.

Por alguna razón las palabras de Chat provocaron que a la chica se le apretara el corazón. Apartó su mirada y asintió con la cabeza. Chat le soltó la muñeca y la abrazó suavemente.

—Nunca nadie debe hacerte daño ¿está bien? Nadie que se atreva a tratarte siquiera un poco mal vale la pena —dijo el chico. Marinette volvió a asentir, devolviéndole el abrazo.

En ese instante, alguien llamó a la puerta trampa de la habitación. Chat y Marinette se soltaron de inmediato, y sin alcanzar a agregar nada más, el rubio salió de dos saltos de la habitación, escondiéndose en el techo.

—Hola, Mari.

La puerta se abrió, apareciendo Matt.

—Hola —respondió ella.

Chat Noir se asomó un poco por la ventana, mirando la escena con el ceño fruncido.

—Pasaba por aquí y quise venir a verte...

A vigilarte, diría yo. Si eres tan inseguro para pensar que Marinette te engañaría, no me extrañaría que quisieras vigilarla todo el tiempo, maldito enfermo.

Gracias, Matt. Justo ahora estaba diseñando unas chaquetas y sombreros. ¿Quieres verlos? —comentó Marinette con ilusión.

—Ay, Mari, sabes que no me gustan esas cosas aburridas. Y creo que ya te había dicho que no perdieras tiempo en esas tonterías —dijo Matt despreocupado, sentándose en el mismo lugar donde Chat estuvo hacía apenas unos minutos.

Pero qué dices, idiota, Marinette es una diseñadora extremadamente talentosa y podría llegar muy lej...

Sí, creo que tienes razón... es una pérdida de tiempo —contestó la chica bajando los hombros y sentándose junto a su novio.

¡¿Qué?! !Marinette qué estás haciendo! Es tu maldito sueño ¿lo vas a abandonar por este idiota? Es que me va a dar algo. Mejor me voy o no podré aguantar las ganas de romperle la nariz a ese tipo.

Sin volver a mirar, Chat Noir se alejó lo más rápido que pudo de la casa de su amiga.

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