-¡¡Paula Estefanía Mendoza!! ¿Qué carajos has hecho? -Me grita mi padre con los ojos ardiendo de ira.
-¿Yo? Solo he secuestrado a un amigo para que me escuche -Me hice la inocente y sonreí al ver a mi padre estupefacto, observando el revólver con el que me rascaba la barbilla.
-¡Ay! Virgen María....Mi hija es una criminal -dijo mi padre con voz ida.
-Viejo, no soy una criminal. El hecho de que haya obligado a alguien a perdonarme no me convierte en delincuente. No seas exagerado.
-¡¿Que no sea exagerado?! Has secuestrado a tu propia guardaespaldas sola y llevas un arma en la mano ¿Y me dices que soy exagerado? -gritó- Dios santo ¿Por qué hiciste que saliese a su madre y no a mí? -murmuró para sí mismo pero lo escuché - No puedo creer que ahora le tengo miedo a mi propia hija.
-¡Papá! ¡Basta! -mi grito les sobresaltó a todos los presentes -Alex no solo es mi guardaespaldas también es mi amigo. Y este revólver que tanto miedo te da -dije mostrando el arma en mi mano y sin darme cuenta de que les estoy apuntando, mi papá tragó duro y retrocedió - ¡Papá que es de juguete!
-¿Me estás diciendo la verdad? -su tono de voz dejaba bien claro que no estaba seguro.
-¿Acaso te mentí alguna vez?- le pregunté seria.
-No, pero me ocultas cosas.
- Pues ahora te estoy diciendo la pura verdad - mi progenitor se acercó despacio y me quitó el arma, al instante su semblante cambió y se puso serio. Parecía que echaba humo por las orejas.
- Jovencita, estás castigada por un mes, sin salir de tu habitación y sin aparatos tecnológicos.
-Pero pa...-no me dejó terminar mi frase siquiera .
-¡Ni pero ni pera !
-Patricio, deja que la niña se explique - le dijo Nana.
-Sí, deja que lo explique y luego puedes juzgarla -la apoyaron el tío Joseph y la tía Nuria.
-¡Niños vámonos! No querrán ver cuán bajo puede llegar su hermana -escupió Adela cogiendo a mis "hermanos" de las manos y meneándose al caminar, haciendo que sus tacones resonen por todo el pasillo.
-Tic, tic, tic, tic...-hice con mi lengua mientras intentaba imitar a Adela.
-¡Paula! -el grito de mi padre me sobresaltó.
-Perdón -dije seria pero luego me reí.
-¡Esta niña! -exclamó mi padre.Una sonrisa se asomó a su cara pero la contuvo convirtiéndola en una mueca.
-Os dejamos para que habléis tranquilos -dijo Nana yéndose con la tía y el tío pisándole los talones.
-¿Prefieres hablar aquí o en la biblioteca? -me cuestionó.
-En la biblioteca como en los viejos tiempos. -hicimos el amago de marcharnos pero un grito nos detuvo.
-¡Hey! ¡Estoy aquí! -el grito agudo de Alex.
-Ahí estás mejor -le contesté.
-Anda Pau, desamárralo -dijo papá.
-Vale, voy. Tú adelántate y espérame en la biblioteca.
Me acerqué a Alex y le susurré al oído:
-Así amarrado e indefenso, estás muy mono.-Te acabo de perdonar y vas a hacer que me enoje contigo de nuevo.
Terminé de quitarle la cinta americana de las manos y los pies y salí de mi cuarto para ir a donde mi papá. Creo que debo disculparme con Alex por "secuestrarle".
Me paré delante de la puerta de la biblioteca.
" ¿Entro o no entro? Pero....si entro me va a echar la bronca por lo que le hice a Alex, seguro y si no entro me va a echar la bronca, igual."Pensé.
-Entra ahora, a lo mejor te lo deja pasar si asumas la responsabilidad de tus actos -dijo una voz sobresaltándome.
-¿Y tú quién eres? ¿De dónde sales? -le pregunté.
-Soy tu ángel de la guardia. Mira tu hombro derecho -le hice caso y miré mi hombro, ahí estaba una mini-yo vestida de blanco.
-No le hagas caso, no entres o lo lamentarás. Conoces bien a tu padre, él no te lo va a perdonar -dijo otra voz. Por instinto, miré mi hombro izquierdo y ahí se encontraba otra mini-yo vestida de negro.
-¡Ya! ¡Callaros las dos! -grité/susurré y tome el picaporte de la puerta abriéndola y entrando en la pequeña biblioteca.
La charla con mi padre no ha sido tan mala como pensaba, simplemente me hizo darme cuenta de que mi acción ha sido un reflejo de inmadurez e ira y me aconsejó aprender a controlar mi enfado, en lugar de gritarme como me lo esperaba.
Después de eso me fui a dormir ya que al día siguiente tenía clases.
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Wooow
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Descubriendo mi otra vida
RandomMe llamo Paula Mendoza, tengo 15 años y con solo esta edad fui descubriendo poco a poco mi otra vida. Vivía con mis padres o eso creía yo hasta descubrir toda la verdad, desde ese día todo cambió, mi vida dio un giro de 180 grados, transformándome...