VEINTITRÉS

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L.A

Me encuentro tirada en el suelo de "mi cuarto" acariciando la fina moqueta y tratando de cerrar los ojos, pero no hay sueño. He estado pensando en mi estado toda la tarde, preocupándome por si me voy a acostumbrar al futuro de nuevo o voy a morir aquí, como si fuera parte más de esta época. Si soy sincera, me importa un comino la muerte; no conozco a mis padres y tampoco todo lo que viví en mi otra vida. ¿Y si al volver no recuerdo ni quién soy? Eso se lo dejo al destino.
Meegan se encuentra en el cortometraje de algún anuncio para ancianos - Según ella - Por lo que no va a llegar hasta muy tarde. Roxan y Bella se han ido al bar dónde se conocieron para celebrar ese estúpido amor y me han dejado sola en el piso.
Bostezo y me peino el pelo superficialmente con los dedos. Suspiro con pesar.

El iminente ruido que emite mi barriga me avisa de que debo alimentarme.

Me levanto con pereza, dejando escapar un ruido de viejo cansado por mis labios.
Recorro todo el piso - Un poco más grande que e de Duff y Slash - con rapidez y llego a la concina. Encima del mármol rosa salmón se encuentra un trozo de papel seguramente despegado de alguna revista de moda que lee Bella.

"Tienes hamburgesas de pavo en el congelador"

Sonrío con ternura, sin evitar que un sentimiento de culpa se instale en mi estómago; Esta gente no ha encho nada más que complacerme y yo no tengo nada para compensarlos.

- Bien, manos a la obra. - Digo para mi misma.

Sí, hablo sola.

Mientras me encuentro secando la carne roja congelada con el secador oigo de nuevo el mismo ruidito que he estado escuchando desde que he empezado a descongelar mi comida con esta técnica patética.
Me doy una palmada en la frente mentalmente por lo imbecil que he sido: es el maldito timbre.
Sin que me dé tiempo a secarme las manos, trato de arremangarme para no ensuciar mi sudadera roja y abro la puerta sin siquiera mirar quien es. Cosa de la que me arrepiento imediatamente y de lo que me arrepentiré eventualmente.

- Hey.

Me lo quedo mirando con la boca medio abierta. ¿Pretende hablarme? ¿Eso es por lo que está aquí? Ya.

- ¿Hey?

Respiro hondo.

- Hola, ¿Esperas a Meegan?

Me mira a mi, luego al suelo, y de nuevo a mi.

- Si, ¿Puedo pasar?

Asiento lentamente y me echo a un lado.

Duff se sienta en el sofá algo incómodo y sin saber muy bien que hacer. Mira la carne que está en la mesilla y frunce el ceño.

- ¿Estás haciendo una piscina?

Me dirijo a dónde él y maldigo en voz alta; la hamburguesa se ha ido descongelando y ha dejado un charco de agua a su paso. Corro hacia la cocina y me dispongo a limpiar la mierda que he causado, pero el rubio es demasiado rápido y me quita el trapo para hacerlo él mismo.

Lo miro incómoda. ¿Qué ha sido eso?

- Oye, Meeg vendrá tarde. - Trato de echarlo con sutileza. El solo echo de mirarlo ya me mata.

Se hunde de hombros.

Pongo los ojos en blanco y me planto delante de él, con los brazos en las caderas.

- ¿Qué pretendes, Duff? Esto es extraño hasta para ti.

Me mira con atención, sin ninguna expresión en la cara. Odio que haga eso.

- Bien, he venido a por lo que es mío. - Me dice con seriedad.

Cuando esas palabras salen de sus labios no me queda nada más que hacer que mirarlo como si le hubieran salido tres cabezas.

MATTER OF TIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora