EPÍLOGO

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2018
California

Abro los ojos; estoy llorando otra vez.
Al menos mamá no ha venido esta vez, quizás haya gritado menos de lo usual. Con eso ya estoy contenta.
Me levanto de la cama y me estiro.
Es extraño, cuando estoy tendida en la cama me duelen todas las articulaciones, pero al pasar el tiempo el dolor cesa y vuelvo a ser la misma adolescente sana de siempre. Me pongo unos shorts y una camisa blanca con dibujos abstractos pintados en ella de una forma random.
Hago la misma rutina que cada mañana:
Me visto, me ducho, me lavo los dientes, cepillo mis dientes y me miro en el espejo; una cara de ojos rojizos y húmedos me devuelve la mirada. Niego con la cabeza. ¿cuándo acabará esto?

Mi habitación no es muy grande, está pintada de blanco y tiene lo normal; un escritorio, una cómoda, una cama individual y unos cuadros de pequeños momentos de mi vida. La única cosa que destaca en estas cuatro paredes parecidas a las de un manicomio - Sitio el qual suelo visitar muy a menudo y que mi madre se niega a que lo llame así - es un póster de cuerpo entero de mi amor frustrado; Axl Rose. Ese tío está muy bueno.

Me dirijo a la parte baja de la escalera y oigo unos murmullos distantes.
Mi madre parece estar hablando por el teléfono.

- Sí, cada vez van a más . - Susurra seguramente tratando de que yo no la oiga - ¡Pues claro que no! Hoy a sido aún peor, no paraba de moverse y de gritar...

Ruedo los ojos sabiendo perfectamente que está hablando de mi y de mi... trastorno del sueño; por así decirlo. No sé explicar cuales son esas pesadillas - Posiblemente porque no las puedo recordar - pero lo único que sé es que me levanto pataleando y llorando. Mis padres me han llevado a todo tipo de terapias y ninguna ha funcionado. También me daña físicamente, y eso es lo que los médicos no entienden.
Aveces creo que soy solo una carga, una preocupación. Un cero a la izquierda.

- Hola. - Irrumpo ruidosamente en la cocina fingiendo indiferencia.

Rápidamente mi madre apaga el teléfono y me sonríe.

- Hola, cariño, ¿Has dormido bien?

Me froto las manos y sonrío.

- Sí. - miento.

Se hace un silencio. Ambas sabemos que eso no es cierto.

Mi mirada recae en el planto que me ha puesto delante. Dos huevos, beicon y zumo de piña. Al lado de la bebida hay dos pastillas verdes perfectamente colocadas.

Arrugo la nariz.

- No quiero medicarme. - Me niego.

Mi madre suspira, temiéndose la disputa de siempre.

- Elle, no quiero oírte más. - Ese nombre me provoca un pinchazo en el estómago, pero trato de disimularlo. A mi madre no le pasa desapercibido. - ¡Cariño! ¿Estás bien? - Al cabo de un minuto ya la tengo inspeccionándome la cara.

Me aparto con brusquedad.

- Sí.

Su rostro es todo un poema. Aveces me asfixia que se preocupe tanto.

- Quizás no debas ir hoy al concierto, no sé...

Me levanto con brusquedad.

- ¡De eso nada!

Mi madre me manda una mirada de desaprobación.

- Ese tono...

Gruño con fastidio.

- ¡Entonces deja de tratarme como a una enferma mental!

Ella suspira y vuelve a mirarme, dolida.

MATTER OF TIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora