VEINTICUATRO

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L.A

Antes, al principio de todo, no hubiese visto lo bonito que es la ciudad de los Ángeles por la noche, pero ahora que ya me he acostumbrado si lo hago. Caminamos por la calle en silencio, el ambiente está algo tenso, y el hecho de que Duff este borracho no arregla las cosas. ¿Es que siempre está ebrio?
Toso falsamente y él me mira.

- ¿No podemos aplazar esta reunión para otro día? — Sonrío con incomodidad.

¿Aplazar? ¿Reunión? Me doy de bofetadas mentalmente.

Duff hace una mueca que me incomoda, pero finalmente sonríe.

- Es para celebrar nuestra amistad. — Se ríe — Vamos a un bar.

Niego con la cabeza. No lo veo muy claro.

- Tu ya estas muy borracho. — Digo con un tono de retintín que no parece gustarle.

Se carcajea.

- No estoy para nada borracho, nena. — Se acerca a mi — Pero tu si que lo necesitas. Estás tensa.

Lo fulmino con la mirada. Haga lo que haga siempre acaba poniéndome de los nervios.

- No estaría tensa si no me estuvieses atacando de esa forma.

Como si mi tacto le quemara, se aparta de mi y pone los ojos en blanco con arrogancia.

- ¿Podemos llevarnos bien por un día? Solo por un día, ¿Si?

Suspiro con pesadez.
Duff tiene razón, esta mal que me ponga así cada vez que decide amigarse conmigo, no es justo.
Sonrío y me acerco a él.

- ¿Y bien? ¿Dónde me llevas?

La sonrisa del rubio se ensancha tanto que el corazón se me llena de algo que nunca había sentido por él: ternura.  Como si fuera por acto reflejo, me coge de la mano y tira de mi con un entusiasmo considerable. Quizás le importe bastante que mantengamos el mismo modo de vida, aunque para él solo es droga sexo alcohol y Rock and Roll... y para mi solo sea sobrevivir. ¿Debe notar lo distinta que soy a esta época? ¿A este modo de vida? Supongo que nunca lo voy a averiguar.
El camino hacia donde sea que me está llevando es largo y oscuro, el ambienta aquí, en los Ángeles no es del todo adecuado para una chica como yo. Las mujeres se pasean por la calle con poca ropa y tacones de aguja, y los hombres robustos y viejos se sientan en la acera y fuman. Hay algunos muchachos al lado de un establecimiento que desprende un haz de luz azul, y uno en concreto se dirige hacia nosotros con rapidez. Ojos oscuros, piel morena y pelo largo y rubio. — Natural, no como el de aquí mi amiguito.

- ¡Micheal!

Duff ahoga un grito de sorpresa.

- ¿Jace? Maldito cabronazo, ¿Qué haces aquí?

Observo este "encuentro" en silencio, al lado derecho de Duff.

- Tenías razón, tío; Una vez triunfas Seattle se te hace pequeño.

La risa ronca de mi amigo se hace presente.

- Será mejor que te calles, aquí Michelle es de Seattle y parece adorar esa ciudad.

El rubio natural al fin se digna a mirarme.

- ¿Eres de allí?

Asiento, ¿Qué más puedo decir? Aún recuerdo cuando le solté esa mentirijilla piadosa a Duff. Las cosas han cambiado mucho.

Sonríe.

- No me he presentado como es debido, me llamo Jace. — Me ofrece su mano, envuelta en unos guantes pringosos, en un intento de ser simpático, y yo se lo tengo en cuenta.

MATTER OF TIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora