—¿Por mí?
—Por tu existencia —bajo mi mirada, podía sentir el humo ligero que desprendía el té —Te ves bonita cuando te sonrojas.
—Ya basta —digo sonriendo y regresando mi mirada hacía él. Lo veo detenidamente por un par de segundos —¿Desde cuando tú y Claudia son amigos? —mi pregunta lo hace sonreír aún más.
—Desde los seis —subo mis cejas de la sorpresa que me genera su respuesta.
—Tienen mucho tiempo de ser amigos, entonces.
—Aja —sube la taza para tomar otro sorbo de té —Nos conocemos muy bien—dice viendo hacia la mesita de noche —Recuerdo que ese día fue nuestra despedida.
—¿Despedida?
—Sí —dice con un gesto triste —Sus padres se mudaron a Alemania, y ella ya no podía estar con su abuela, así que nos tocó despedirnos.
—¿La extrañas? —pregunto.
Su rostro se despega de la mesa de noche, regresando a mí.
—Mucho —aparto una de mis manos de la taza y la coloco en uno de sus hombros para acariciarlo.
—Lo siento —digo viendo su rostro triste.
—Recuerdo que ella fue mi única amiga, en la primaria y parte de la secundaria.
—Pobre chica —digo en forma de burla para quitar el ambiente triste.
—Eso dices tú porque no conoces lo galán que puedo llegar a ser, te puedo asegurar que muchas chicas desearon estar en el lugar de Claudia —dice regresándole la sonrisa.
—Eres un presumido —digo golpeando suavemente su hombro.
—No lo soy, soy honesto que es otra cosa.
—No es verdad —digo refunfuñando.
—Sí, además en esa época tenía que defender a mi mejor amiga de los simios que se le aparecían con chocolatito, rosas y esas cursilerías que utilizamos los hombres para conquistar a las chicas.
—Ah, con que admites que son cursilerías —se tira un par de carcajadas y yo lo acompaño.
Mi estómago siente algo que revolotea cuando él regresa su mirada a mí. Me siento extraña, pero al mismo tiempo siento que esto es lo más bonito que he sentido. Jamás en mi vida había vivido tanta complicidad con un chico. Siento demasiada paz, que deseara que los minutos de esta conversación sean eternos.
—Debo de confesar que Claudia me gustaba, ¿sabes?
—¡No! —digo de manera irónica y entre broma.
—¿Qué? —pregunta sonriendo.
—Era obvio que en esta historia, iba haber amor —le guiño un ojo y él se acerca más a mí.
—Que inteligente eres —dice en una forma seductora. Coloco la taza de nuevo en mi boca, no saben cuánto me ha estado ayudando esta estrategia para mis sonrojos.
—No se necesita ser inteligente para ver la complicidad en esa foto —digo señalándola.
—Pues ya que usted es muy intuitiva, debería de darse cuenta de muchas cosas que le estoy diciendo ahora mismo, con mis ojos —mi corazón empieza a palpitar como loco tras esas palabras, ¿por qué no se le quita lo coqueto ni un solo segundo?
—¿Tienes hambre? —la pregunta lo hace tirar otro par de carcajadas que me hicieron sonreír.
—Eres demasiado inocente, Abi.
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Querido Idóneo [Borrador] (Completa)
SpiritualAbigail era una chica muy cristiana, a pesar de sus 15 años, era muy madura en los caminos del señor, todas las noches al momento de acostarse le pedía a Dios que mandara a su idóneo, ese hombre que con solo verlo reflejará el amor que provenía de l...