Capítulo 42.

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Suspiro un poco para dejar fluir la ansiedad de saber que ya estamos muy cerca, mi mirada trata de perderse otra vez, pero Jack despega su vista de enfrente y me ve. Había salido del asiento del copilo para ocupar el asiento de al lado y estar junto a mí.

—¿Cómo te sientes? —pregunta.

Le trato de sonreír, me estoy acostumbrando demasiado a Jack, que me da miedo reconocerlo, no puedo creer que en medio de esta incertidumbre él sea un soporte seguro, ese ser que hace que mi carga sea más liviana, es como si estuviera compartiendo todas mis malas situaciones y mi pecho se liberara.

—Estoy intentando calmarme, créeme que sí —bajo mi rostro y veo una de mis piernas moviéndose con rapidez.

—Esa es ansiedad, ansiedad pura, Abi— Eso me solía decir mi maestro de primaria del último grado.

Muerdo mi uña del dedo índice aun con mi mirada en la misma posición.

—Hey— su tacto en mí, me hace verlo —¿Y ese nerviosismo?

Muerdo mi labio inferior, sus manos sobre mi rostro. A pesar de que su padre iba manejando, su presencia no era algo que nos molestara para demostrarnos afecto.

—No puedo negarte que tengo miedo, mucho miedo—confieso — Como sabrás mi madre no es una mujer muy compresible que digamos —Sonríe, tal parece que eso no lo perturbo.

—Estamos juntos en esto — el carro se detiene y mi corazón comienza a latir como loco.

Comienzo a recordar que la deje hablando sola cuando le corte. Soy una chica muerta, pego un gruñido y en medio de eso, el padre de Jack baja del auto.

¿Qué pasa aquí?

Lo veo caminar en dirección a la puerta y tocar el timbre.

¡No!

—¡No! —grito como una desquiciada. Mis pensamientos me traicionaron y salieron a flotes.

Bajo del auto y Jack sale atrás de mí, no podía permitir que ellos metieran su cara en vergüenza por mi culpa. Yo soy la culpable de que Jack se haya retrasado por mi insistencia en darle de comer a los cerdos.

Solo a mí se me ocurre hacerlo de noche.

—Abi —su voz no fue grotesca, pero si autoritaria, lo suficiente para hacerme parar en seco. Se acerca a mí —Déjanos ayudarte, por favor —volteo a verlo, no, es demasiado, y encima que me ofrecen su ayuda, lo piden por favor.

—No puedo dejar que hagan esto...

—¡Felipe! —la voz de mi madre y el sonido de unas llaves hacen que voltee de regreso en dirección hacia la puerta —¿Qué haces aquí? —los ojos de ella se quitan de los del padre de Jack y buscan mi rostro quedando un tanto perpleja —¿Abi?

—Precisamente te venía a explicar el porqué de estas horas, Carmen —camino hacia la puerta, muy cerca de la entrada de la casa.

—Mamá...

—Verás —interrumpe Felipe para seguir con la conversación, mi madre quita la mirada de mí y la regresa a Felipe —Jack dejó su auto en el parqueo de la escuela, y en el refugio tuvieron un percance.

—¿Un percance? —pregunta boquiabierta —¡Válgame Dios! —dice con sus ojos expresivos. Me ve de nuevo, y esta vez también busca a Jack —¿Pero qué les paso? Sus ropas están llenas de lodo, ¿y ese olor? —arruga su nariz —Algo apesta aquí.

—Mamá —Enrique sale en medio de la puerta como un bicho sin invitación —¿A qué horas me llevaras la leche?, mira que me duermo.

—¡Cállate, mal educado! —mi madre le da un ligero manotazo. Jack y su padre sonríen. Se miran que son dos buenos cómplices, no puedo creer que sus diferencias los hubiera separado tanto tiempo.

Querido Idóneo [Borrador] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora