Capítulo 30

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Caigo en mi cama como la típica dramática llorando sin consuelo. Me duele cada palabra que Mayra me ha dicho, jamás pensé que alguien podía ser tan cruel conmigo, pero lo fue, y cada palabra ha quedado grabada en mi pecho abriendo una herida que no existía.

Cierro mis ojos fuertemente y me aferro a la almohada. Quiero desaparecer, quiero desintegrarme, borrar mi pasado, los días en que conocí a Jack, en que descubrí a la verdadera Mayra. Simplemente quiero desaparecer todo.

Mis lágrimas caen sin detenerse, cuando recuerdo cada palabra.

—¡Eres una estúpida Abi! —me reprocho en voz alta, y con un dolor en el pecho que no me deja respirar —¿Cómo has podido pensar que existe un idóneo para ti? ¡No, no, no! ¡Mil veces no! —aviento la almohada al piso con fuerzas, con ganas de depurar el dolor que me acecha y me plantea quedarse. Me levanto de la cama y busco mi libro de notas. Lo encuentro, lo veo por un par de segundos, mis lágrimas ruedan y caen sobre su portada. Flores rosas y un oso color café feliz, era la primera plana de este —Sí que eres cursi Abi —abro el cuaderno y comienzo arrancar cada hoja como si fuesen mi peor enemigas. Cada poema que había vuelto a escribir lo estaba destruyendo, así como el señor Gruñón lo trituro la vez pasada con su hocico —Nunca más, nunca más...—me dije con voz quebrada cayendo despacio de rodillas al suelo, mostrando derrota, mostrando tanto sentimientos juntos —Dios, no es justo... ¿¡Por qué!?

—Abi, ¿estás bien? —escucho dar unos cuantos golpes a la puerta.

Trago saliva y me limpio las lágrimas para poder recomponerme.

—Estoy...yo...estoy bien —digo luchando con cada palabra que sale de mi boca.

—¿Estás segura? —pregunta mi madre angustiada.

—Sí.

—Entonces ¿Por qué siento que estas llorando? —vuelvo a tragar saliva y atrapo una lágrima que ya venía deslizándose sobre mi mejilla.

—No es nada, solo tuve un mal día en la escuela. Ya sabes, bipolaridad y sensibilidad mezcladas —escucho silencio del otro lado de la puerta, pero no dura mucho.

—Está bien, te dejare sola un rato, pero baja a cenar por favor, ya casi esta lista, y tu padre quiere verte, recuerda que casi no lo ves, y es el único día que pudo salir temprano del trabajo —muerdo mis mejillas y suspiro fuerte para sonar mejor.

—De acuerdo, en un rato bajo, no te preocupes —escucho pasos alejarse. Siento mucho alivio. Dejo caer mi cabeza sobre mis piernas, que se mantenían sobre el suelo —Debería de dejar de pedirte por un idóneo, he sido más que estúpida pensar que necesitaba a alguien a mi lado, y sobre todo, que tú me lo ibas a mandar —levanto mi cabeza y veo al techo de mi cuarto —Obviamente mi madre tenía la razón, en la adolescencia no hay tiempo para novios, no hay tiempo para pensar en la persona que se supone que está destinada para ti ¿¡Pero qué destino!? Fui la más boba del mundo por pensar que Jack podría ser para mí, que podría ser mi idóneo —me levanto con mucha rabia en mi interior buscando la ventana para aventar lo que quedaba del cuaderno de notas. Llego y no titubeo en hacerlo. Lo aviento con mucha fuerzas, tanto, que no lo vi ni caer por la oscuridad de afuera. Inmediatamente enciendo mi computadora y borro cada archivo que he escrito sobre mi esperado amor. Mi respiración es agitada, mis respuestas radicales, no sé si mañana tendré esa rabia que me impulsa a alejarme de todo ese ser que esperaba, o que pensaba que ya había encontrado. Pero no me arrepiento de hacer lo que hago, porque lo único que quiero es que mañana se encuentren con otra Abi, esa Abi que debí de ser hace mucho, esa Abi más realista, esa Abi que no cree en el romanticismo, que no cree más en el amor, esa Abi que lo único que le debería de importar, es llegar a ser alguien en la vida.

Querido Idóneo [Borrador] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora