Capítulo 8

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Todo mi cuaderno de notas lo había destrozado, quería llorar, no entiendo por qué estos animales son tal mal educados, se supone que les doy todo el amor que puedo, su comidita que tanto les gusta, paseos cada tres días al mejor parque de la ciuda...

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Todo mi cuaderno de notas lo había destrozado, quería llorar, no entiendo por qué estos animales son tal mal educados, se supone que les doy todo el amor que puedo, su comidita que tanto les gusta, paseos cada tres días al mejor parque de la ciudad, juguetes caros para que se diviertan, ropita de mascota de moda... No, si solo les falta un collar de diamantes para que la gente se dé cuenta que son unos mimados.

Los cuatro me van a sacar canas verde, ok no, sacaré a Pitufino de este rollo, él no se ha portado mal, es un buen gato, lo vi antes de entrar jugando con el gatito de dos meses del vecino, y hasta el momento no me han traído ni una sola queja de él.

—Dame ese cuaderno —le arrebato los pedazos que quedaban y lloro sin lágrimas —¿Cómo pudiste hacer esto conmigo señor Gruñón? —él me ve masticando una de las últimas hojas del cuaderno —¿Sabes las horas en vela que pase para hacer estos poemas? —se levanta del lugar y me da la espalda —¡Oye! No seas mal educado. Te estoy hablando.

Me iba a parar en frente de él hasta que me diera una explicación, pero veo que Almendra me ve raro. ¡No otra vez!

—¡A no Almendra, ubícate! —miro que sus uñas salen de sus pequeñas patitas y mueve su cola repetidas veces sobre mi almohada de jirafa —Sí vuelves a morderme, te llevaré al refugio para que te eduquen, muy mal educada esta señorita, y tú —digo señalando a Susi —deja de querer comerte el dibujo de pez de mi camisa. ¡Dios! ¿Qué voy hacer con estos animales? —me jalo unas cuantas hembras de mi cabello y pego un chillido.

Me siento impotente, estoy a punto de sacar una banderita blanca y darme por vencida, cuando el sonido de mi teléfono suena incesantemente dentro de mi bolso.

Camino al lugar donde lo deje tirado y una llamada entrante de un número desconocido se reflejaba en la pantalla.

—Hola

—¿Estas lista? —es la voz de Melvin, olvide por completo nuestra salida.

—Lo siento, lo olvide —digo con sinceridad.

—No me digas eso, llevamos planeando esta salida con los demás desde el mes pasado.

—Lo siento ¿Sí? —escucho el sonido de un bufido.

—Está bien —su tono de voz suena a decepción —Sera para la próxima entonces.

Ya iba a colgar diciéndole un triste "Adiós" Pero me detiene lo que veo.

La barriga del señor Gruñón sube y baja de forma extraña y eso espanta mis nervios como una alarma contra incendio.

—¡Melvin no cuelgues! —ruego atemorizada por lo que miro —Creo que le pasa algo a señor Gruñón.

—¿Al señor Gruñón? — Pregunta confundido. Mientras Melvin hace ruidos con su respiración esperando una respuesta, yo me acerco más a mi perro y miro sus ojos rojos, me estoy comenzando a asustar y no es bueno —Abi ¿Estás ahí? — vuelve a preguntar Melvin.

Querido Idóneo [Borrador] (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora