—¿Abi, estás bien? —¿Melvin? mi vista esta borrosa sin casi ver nada. Creo que empezaba a delirar en realidad.
—Y...o... ¿Eres tú príncipe Harry?
—Te dije que estaba fumando hierba ma, solo mírale la cara de lunática que se gasta.
—¡Cállate Ricardo! que no ves que se pudo haber fracturar una pierna, ¡O peor aún! pudo haber muerto...
—No seas exagerada mamá, si apenas fueron cinco escalones.
Como deseara ver la cara de mi madre preocupada, pero siento que mis ojos no me dejan ver ese momento épico.
—¡Almendra, estarás castigada por una semana! —grita mi madre con la voz más alta de lo habitual.
¿Almendra?
Con que fue ella la que ayudo a mi torpeza ¡Claro! por eso sentí algo peludo antes de caerme.
Trato de reincorporarme y Melvin me sostiene con sus manos para llegar a un sillón cercano ¡Qué vergüenza! Parezco una vil ebria sin equilibrio, desearía emborracharme un día de estos para en verdad enrollar las piernas con el propósito debido.
Dejo caer mi flaco cuerpo sobre el suave sillón y un dolor en la espalda me alerta que había caído de una forma brusca y que todo el peso se fue a esa zona. La sobo sin dudarlo y pienso que quizás me quebré una costilla, será que ya estoy imaginando cosas. ¡Ay Dios! Ojala que no sea así.
—Abi —Melvin se inclina y posa sus brazos sobre mis piernas —¿Cuánto ves aquí? —pregunta para verificar si ya miro bien y el aturdimiento se fue.
Arrugo mi ceño y como si tuviera una botella de tequila en una de mis manos digo: —¿8?
—Definitivamente la unicornio anda en su mundo ahorita — Ricardo ríe sádicamente como si fuese carroñero queriendo despellejar a su presa por completo.
—¿¡Qué pasó aquí!? —esa era la voz escandalosa de Enrique, ya se había tardado en aparecer. Ruedo mis ojos y dejo caer mi cabeza. ¡Dios envía ángeles y mándame a traer ahora mismo! —¡Los ovnis vinieron y no me dijeron! — regreso mi rostro hacia delante y sostengo mi cabeza como si la resaca me venía apareciendo después de un día de tomar sin parar.
—Que ovnis ni que nada, —mi madre se acerca a mí tirando a un lado a Melvin para sobar mi hombro con delicadeza —Mi esponjita, no te preocupes, mamá te hará un remedio de la abuela para que puedas curarte de la vista.
¿Qué?
¿Entonces no era 8 lo que Melvin me mostró con sus dedos?
Saco un puñado de aire contenido en mis pulmones. Estoy a punto de renunciar a todo.
—¿Esponjita? —Ricardo y Enrique sueltan una risotada y yo solo los miro molesta con la cara más psicópata que podía.
Me dije a mi misma que solo estaba aturdida por la caída, y que eso era todo, solo tenía que cerrar un momento los ojos y...
—Debe ser por los pelos alborotados que relucen en su cara bro —dice Enrique asaltando mis pensamientos.
—¡Se me callan los dos! —¡eso! cállalos madre, porque les juro que por un segundo me vi de pie levantándolos del cuello a los dos.—Si vuelven a hablar, los mandaré una semana a barrer las popos de todos los animales de la casa — se levanta y los sentencia con el dedo índice.
—¿Incluyendo el de Abi? —pregunta Ricardo en tono burlón.
Ya no los soporto, me levanto fingiéndome bien, y al hacerlo veo el rostro de Melvin conteniéndose la risa por la locuras que decían estos par de payasos que tengo como hermanos.
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Querido Idóneo [Borrador] (Completa)
SpiritualitéAbigail era una chica muy cristiana, a pesar de sus 15 años, era muy madura en los caminos del señor, todas las noches al momento de acostarse le pedía a Dios que mandara a su idóneo, ese hombre que con solo verlo reflejará el amor que provenía de l...