Jimin estaba en shock observando al chico que posaba en aquella parada de autobus. El modelo rubio hacia que el lugar fuera un paraíso. Su cabello sujeto por una bandana, casi largo, ojos grandes y castaños, una nariz perfilada, labios gruesos, piel morena como las tostadas que usaba de desayuno, sus manos largas, casi el doble que las suyas, sus hombros anchos cubiertos por una sudadera deportiva, un torso apetitoso, una cintura pequeña cubierta por pantalones grises, y tenis de marca ¡Mierda! El chico era muy caliente, sexy. Jimin podía imaginarlo desnudo ¡Jesús! El modelo sin nombre, era una bestia. El perfecto hombre que toda mujer desearía tener en la cama cada mañana para complacerla y Jimin no era la excepción.Jimin tomó un respiro para seguir en su maratón nocturno tratando de olvidar aquél "encuentro". Deseaba que surgiera alguna escena cliché de los doramas, aquella donde ambos chocan y uno cae sobre el otro, con luces de colores y una canción romántica de John Legend, mirándose a los ojos, manteniendo la tensión sexual y terminar con un dulce beso... Pero lo único que consiguió fue tropezar con la raíz de un árbol y pisar mierda de perro.
-Maldita sea...
Su suerte parecía no ser buena. No sería el protagonista de un dorama romántico, sino, el imbécil que solo aparece una vez en emisión.
Limpió sus tenis con el pasto y siguió rumbo al edificio donde vivía con olor a mierda de perro siguiéndolo. Una asco. Su vida era un puto asco.
Cuando llegó a su departamento, lavó sus deportivos para después meterse a la ducha, no sin antes observarse en el enorme espejo frente a él. Le servía de terapia. Se veía gordo. Odiaba sus mejillas redondas, sus lonjas, sus ojos, sus labios, su cuerpo... TODO. Lo odiaba todo de él y no pudo evitar llorar mientras la ducha limpiaba su rostro deprimente con agua fría hasta que se calmara. Envolvió una toalla en su cintura, sacudió su cabello y preparó su pijama. Ya listo, cocinó la cena.
Hacía ya más de tres años desde que había dejado su vida en Busan para perseguir sus sueños. Deseaba ser el mejor bailarín de Ballet, que su nombre se leyera en los carteles de danza en la ciudad, en el mundo. Ahora que su mejor amigo, Hoseok, había obtenido el papel principal, sus objetivos perdían su equilibrio. La cena sabía amarga, sus lágrimas ardían en sus mejillas, el silencio golpeaba sus oídos, los quejidos dolían, el fracaso... la tortura... sus sueños... un amor que lo quisiera...
Pronto, los huevos fritos se resolvieron dentro de su estómago obligándolo a correr al baño. Se arrodilló frente al excusado para devolver toda la comida entre arcadas, la garganta ardía, sentía un sabor rancio-ácido, un olor ácido le hacía volver a vomitar presionando su estómago hasta dejarlo vacío y tirado en el suelo del baño. Apestando a mierda, apestando a nada.
[...]
Hoseok despertó en una amplia cama. Estaba solo, el sol quemaba su piel morena. Entré abrió los ojos notando las paredes pintadas de amarillo por el amanecer entrando por su ventana. La vista de la ciudad era limpia con un cielo despejado, inundado del tráfico matutino. Estiró sus brazos y piernas dejando que la energía retomara su cuerpo y así, levantarse.Sonrió al ver la enorme cama. Recordó los gemidos, los besos, las caricias, los azotes, los gritos, los orgasmos que se envolvían entre las sábanas. Era tan delicioso despertar después una sesión de sexo rudo nocturno. Aún podía sentir los labios del señor Min tomando los suyos.
Tiró de la sábana para levantarse. En el buró le esperaba una nota con la caligrafía fina, escribiendo en letras cursivas:
"Buenos días, cariño.
Tuve que regresar al trabajo muy temprano. La pasé muy
bien contigo, bebé.
Esta noche no podremos vernos,
tengo una reunión con mis
empleados.
Ten un buen día.
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FANTASY【YOONSEOK】
RomanceJung Hoseok es un estudiante en la academia de ballet más importante de Corea. Está decidido a perseguir sus sueños de ser el mejor y mayor reconocido bailarín de su país aunque algo se lo impide. Dinero. Por ello, decide buscar a un Sugar Daddy qu...