Lágrimas

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Era sábado, no había clases y teníamos todo el día libre.

Eran las 5.30 de la mañana y, como no podía dormir después de aquel sueño, me fui de la habitación hasta el Gran Comedor. Me gustaba ver las cosas del castillo, los pequeños detalles sin importancia que, con tantos alumnos y tanto ruido, no podías apreciar.

No había nadie por los pasillos, o eso parecía. Las personitas de los cuadros dormían y algunos, hasta roncaban.

Me dirigía al Gran Comedor por el oscuro y silencioso pasillo. Apenas veía nada.

Después de un rato, parecía haberme perdido. Opté por entrar por una vieja puerta, entreabierta.

Era una habitación oscura pero se podía apreciar lo que parecía un gran espejo, y más abajo, hecho una bola, una silueta, que parecía ser una persona.
Se escuchaba el lloriqueo de alguien.
Me acerqué poco o poco hasta esa silueta.
Era una persona, que acurrucada en el espejo, lloraba. No parecía haberme oído entrar.

Me senté junto aquella persona y posé mi mano en ella.

Aquella persona se asustó al notar mi mano sobre su espalda.
Me miró, sorprendido por mi presencia en aquella habitación, tan lejos y difícil de llegar.
Se secó las lágrimas con una de sus mangas de la camiseta.

Al ver sus ojos grises y su pelo rubio platino supe que se trataba de Malfoy. Draco Malfoy.

Me quedé sorprendida al saber que aquella persona, que lloriqueaba desconsoladamente, era Draco.

Me miró avergonzado.
Aún tenía sus ojos cristalizados y tenía los pómulos rojos.

Draco no dijo nada. Parecía esperar alguna burla de parte mía.
Pero yo solo le acaricié la espalda.
Me sentí culpable.
¿La causa de sus lágrimas era mi culpa?

-Mira -Dijo de repente. -¿Lo ves? -Dijo, señalando el espejo.

Negué con la cabeza. -¿Qué ves? -Le pregunté.

-Me veo a mí, estoy junto a mis padres y me abrazan. Detrás puedo ver todos los estudiantes de Hogwarts que me sonríen y apoyan. -Dijo, soltando al final un suspiro.

Supe cuál era el motivo de sus lágrimas.

Aquel era un espejo, que, cuando te reflejabas en él, podías ver lo que más deseabas en el mundo.

En su caso, solo quería el amor de sus padres y puede que tener amigos que le apoyasen y ayudasen.

Me levanté del suelo y me puse delante del espejo con la intención de saber que es lo que realmente deseaba.

Solo me vi a mí, sonriendo.

¿Acaso ya lo tenía todo o realmente lo único que deseaba era ser verdaderamente feliz?

Volví a sentarme.

-¿Quieres que vayamos a la cocina y nos robemos unos dulces? -Le propuse a Draco.
Él solo sonrió y se levantó.
Me lo tomaré como un sí.

El me guió hasta la cocina, ya que yo no sabía dónde estaba, y nos colamos en ella.

Yo no cogí nada pero en cambio, Draco, se llenó los bolsillos y las manos.

Draco me dijo que cojiera algo, pero me negué.

Salimos de allí.

-Venga, vayamos afuera. -Me dijo Draco mientras caminaba más rápido por si algún profesor andaba por allí.

Fui tras él, soltando alguna que otra carcajada, al ver que, cuanto más avanzabamos, más dulces caían de su regazo.

Salimos a las afueras del castillo. Y nos sentamos al borde del bosque prohibido, entre unos árboles y algún que otro arbusto.

Pasamos la noche comiendo dulces y riéndonos.

-Creo que estoy mal. -Dije mientras miraba el bonito amanecer.

-¿Por qué? -Preguntó Draco, con la boca llena de magdalenas de colores.

-Porque quiero ser tu amiga. -Respondí.

Draco tragó su magdalena y me miró, sonriente.

Miré hacia el castillo, una pequeña silueta se acercaba a nosotros, aligerando el paso. Parecía una gran rata o... La Señora Norris.

Draco me bajó hasta un arbusto, escondiéndome.

-Es la señora Norris, como nos pille la liamos. -Dijo Draco, intentando mirar entre el arbusto.

De repente y sin sentido alguno, aquella gata apareció detrás nuestro y al vernos corrió hacia el castillo.

-¡Vamos! -Me dijo Draco mientras me cogía del brazo y tiraba de mí.

Corriendo, entramos a la sala común de Slytherin.

-Yo también quiero ser tu amigo. -Me dijo cuando me soltó y corrió a su habitación.

[Terminado] «StrangeSlytherin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora