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La puerta fue azotada con fuerza. Kaminari se levantó de golpe y se asomó desde su cuarto para ver cómo el rubio lanzó su mochila.

—Viejo, llegaste tarde. — Intentó aligerar la atmósfera. —No he comido por esperar a que llegues.

—¡Jodete! —Bakugou caminó a su habitación y cerró la puerta de muy mala gana.

Denki llevaba un buen tiempo conociendo al cenizo explosivo de muy mala leche, enojón, amargado, y distante. Así que se sentó recargado en la puerta de su amigo.

—Qué crees viejo —comenzó a hablar— ayer conocí a una chica, una de esas que sólo ves una vez en la vida y luego desaparecen sin dejar rastro. —Hizo una pausa, el silencio reinó, años de experiencia le hacían saber que Bakugou escuchaba. —Y le conté mi triste historia —dijo melancólico— y ella me contó la suya, aunque es enredada y sumamente difícil de afrontar, se animó a hablarme. Cuando comenzamos a conversar su cara era un monumento de dolorosas emociones, pero después de soltar todo, se veía mejor —, pegó su oído a la madera de la puerta para saber si obtenía algo. —Así qué, cuéntame.

Espero unos 15 minutos, pero sabía que a Katsuki se le tenían que bajar las estrellas de cielo, Saturno, Marte y Júpiter para que accediera. Así que le dio tiempo.

—Soy un pendejo.

—Ni que lo digas. —Se burló Denki.

—Se acercó tanto que entré en pánico, y la empujé... Quizá muy fuerte, se volvió a acercar y casi le reviento su maldita cara bonita.

Kaminari suspiró y se pegó más a la puerta, las últimas palabras del cenizo no las alcanzó a escuchar.

—Metiste la pata —sinceró.

—¡Eso no es todo! ¡El tiburón llegó detrás y se atrevió a gritarme! —gruñó.

—Mierda. —Denki esperaba el momento para abrir la puerta.

—Él me dijo que ella es su novia, y le dije que nunca debió serlo.

—Oh Mierda —tomó el pomo de la puerta.

—Es más putamente difícil de lo que pensé. — El click sonó y Kaminari entró despacio, se sentó en la silla del escritorio y acomodó su melena.

—Pero la olvidarás. — Afirmó.

—¡Pues que sea rápido puta madre! —se levantó de la cama y su ceño estaba fruncido. —¡Son tan diferentes!

Denki lo miró enojado.

—Su cabello es largo y en una coleta, tan sencillo que lo aborrezco, sus ojos son delgados y afilados, es tan dramática y encajosa que me encabrona cuando me hace berrinche —gruñó— y sólo llevamos dos días.

Denki comenzó a reír. —Viejo no me jodas, eso nos es nada comparado-

—No te burles. ¿Quieres morir?

Bakugou miraba como el rubio intentaba calmarse, tenía razón, por nada del mundo le gustaría ser Kaminari.

—¿Qué mierda con la chica que sólo te contó sus problemas y luego se fue? —cambió el tema.

—¿No te ha pasado? De esas personas que te topas e incitan confianza, les cuentas tus penas y ellos las suyas a ti, después simplemente desaparecen, liberando sus penas. —Ladeó la cabeza.

—Son mierdas.

—Casi me enamoro —dio una risita. —Lastima que eso es imposible para mí —la sonrisa se volvió una mueca triste. —Yo ya he muerto. — Intentó bromear.

Encuentra Lo Que Amas y Deja Que Te Mate

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