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No podía llenarse de nervios en ese momento, así que dio un vistazo al rubio que parecía adolorido.

—Me voy —anunció como si Kaminari pudiera escucharla.
Se levantó en un suspiro inaudible, tenía aún pequeñas flores dentro que tenía que incinerar de inmediato.

Pasó al lado del cenizo y salió de la casa.

—Es tarde, te llevaré —. Ella continuó caminando, y poco después él iba detrás. Se sentía extraña, Bakugou odiaba que caminaran frente de él y ahora parecía estar cómodo así, quizá era el calor que siempre acomplejaba al cenizo.

Ella se detuvo y miró atrás, si, esperó a que él llegara a su lado.

—Denki está mal —informó.

—Lo sé, por eso antes de llegar a casa compre medicamentos sin receta. — Gruñó.

Lo miró al rostro, sin querer se le escapó una sonrisa. Era obvio que se apiadaría de su amigo.

—Eres tan amable —masculló aliviada e inaudible.

—¡Joder! Vives putamente lejos Uraraka —gruñó—, me cago en el calor que está haciendo.

Lo ignoró.

Miró al frente y se dispuso a perderse en su mente.
El calor la estaba haciendo sentir extrañamente sentimental. Sus ojos se llenaban de más brillo a consecuencia de las lágrimas que quería surgir; se sentía cálida por tenerlo a su lado, pero tan fría al saber que sólo será un fugaz momento pues después el iría con Yaoyorozu.

○○○○

Ochako miró al frente y se sumergió en su mundo sólo como ella sabe.

El calor lo estaba haciendo mierda y eso lo hace sentir sofocado. O quizá es el pitido de su corazón que va al mil por hora luchando contra la voluntad de jalar una de sus mejillas y sacarla de ese mundo que parece hacerse distante.

—¿Uraraka?

Enfocó a la chica que continuaba caminando con las lágrimas corriendo por su rostro, se sentía culpable; la volvió dependiente a él y después la lanzó lejos por cobarde.

—Cara redonda. —Llamó más fuerte, logrando su objetivo: Ochako volteó algo asustada y parecía querer romperse ante el más mínimo tacto, —tan frágil —masculló entre dientes frunciendo el ceño en frustración.

—¿Cómo está el tiburón?

Intentó cambiar el tema y rumbo.

—Mandó un mensaje diciendo que llegará después de vacaciones, sólo eso.

No supo que más decir, estaba ansiosos de comenzar una conversación, sentía que ella se estaba cerrando.

Ella miró de nuevo al frente y lentamente se volvía a perder en el frío.

Miró a la izquierda en busca de ideas para sacarla de ahí, quizá sólo estaba triste por los mensajes del pelirrojo sólo informando su ausencia sin ningún tipo de motivo. El tiburón a veces es tan putamente egoísta.

—¿Por qué mierda lloras?

El respingo que dio la castaña le causó leve gracia.

Predijo su sonrisa, sus labios calmos delineándose y adelantó sus palabras en su mente “No te preocupes, estoy bien.”

—No te preocupes —lo encaró y sonrió dulcemente— estoy bien.

Frunció el ceño, había previsto bien, pero era tan putamente frustrante, ambos jamás decían o expresaban como se sienten verdaderamente, son tan malditamente tercos y orgullosos.

—No me vengas con mierdas —la detuvo tomándola del brazo.

—Sólo llévame a casa —chilló llorando— y por favor camina lento ¡Vas muy rápido! —Miró el suelo con las mejillas rojas y la mirada escondida— ¿Tanto quieres a Momo qué buscas caminar rápido para irte pronto?

—¿Eh?

Ella abrió los ojos y miró asustada el rostro confundido y colérico de Katsuki. Sus lágrimas se suspendieron por completo y abrió sus labios para excusar su evidente escena bochornosa de celos.

Encuentra Lo Que Amas...

La estaba llevando a casa, porque le preocupaba su bienestar y seguridad. Pero ahora su pene se estaba apoderando de él y pensó sólo en sus labios.

Jaló fuerte, y ella se sorprendió cuando la agarró bruscamente del mentón y fusionaron sus labios.

Encuentra Lo Que Amas Y Deja Que Te MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora