Encuentra Lo Que Amas Y Deja Que Te Mate

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ＡＤＶＥＲＴＥＮＣＩＡＳ

✖ Contenido Sexual
✖ Lemmon [8/10]

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Las flores estallaron en su interior, las raíces se adentraron en su pecho y se aferraron a la cálida sensación.

Era tan malditamente bueno, así que vorazmente empujó más fuerte sus labios para hacerlo más personal, era de noche, no había nadie en la calle y el único testigo de su gran pecado en contra de su mejor amigo de la vida era la luna llena que alumbraba delicadamente las mejillas rojas de Ochako.

¿Por qué no lo lanza lejos? ¿Por qué no lo empuja lejos de su calor? Se torturó pensando eso en sus adentros.

El miedo lo comenzó a inundar, quizá después de eso ella se alejaría y lo abandonaría.

—No estoy confundido —masculló cuando se separó del beso—. Por favor —la tomó de las mejillas— piensa en lo que vas a abandonar si te quedas —gruñó débilmente volviendo a besar sus labios, esta vez jugando con ellos de manera lenta, mordiendo suave y de vez en cuando aventurado su lengua.

Firmó su sentencia.

...Y Deja Que Te Mate

Empujó la puerta y cerró tontamente detrás de él.

La empujó contra la mesilla que estaba a poco de ella. La acorraló con los brazos y comenzó a besar su cuello de manera delicada y continua.

Ochako sólo suspiraba, estaba mal, todo estaba llendo al peor rumbo posible; estaba besando a Katsuki, incluso de una manera tan desmoralizada como nunca fue con Eijiro. Se sentía confundida y aturdida por las caricias,
cuando nunca le causaron tanto
revuelo las del pelirrojo.

La lengua delineó su tráquea y ella no hizo más que cerrar los ojos en vergüenza y placer. Se estaba matando a sí misma, deseó con todas sus fuerzas que Bakugou estuviera teniendo un elegante despliegue de hormonas y testosterona, para que sólo fuera uno de esos pecados carnales que cometen los amigos de confianza una vez en la vida.

—Katsu —se fundió en esa masoquista idea y abrió los brazos dándole todo el permiso de profanar lo que quisiera. Aunque le remordiera que con Eijiro jamás llegó tan lejos.

Él bufó cargándola.

Ochako escondió su rostro en el cuello del cenizo y aspiró su aroma.

Ojalá y mañana simplemente él se fuera sin avisar y volviera a dedicarle ese semblante tan desprogresivo, y volviera a levantar esa muralla indiferente frente a ella. Ojalá y así fuera, para que las flores se apagaran con el veneno del dolor.

—Ahh~ —cerró los labios cuando las manos de Bakugou se aventuraron debajo de su blusa; ya en las rosadas sábanas.

La clave es dejarse llevar ¿No? Nunca nadie es fiel a alguien, al menos que sea un animal monógamo, como los caballitos de mar quizá. Dio una risita por su estúpida excusa rebuscada.

—¿Qué mierda? —se levantó sobre de ella mientras quitaba su camisa.

Ochako lo miró a los ojos, aunque Katsuki tenía una mirada pesada sabía que a él le causaba cierta vergüenza en su interior.

Él la evitó de una manera algo tonta y tierna. Sin querer sonrió enternecida.

—Katsu —se irguió un poco y con sus brazos rodeó su cuello y lo empujó de nuevo hacia ella.

—Nght —arqueó la espalda cuando el pene de Katsuki abrió todas sus paredes, y suspiró muy fuerte cuando él comenzó a moverse.

Apretó las sábanas y lo disfrutó tanto como pudo, tener sexo con su mejor amigo tanto de ella como de su novio no tenía perdón.

Pero, mientras las embestidas frotaban más su interior y los fluidos hacían más glorioso el vaivén; la culpa se alejaba, y no podía hacer más que besar y regalar caricias cargadas de sentimientos erráticos y confundidos.

—Ochako... —bufó.

—Ahhh~ —gimió intentando no alejarse de la realidad. Lo miró a los ojos con la mirada llorosa y su rostro ardiendo.

—Enamórate de mí —gruñó empujando fuerte y haciendo que la castaña diera un grito que le puso más eufórico que nunca en su vida. Atrapó los senos de la chica y comenzó a jugar con ellos.

Ochako regresó de la ola de placer. —¿Qué somos? —Preguntó entre jadeos.

Encuentra Lo Que Amas
Y

Deja Que Te Mate