Encuentra Lo Que Amas Y Deja Que Te Mate

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Entonces los instintos afloran; la chica sonríe, no normalmente sinó de una manera dulce, de una manera angelical. Sus ojos se entrecierran y parecen brillar más, sus raras pero adorables cejas bajan más de su posición normal, sus cabellos se mueve y oscila en el viento, y se derraman en su cuello. La ridícula e ilógica perfección, eso ve Katsuki. Entonces la línea gruesa parece hacerse más delgada. Pero, entonces ella abre los labios.

—Gracias Katsu, me has salvado de nuevo.

Oh, si supiera, él la salvaría cuántas veces fuera necesario, por siempre y para siempre. Por la santa mierda, no hay nada más que desee que salvarla.

—Tch, que sería de ti sin mí. — Gruñó.

De nuevo, esos minutos que se congelan lentamente.

Ella se levanta y lo mira con emoción.

No puede admitirlo, obvio que no, pero, sus entrañas se revuelven cada que ve ese gesto que le encanta y odia al mismo tiempo. Por la porquería, como odia sentir mierdas sin lógica.

—Estoy lista para el examen sorpresa.

—¿Ah? ¿Cómo sabes que habrá alguno?

—Mina lo escuchó en la sala de profesores. —Festejó alzando y bajando los puños al aire. Como siempre hacia.

—No hagas el ridículo, y termina de comer gorda. —La chica hizo mohín.

La empujó. —Me tengo que ir cara redonda —ocultó su inquietud. La chica sólo miró curiosa. Después de un minuto de análisis, ella asintió.

Salió rápido del comedor.

Al doblar para ir al baño, chocó con el inútil.

—Fíjate, estorbo. —Descargó un poco de su rabia en el jodido pecoso.
Entró al baño, y mojó su rostro con el agua fría. Miró su reflejo, gruñó, se veía tan miserable. —¡Agh! —se dio una bofetada para regresar a la realidad.

Las clases comenzaron y corrió contra reloj para que el puto maestro no lo dejara fuera del aula.

Como un hechizo, su lápiz bailó en aire, y delineó finamente el papel. Las voces se hicieron lejanas y miraba atento cada línea en el papel. Aplastó más la punta buscando una buena textura. Y terminó el dibujo de lo que rompía su lógica estaba culminando.

El dibujo de su amiga. Uraraka Ochako.

—Me pasarías los apuntes ¿Por Favor? —Bakugou pasó delicadamente su brazo sobre el dibujo, y disimulado entregó su libreta con el ceño fruncido. —Gracias Bakugou-kun. —El cenizo clavó su mirada en la chica. Momo Yaoyorozu.

Gruñó.

La campana lo sacó de sus pensares.

—¿Te podría entregar tu libreta mañana? No me dio tiempo de copiarlos. —Momo lo tomó del brazo, antes de que saliera por la puerta del salón.

—Como sea. —Se liberó del agarre y caminó rápido a la salida de la universidad.

Su momento final de la escuela favorito.

Ochako estaba parada a la salida, cuando ella notó su presencia esbozó una hermosa sonrisa y saludó muy entusiasta. Él caminó hasta ella.

—Katsu, hoy tengo que apurarme, nos han dejado varios proyectos.

Tch, malditos maestros que se la pasan dejando montañas de tarea, como esos bastardos no son los que la hacen. —¿Pasaste?

La castaña miró el suelo nerviosa. Eso era un "Perdón por hacerte perder el tiempo, pero, no lo pasé".

—Ught, Katsu, perdón por hacerte perder el tiempo, pe-

Su mano revolvió sus cabellos chocolate. Amaba saber todo sobre ella. —Estúpida, estudia mierda.

Uraraka sonrió, —nos vemos mañana Katsu.

Y ahí va, la razón por la cual tolera tanta mierda en la universidad.
Ella se pone de puntillas, estira su cuello y besa la mejilla del cenizo.

Una tradición que él mismo empezó en segundo año de preparatoria.

Él hace lo mismo y besa su frente.

—Jodete enana. — Uraraka dio una risita. Algún día alcanzaría su estatura.

Sin serle suficiente, mientras se marchaba a tomar el bus daba pequeñas señas al rubio que miraba en su dirección.

Bakugou gruñó, ella se subió al colectivo.
Dio la vuelta y comenzó a caminar en la dirección contraria. Alborotó sus cabellos, cerró los ojos y exclamó:

—Encuentra lo que amas, y deja que te mate.