Atrévete a Morderme y Moriremos Los Dos

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Subaru contuvo la respiración por un instante.

¿Que tonterías estaba diciendo Reiji? ¿Enserio creía que con algo así lograría matar a nuestro padre?

—E-estas... loco

—No hermanito. Tu mismo estas sintiendo en tu propio cuerpo el efecto de la droga. ¿Aun crees que podrías luchar en esas condiciones?

—Tu.... acércate y....ya veras.

El mayor embozó una sonrisa y se arrodillo junto a Subaru.

—Anda, pégame. Hazlo con todas tus fuerzas—sonrió Reiji provocando aun mas al menor.

Subaru se encontraba aturdido. Se sentía casi como ayer cuando Ayato le apuñalo con la daga blanca y se empezó a desangrar. La sensación era la misma, se notaba somnoliento, débil y vulnerable. Aunque en aquella ocasión tenia frio pero ahora sentía un calor insoportable que le quemaba las venas lentamente.

Junto todas las fuerzas que le quedaban y le propino un puñetazo a su hermano en la mejilla.

—¿Eso es todo lo que tienes? —se burlo Reiji.

El puño de Subaru no le había hecho apenas un rasguño, no había sido mas fuerte que un mero guantazo que podría haber pegado cualquier humano.

El alvino quedo sorprendido. Su fuerza, la que siempre lo acompañaba, había desaparecido.

—Te dije que no eras nada sin tu fuerza—añadió el pelinegro—Eres un ser reprobable, el producto de un repugnante experimento. Me da asco ser tu medio hermano. No se como a padre se le pudo ocurrir la idea de hacer contigo su sucesor.

—Y-yo no pedí....nacer, no... pedí tener.... a unos imbéciles.... de....hermanos, ni tampoco.... quiero ser rey.

Subaru saco su daga. La empuño con frialdad y la alzo hacia el mayor.

Reiji grito de dolor cuando esta silbó en el aire y le produjo un largo corte en el ojo derecho atravesando las gafas haciendo que los cristales se rompieran en miles de diminutos pedazos que se le clavaron en la cara.

El alvino aprovecho el descuido del mayor y huyo del laboratorio.

Corrió por los pasillos como si estuviera ebrio. Se zarandeaba hacia los lados y tropezaba cada pocos pasos siendo incapaz de consegrir que su mundo dejara de dar vueltas.

Finalmente logro llegar al pasillo donde se encontraba el resto de habitaciones. Entre ellas la del rubio.

Se alegro de haber llegado sin ser perseguido por el cuatro ojos...que ahora solo seria tres ojos. Aquello le hizo gracia pero su diversion no duro mucho.

Subaru no aguanto mas y se apoyo en una de las paredes para descansar.

Aquella droga se había extendido por todo su cuerpo. Sentía vértigo, calor, dolor de cabeza, fatiga, somnolencia. Y tantas cosas mas que su mente nublada no podía numerar.

El alvino fue deslizándose por la pared hasta acabar sentado en el suelo enmoquetado.

Tiro del cuello de su camiseta para tratar de aflojar el agarre de esta. Le estaba costando respirar y el calor que sentía no mejoraba las cosas. Se sentía como si estuviera en un caluroso verano al sol a cuarenta grados donde  cada rayo de luz le quemara la piel hasta volverla de un intenso color rojizo hasta finalmente convertirla en ceniza.

Oyó como se abría una de las puertas. Alzo la mirada topándose con el que menos le convenía encontrarse en estos momentos.

—Nfu~~ Subaru-kun a que caliente estas—dijo la voz pervertida de Laito.

El pelirrojo estaba apoyado en el marco de la puerta de su habitación colocándose su sombrero negro y mirando lujuriosamente al alvino.

—C-cálla...te—Jadeó Subaru.

—Pero Subaru-kun. Yo puedo quitarte lo caliente. —Sonrió el trillizo acercándose como un cazador a su presa.

—No.. me... t-toques.

Demasiado tarde, Laito lo había acorralado contra la pared colocándose entre sus pierna rozando con su rodilla la parte baja de Subaru.

Subaru soltó un pequeño gemido ante el rice en aquella zona.

La sonrisa del pelirrojo se ensancho cuando lo escucho y vio que Subaru no era capaz de oponer resistencia alguna. Aunque no sabia el por que, no dejó escapar esa oportunidad.

Metió las manos bajo la camiseta de su hermano y exploró su delicada piel. Realmente estaba ardiendo, algo que excito al mayor atreviéndose a descender sus caricias mas abajo hasta el estomago del alvino notando como este se estremecía bajo el.

—A-aleja...te—Murmuro Subaru tratando de empujarlo, pero sin su fuerza no era capaz de hacerlo.

Realmente era incapaz de defenderse, su cuerpo no le obedecía y su fuerza lo había abandonado por completo.
lo unico que podría hacer era atacarle con su daga, pero si no era lo suficientemente rápido, Laito lo mataría en el intento.

—Nfu~ oni-chan gime para mi. —le susurró el del sombrero en su oído y comenzó a lamer su cuello limpiándolo para luego morderlo.

Subaru estaba por perder la consciencia nuevamente a causa de la droga. Tenia miedo de lo que pudiera hacerle el pervertido si eso sucedía. Ya no lograba sentir su cuerpo, no podía alcanzar la daga.

El temor del menor fue tal que hizo un esfuerzo y grito lo mas alto que pudo con la esperanza de que el rubio pudiera oírle y viniera en su ayuda.

Laito le tapo la boca aunque no pudo evitar que Subaru chillara el nombre de su hermano mayor.

Decidió morderlo y callarlo para siempre pero cuando iba a clavar sus colmillos en la piel de porcelana del alvino noto algo raro. El olor era diferente, olía a sangre mezclada con algo mas, algo que lo aturdía y le hacia sentir la necesidad de beber de el. Aquella sensación alarmo al pelirrojo y se separo bruscamente de el.

—Tu sangre es diferente—advirtió el mayor.

Al parecer se había percatado de los estragos de la droga en el cuerpo y sangre del alvino.

Subaru sonrió.

—Atrévete a... morderme... y moriremos los dos.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora