Varios cientos de años pasaron volando para el nuevo rey de los vampiros. Desde cualquiera de las ventanas de su vieja mansión podía ver como su país crecía y se convertía en polvo con las guerras. Vivir eternamente incluía ver como todo lo que una vez conoció era destruido por el tiempo. Los humanos eran las criaturas mas poderosas y destructivas del mundo, aun mas incluso que el mismo. En pocos años una guerra tras otra había reducido medio Japón a un país al borde de la extinción.
El no podía hacer nada, ni siquiera era humano, si se mostraba ante todos no tardarían en tratar de matarlo a el también.
Subaru prefirió esconder a los suyos lejos de las guerras de los humanos con la promesa de alzarse tras la caída de estos cuando ya no quede mundo que destruir. Cuando ya no quedara nada los vampiros podrían reclamar al fin la Tierra como suya y asegurarse que los tontos humanos que quedaran nunca mas volvieran a dañarla como lo habían hecho el ultimo milenio.
Ya pocos humanos quedaban lo que indicaba que el tiempo de los inmortales estaba por llegar.
El alvino se aparto de la ventana alejándose de un mundo consumido por la avaricia de unos pocos que llevo a las extinción de muchos. Estaba cansado, la comida escaseaba, los humanos ya no podían darle la sangre que necesitaba, sus fluido vital había sido envenenado con epidemias y radiación, algo que por suerte no afectaba a los vampiros pero si los hacia enfermar si tomaban contantemente sangre contaminada.
Ya apenas recordaba la ultima vez que sus labios probaron la sangre de un humano, si no recordaba mal fue la de Yui, hacia tantos siglos que apenas podía recordar su sabor, el olor de su piel o el calor de su tacto.
Nunca dejo de amarla pero como todo en este deteriorado mundo, el tiempo lo destruía.Iba regularmente a visitar su tumba rodeada de rosas blancas, o así fue hace siglos antes de que los humanos lanzaran sus bombas radioactivas y emponzoñaran la tierra con un veneno que tardaría milenios en disiparse. Las rosas se marchitaron a pesar de sus esfuerzos por impedirlo, tan solo quedaron las ramas afiladas para proteger su lugar de descanso final, tan muertas y marchitas como el cuerpo de su amada.
Se relamió los labios sediento. Por suerte para su raza logro inventar un sustituto de la sangre, una sustancia cobriza que podía dar energía a los vampiros y saciar su sed, la única pega era su sabor repulsivo.
Casi había merecido la pena pasar cien años estudiando medicina y química…casi
Suspiro agotado, la guerra lo estaba desgastando a el también. Nunca le gusto el día ni el sol pero ahora lo echaba de menos. La contaminación de la atmosfera había cubierto el cielo con un manto mas denso que las nubes de tormenta, sumiendo al mundo en una eterna noche sin estrellas ni luna.
Apenas lograba ver el pasillo de su vieja mansión, donde había crecido con sus medio hermanos. Podía haber mandado construir una nueva mansión pero prefirió quedarse aquí, este era su hogar donde tenia el recuerdo de su madre y el de Yui.
Abrió de una patada la astillada puerta de su viaja habitación. Hacia años que no entraba en ella, no había motivo para ello simplemente dejo de ir. Pero ahora mismo la añoraba, ese lugar era como un Bunker, un refugio que le permitiría escapar de la pesadilla que habitaba fuera.
Sus botas se llenaron de polvo en el camino hacia su ataúd. La roca blanquecina no parecía haberse visto afectada por el tiempo, el alvino pensó que tal vez fuera lo unico que no lo había hecho.
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La Daga Blanca (Shu x Subaru)
FanfictionSubaru vive con sus cinco medio hermanos en la mansion de su familia junto con la humana Yui, quien es asesinada por Ayato y esto despierta la ira del alvino. Pero sus hermanos no piensan permitir que el menor sea feliz y para ello cada uno trata de...