Matemosles

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Si hubiera sido una quemadura provocada por un fuego normal, bebiendo sangre podría curar sus heridas, pero siendo un fuego mágico dudaba que eso le hiciera mucho efecto, tal vez tuviera que llevarlo con un medico que estuviera familiarizado en cosas anormales, el problema era que solo conocía a uno, y prefería no tener que hacerlo.
Vio que Subaru dejaba de lamer su sangre cuando su herida se cerro.

—Puedes morderme si aun tienes sed.

Subaru negó con la cabeza.

—No...se que pasa… no me estoy curando.

—Es el fuego, no era uno normal. La sangre no te curara una herida provocada por algo mágico. —respondió el mayor.

Shu algo mas tranquilo, en comparación de como se sentía hace unos minutos cuando creía que Subaru había muerto, recupero el control sobre sus poderes. Tomo la daga del suelo y se teletranportó a su cuarto de baño junto con su hermano.

Con ayuda de la daga rompió la camiseta del alvino y lo metió en la bañera con aun los pantalones puestos.

Comenzó a echarle agua fría a la espalda tratando de limpiar la quemadura y refrescar algo su piel dañada.

Subaru temblaba por lo fría que estaba el agua y por el dolor que esta le hacia al rozar su espalda. Se contenía de gritar y golpear al mayor aunque sabia que en estas condiciones le dolería mas a el que al propio vago.

—Ahg!...duele..Para— Suplico a Shu para que se detuviera.

—Perdón, pero es lo unico que puedo hacer. —se disculpo el rubio desesperado, no sabia que hacer, su sangre no le ayudaría y no tenia los conocimientos de medicina necesarios. Se sentía como un completo inútil, o como hubiera dicho Reiji, un bueno para nada.

Shu ahora se arrepentía de haberlo matado.

Tal vez su hermano pudiera haber curado al menor.

—¡Para! No estas ayudando. —Se quejó el alvino apartando la manguera que sostenía Shu.

Shu suspiro resignado. Tendría que llevarlo a aquel medico, aunque no le gustaba nada la idea, no podía hacer otra cosa. Sin el tratamiento adecuado Subaru podría empeorar.

Ayudo a Subaru a salir de la bañera, lo llevo a su habitación y busco su ropa del instituto. Se la coloco lo mejor que pudo a pesar se las protestas de este por no querer llevar ninguna prenda que le rozara con la herida y le provocara aun mas dolor.

—¡Pero que mierda haces, estamos en vacaciones vago!

—Pero el instituto sigue abierto, para los que le quedaron materias—explicó Shu.

—¿Y?

—Ya te lo diré cuando lleguemos.

Shu tomo de la mano al menor y se teletransportaron a la azotea del instituto. El aire soplaba gélido a aquellas horas de la noche haciendo que Subaru volviera a temblar. Seguía sin comprender por que el rubio lo había traído aquí. Ahora mismo se sentía mas próximo a desmayarse que a apetecerle dar una sola clase mas de matemáticas. Todo le daba vueltas, si no fuera con la ayuda de Shu ni siquiera había podido bajar las escaleras hasta la segunda planta.

Por el canino no se encontraron a ningún alumno o profesor, la escuela parecía estar aun mas desierta de lo que Subaru recordaba.

Shu lo llevo casi a rastras hacia la enfermería con una expresión seria con el ceño ligeramente fruncido. No parecía convencido en absoluto de lo que estaba por hacer.

Abrió de mala gana la puerta de la enfermería y metió de un tirón a su hermano cerrándola después de él.

Subaru apenas recordaba la ultima vez que vino aquí. El lugar apenas había cambiado. Un par de camillas al fondo con cortinas para separarlas, algunas mesas llenas de libros de medicina y unos cuantos estantes pegados a la pared con sustancias embotelladas perfectamente etiquetadas.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora