Catherine aparcó el automóvil frente a la casa Monet¿Difícil? Demasiado, después de un tormentoso mes, ahora se enfrentaba a reencontrarse con Edmond Monet.
Quizás la rechazaría y jamás la querría volver a ver, pero de algo si estaba segura; que nunca iba a permitir eso.
No podía, simplemente no podía, su alma tenía que estar ensamblada con la de él si no, no podía respirar.
Tocando con dos leves pero retumbantes golpes se hallaba Catherine; esperando pacientemente que alguien le abriera.
El pomo de la puerta fue girado con suavidad y al abrirse se encontró con la señora Monet, que al verla parada allí, sin expresión facial, cambió a una sorpresiva:
—¡Catherine! , cariño estábamos tan preocupados por ti —Marianette se apresuró a alcochonarla en un abrazo cargado de amor.
¿Amor? , ¿Realmente la quería ahora?
—Lo siento tanto, de verdad no se como perdonarme por hacerle esto —la pelirroja habló, refiriéndose al ojiverde.
—No te preocupes querida, entiendo. El único problema es que Edmond ha estado mal estos últimos días.
—¿Cómo qué ha estado mal? —la preocupación invadió el cuerpo de la pelirroja
—Si, no ha querido tomar sus medicamentos, ha estado muy nervioso, y ha tenido insomnio —los leves orbes de la señora Monet se convirtieron cristalinos, querían estallar de dolor.
—Me siento tan mal por esto
—Se que te alejaste por lo que te di —Marianette le dio una mirada compasiva, de alguna manera la entendía, era evidente que con esa sorpresiva carta iba a sentirse confundida, hundida, sin saber que hacer.
—Lo se —admitió la pelirroja cerrando fuertemente los ojos —.Pero no se merecía este alejamiento Edmond
—Si, pero no puedes decirle sobre esa carta Catherine — su madre la observó severamente, era una advertencia para que no cometiera el error de ir en ese instante a decírselo.
—Muy bien veré que puedo decirle, ¿Dónde se encuentra?
—Se encuentra en su recámara, no ha querido salir de allí desde hace cinco días —estaba melancólica, se reflejaba en su exterior. Estaba exhausta o eso era lo que dan a entender su aspecto.
Catherine se dirigió hacia las escaleras, y con pasos cautelosos, llegó al cuarto del ojiverde. Se frenó en seco al estar frente a él.
La última vez que estuvo en su cuarto fue en una escena bastante comprometedora, y desde ahí; nunca volvió a estar ahí.
Abrió el pomo de la puerta, y cuando el típico chillido resonador de la puerta sonó, se halló a otro ojiverde. Se encontró a Edmond Monet con sus brazos rodeando sus piernas totalmente . Su cara era afligido, sus pómulos estaban delgados, más de lo que ella recordaba y sus labios se encontraban pálidos. Sus ojeras estaban notables y su mirada estaba sometida hacia abajo. En esto estaba convertido Edmond Monet.
ESTÁS LEYENDO
Mil palabras y un te amo.
Teen Fiction-¡Por favor mírame! -suplicando el ojiverde, alzo el mentón de la chica, que ya comenzaba con lagrimas en los ojos. -¡Créeme por favor soy yo! -sollozando saco las manos de sus pantalones, tratando de agarrar las de ella. -No lo eres estas mintiendo...