Cada kilómetro de distancia, cada sonido del motor acelerando, la radio tocaba canciones melancólicas. Sus puños totalmente cerrados a causa de la impotencia consumida en su cuerpo. Sus ojos forzaban la vista para poder divisar el ambiente aun con nebulosidad, su estadizo pie derecho no soltaba el acelerador; ciento veinte, ciento treinta, era la velocidad que aumentaba cada vez que sus recuerdos inundaban su mente...
La penumbra de una luz parpadeante, el ya acostumbrado silencio incomodo invadió el ambiente. Edmond Monet no era el chico común y corriente que suelen ser los demás; su peculiar forma de ver las cosas, la autonomía en su carácter , la fortaleza en sus palabras, lo cautivador que era en sus cartas. Todo, absolutamente todo; era diferente.
Catherine lo quería, lo apreciaba, le tenía un cariño 'especial' o eso era lo que pensaba. Se encontraban en un árbol con hojas decaídas y ya marchitadas, prácticamente no tenían vida.
El sol estaba a su mayor esplendor , un libro viejo y desgastado los acompañaba, en ese instante Edmond leía con suma cautela, como si saboreara cada textura, cada dialogo, cada buena descripción. Le fascinaba leer y aun más si se trataba de leerle páginas al amor de su vida.
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Mil palabras y un te amo.
Teen Fiction-¡Por favor mírame! -suplicando el ojiverde, alzo el mentón de la chica, que ya comenzaba con lagrimas en los ojos. -¡Créeme por favor soy yo! -sollozando saco las manos de sus pantalones, tratando de agarrar las de ella. -No lo eres estas mintiendo...