De cara con la verdad

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[ENRIQUE]

-Por dónde debo ir para llegar a su casa —me preguntó el papá de Tiare. No pude esperar un día, necesitaba descubrir la verdad, necesitaba confirmar que Tomás había violado a Tiare. Después de que ella apareciera en mi casa para contarme su sospecha, Gastón no tuvo problema en llevarme a casa de Tomás, él (como cualquier padre) también quiere saber qué fue lo que sucedió con su hija.

-Vive en la periferia de la ciudad, tendrá que tomar la autopista.

-Me pregunto qué hace un joven como tú juntándose con gente de la periferia —soltó Gastón. Me mordí la lengua. Aunque este hombre no me cae muy bien, no quería discutir acerca de su discriminación por clase social, solo quería llegar rápido donde Tomás y partirle la cara, digo,  conversar calmadamente con él.

-Papá... —intentó regañarle Tiare por su comentario clasista y su papá le rebatió diciendo que el riesgo social de los jóvenes de la periferia era muy alto, que el consumo de drogas y bla bla bla.

Luego de 20 minutos llegamos a la casa de Tomás. Le pedí a Gastón que no interviniera a menos que escuchara gritos, disparos, etc. Gastón hizo un extraño gesto que me dio la impresión de que si oía disparos se mantendría al margen  por miedo a salir lesionado.

Intento armar un pequeño diálogo en mi mente, pero me es imposible, voy a improvisar. Las luces de la casa de Tomás aún están encendidas, son recién las 10pm, buena hora para interrumpirlo en su ducha, cena, video porno, lo que sea que esté haciendo.

-Hola —me dice la señora rubia y regordeta que me abrió la puerta. Su cabello castaño está recogido en una coleta y en la mano sostiene un cigarrillo. Supongo que es la mamá de Tomás por el parecido de su nariz.

-Buenas noches, ¿Está Tomás? —pregunto.

-Si... —responde lentamente y me mira de pies a cabeza— Le avisaré que lo buscan —dice y cierra la puerta. Es obvio que no me dejaría entrar, no me conoce, soy un joven extraño golpeando la puerta en plena noche, eso es algo sospechoso. Al minuto Tomás aparece en el umbral de la puerta y siento mi sangre hervir, aprieto mis puños y le saludo. El cierra la puerta a sus espaldas y me pregunta qué demonios hago allí a esa hora.

-Mira, maldito hijo de... perdón, perdón —intento calmarme, antes de insultarlo y todo lo demás necesito escuchar su versión.

-¿Qué mierda te pasa? ¿Estás ebrio? —dice dándose la vuelta para entrar a la casa. Lo retengo del brazo y lo obligo a girarse.

-No haré ningún rodeo. Cuéntame qué hiciste el día de la fiesta.

-¿Qué fiesta? —dice arrugando la frente. No sé si es mi idea o qué, pero su cara luce más delgada de lo normal y sus ojeras están más pronunciadas.

-¿Qii fiisti? ¡La estúpida fiesta de bienvenida que me hicieron.! —grito exasperado

-Eso fue en vacaciones, cómo crees que me voy a acordar.... ¿ acordar de qué?

-De Tiare, y de mí. Despertamos y no nos acordábamos de nada, pusiste algo en nuestras bebidas, ¿cierto? —Tomás no respondía, así que lo agarro de la camiseta y lo empujo contra la pared exterior de su casa.— ¡Cierto!

-¿En qué cambiaría las cosas, drogado o no, te acostaste con ella y qué?

-¡Que yo no me acosté con ella!

-Yo tampoco, imbécil —dice y pone sus manos en los bolsillos delanteros de su jeans. Ese simple gesto me dejó claro todo. Es el gesto que descubrí que hacía cada vez que mentía.

Tomás no alcanzó a decir ni pío cuando mi puñetazo lo lanzó al suelo. Mis dedos crujieron y me quedaron adoloridos porque tenía la mano helada, pero valió la pena enterrarle mi puño en su porquería de cara.

No me dejes por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora