Fraternizando Con El Enemigo

407 66 0
                                    


[CYREL]

Yo solo quería entrar, sentarme en silencio y pensar.

Muevo mis pies en silencio y me doy un poquito de impulso para columpiarme más.

Cuando vi a Sam marcharse con Namían me sentí muy triste, lo estaba perdiendo y quizás jamás lo tendría de vuelta conmigo.
Ahora sale con él y antes salíamos los dos. Sé que el hecho de que haya salido una vez con él no implica que me dejara completamente de lado, pero me hizo sentir desplazada.

Necesitaba comer algo y meditar. Para eso sólo se me vino a la mente un lugar: Wifliflifli. Adoraba como Sam lo decía, era muy gracioso, deseé que estuviera conmigo para escucharlo decir el nombre de la wafflería.

Pero...

Wifliflifli no era el lugar indicado. Quién diría que esa noche me sentiría peor aún.

Me quité el gorro y entré. De inmediato sentí el olor a waffles de arándanos, como los favoritos de Sam. Sentí un retorcijón en el estómago al imaginar en cómo estaría en la cafetería riendo y charlando con su príncipe.

Tintinearon las campanitas de la entrada y cuando crucé el umbral me encontré con la mirada de Sam. Frente a él estaba Namían muy sorprendido de verme.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y no sabía si era porque la imagen de ellos juntos me afectaba o porque Sam me había mentido y lo había llevado a nuestro lugar especial.

A la mierda Wifliflifli, pensé y me marché corriendo. Oí detrás de mí las campanitas cuando Sam salió para seguirme.

No me interesaban sus excusas, no quería verlo. Crucé la calle y por suerte pasó el colectivo que hace el recorrido hacia mi casa. Le hice señas y me subí rápidamente. Miré hacia Wifliflifli y vi a Sam volviendo al local.

Una parte de mi deseaba que me hubiera detenido, pero él no me seguiría, no dejaría que su amiga arruinara la cita con el chico que le gusta.

Le pedí al chofer que me dejara unas calles  antes, en una pequeña plaza.
Allí íbamos con Sam y Einee a jugar y grabar videos graciosos cuando teníamos 16 años.

Me senté en un columpio y mientras las lágrimas corrían por mi mejilla, sonreía al recordar a Einee parándose en los hombros de Sam para alcanzar el travesaño del columpio y colgarse como un mono.

¿Por qué las cosas ya no podían ser fáciles? Parece que entre más  crecemos, más problemas tenemos.

El frío me estremece. Ya no puedo seguir aquí, he pasado mucho rato recordando todo.

Camino a mi casa cabeza gacha y antes de llegar choco con una persona.

-Disculpe, no lo vi —digo levantando la cabeza.

-Cyrel —dice. Por unos segundos no lo reconozco, tiene la cabeza rapada y se ve muy diferente. El puso su mano sobre mi brazo y lo saqué enojada.

-Vete al infierno —le digo y dándole un empujón me abro camino a mi casa.

Busco desesperada las llaves en mis bolsillos, siento sus pasos aproximarse y el miedo me invade.

-No te haré nada —dice detrás mío.— Vine a disculparme, por todo lo estúpido y abusivo que hice.

Me quedo quieta, no sé qué hacer o decirle.

-No sabes cuanto me he torturado por lo que hice, siento que no era yo.

-Y tú no sabes cuánto yo he sufrido, porque mi ex novio y su amiga querían que jugáramos al trío feliz.  ¿Crees que me interesa si tú sufriste o no en este tiempo? —respondo enojadísima y me doy la vuelta para verle la cara.

No me dejes por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora