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Capítulo 12| Maldita sea

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Capítulo 12| Maldita sea.

Catalina Russell.

Abrí mis ojos pero los vuelvo a cerrar al sentir mis parpados demasiado pesados y a la vez cansados, los presione con fuerza y gimo con dolor apenas muevo mi cuerpo sobre el colchón de una cama.

Esta vez me esfuerzo en abrir mis ojos y cuando lo hago me encuentro en una habitación totalmente a oscuras, entraba un poco de luz gracias a los faroles que alumbraban la calle. Giré mi cara hacia al lado izquierdo donde se encontraba la ventana aun con las cortinas semi-abiertas logre observar y escuchar los torrentes desenfrenado de la lluvia que caía a fuera

¿Por qué no puedo moverme?

Quería llorar, realmente quería hacerlo, todo mi cuerpo me pesaba; y estaba segura que era por lo que esos sujetos me hicieron. No me sentía bien, quería vomitar, me dolía la cabeza y seguía algo mareada.

Pero la pregunta ahora es, ¿Dónde estoy?

Vuelvo a posar mi vista al cielo de la habitación, las lágrimas no tardan en acumularse en mis ojos al recordar todo lo que esos sujetos lograron hacerme. Solté un sollozo y fue cuando miro debajo de las frazadas, no traía mi ropa, vestía unos shorts donde logro ver unos cuantos hematomas en ambas piernas, llevaba una camiseta de hombre y como puedo con los dedos me levanto la camiseta.

Y fue cuando las lágrimas decidieron salir al ver mi abdomen con rasguños y hematomas de gran tamaño en la mayor parte de mi cuerpo. Cierro mis ojos con fuerza al momento en que las imágenes de esos sujetos manoseándome, besándome, tocándome sin mi permiso me llenaron el pecho de un ardor inexplicable.

Me siento en la cama apoyando mi espalda en el respaldo. Mi padre debe estar preocupado así que salgo de la cama pero me arrepiento al instante al volver al sentir aquel mareo y fue cuando la puerta de la habitación se abrió.

— Catalina, no te levantes...— Apenas di un paso, perdí por completo el control de mi cuerpo y cuando creí que iba a caer de nuevo unos brazos lograron sostenerme.— Catalina, es mejor que vuelvas a la cama.— Noah me lleva nuevamente a la cama y me cubre con las frazadas.

— ¿C-Cuanto tiempo llevo inconsciente?— Le pregunté a Noah.

— Casi dos horas.— Me informó y luego encendió la luz.— Para que no haya malos entendidos, mi madre fue quien te cambio de ropa. La tuya la lavó y la está secando ahora en la secadora.— Asentí como única respuesta.— Ahora necesito que te acomodes porque debo aplicarte hielo y vendarte el abdomen.

Tampoco respondí, simplemente me destapo un poco y me levanto la camiseta que llevaba puesta mientras que Noah iba a uno de los muebles de la habitación a buscar quien sabe qué. Vuelve a mí y deja sobre la cama algo envuelto en una toalla.

— Voy a pedirte que te quites la camiseta, por favor.— Lo observo por un momento.— Necesito revisar las heridas.

— ¿Heridas?

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