"¡Señoras y señores! ¿Cómo están? Espero estén tan felices como yo"
Oí la voz aguda y asquerosamente alegre de la reina, quien se levantó de su trono para caminar con libertad, sacudiendo un grueso cuchillo de lado a lado, sin cuidado alguno. Solté un fuerte gruñido al sentirla acercarse, pero ignoré mis instintos que buscaban defenderse del peligro, simplemente romper esas cadenas y acabar con ella. Al levantar la mirada, observé los rostros asustados de los demás humanos, obligados a estar frente a ella, como si no pudieran ir en contra de su voluntad.
Incluso pequeños niños observaban la escena detrás de sus padres, algunos otros siendo cargados y escondiendo sus rostros en los cuellos de sus progenitores. Tan asustados y vulnerables como cualquier cachorro de dragón lo estaría en una situación parecida.
Pronto, sonrisas temerosas y falsas aparecieron en las caras de los aldeanos, riendo y aclamando por su reina, regalándole elogios forzados, mientras otros aplaudían fuertemente, rodeados de cada uno de los guardias de su alteza, todos con las armas suficientes para acabar con cualquiera que no obedeciera lo que esa chica quería.
"¡Genial! ¡Están tan felices como yo!" ella caminó hasta colocarse justo detrás de mí. "Pero... ¿Saben por qué yo estoy feliz? Hoy conseguimos por fin capturar al último dragón de las cercanías, podría decir que no existe ninguno más importante que este, pues es el alfa perteneciente a una enorme manada peligrosa que se escondía no muy lejos de la aldea"
"¿Es un dragón?"
"¿No es sólo un pobre chico?"
"Yo lo veo bastante normal"
"Es hasta más joven que mi hijo"
"No creo que sea capaz de dañar a nadie"
Oí los susurros dudosos de los humanos y suspiré ante ello, mientras la reina aclaraba su garganta, consiguiendo que todos se callen rápidamente.
"Sé que hay dudas, pero se los mostraré" Ella me miró, señalándome con la punta de su cuchillo "Lindo dragón del color de la sangre, ¿por qué no le muestras tus alas a estas personas? Ellos no parecen creerme y eso me pone tan triste"
Me encontré con su intensa y malvada mirada, sin encontrar ni una gota de compasión en ella, recordándome a mí mismo que no era posible buscar esa clase de sentimientos en la persona que mandó a matar a varios de mis iguales, y que ahora, justo ante mí, estaba dispuesta a acabar conmigo sólo por la diversión de eliminar al alfa de una inmensa manada. No tenía idea de qué pasaría con los demás, pero esperaba Katsuki e Izuku tuvieran un plan.
Yo sólo deseaba darles tiempo, porque confiaba en Katsuki y sabía que él podría rescatar a mi familia, ahora únicamente deseaba que todo termine bien para ellos.
"¿Dragoncito? Te estamos esperando"
Su tono de voz cambió lo suficiente para que comprenda que se le estaba agotando la paciencia, así que, resignándome ante ello, materialicé mis alas, no de su tamaño original, pero sí de ese que había estado practicando desde que me convertí en humano. Con la mirada hacía abajo, las extendí lo más que pude, escuchando a las personas clamar llenas de sorpresa, oyendo como retrocedían varios pasos, aterrorizados.
"¡Sí! ¡Ahora estoy feliz de nuevo! ¿No es genial haber capturado a un alfa? Ninguno de sus compañeros tenía alas tan bonitas como estas... Incluso ya parecen bañadas en sangre, ¿has matado a muchas personas, dragoncito? ¿Quieres pagar por tus pecados ahora mismo?"
Sabía que no tenía caso responder, porque ella no esperaba eso, sino que continuaría dejándome mal ante los humanos que se asustaban en base a los prejuicios creados por ella misma. Solté un suspiro y continué con la cabeza abajo, presionando mis puños atrapados por las esposas. Podía romperlas con tanta facilidad, pero no lo haría, no cuando si no era yo, cualquiera de mi manada estaría en mi lugar.

ESTÁS LEYENDO
El batir de sus alas | Bakugou Katsuki x Kirishima Eijiro
फैनफिक्शनAU Medieval. | Kirishima, un inmenso e imponente dragón rojo, desde muy temprana edad fue víctima de las injusticias que caían sobre sus iguales. Con el corazón lleno de dudas y una misión de vida que no deseaba, tomó la decisión equivocada y termi...