#22.

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Al darme la media vuelta, caminé hacía los escombros y agudicé mi oído, tratando de oír los gritos de los humanos que pedían ayuda. No servía de mucho sin mis alas y mis movimientos aún eran bastante lentos, pero conseguí empujar varios montones de madera y piedra con mi cuerpo o con mi hocico, dándole la libertad que necesitaban a aquellas personas que me miraban con terror.

No era fácil comunicarme en esa forma, pero temía que cambiar nuevamente me provocara volver a desmayarme. No era ni la mitad de fuerte como humano que cuando estaba como dragón, así que rogaba en mi cabeza mientras los miraba a los ojos, tratando de conectar con ellos como lo haría con cualquier dragón. Una mujer muy anciana, me miró y soltó un pequeño suspiro, negando con la cabeza al mostrarme que ella no estaba en condiciones de moverse.

"Cuando era niña..." murmuró entre jadeos. "mi mamá siempre me dijo que los dragones que antes surcaban los cielos eran muy, muy hermosos, amables y piadosos... Me alegra haber vivido para ver que ella tenía razón... Gracias, señor dragón"

La mujer murió después del sobre esfuerzo que hizo para decirme esas palabras. Desearía haberle podido responder que mi madre también me dijo lo mismo de ellos, pero no pude, esperando que lo supiera, que existiera un cielo maravilloso o una parte de este paraíso en donde pudiera encontrarse con los majestuosos dragones del pasado, esos que convivieron con los humanos al punto de enamorarse mutuamente, de hacer el mundo más hermoso, más cálido.

"¡Tú, maldito dragón!"

"¡¿Acaso mataste a esa anciana?!"

Oí la voz de dos guardias y me di la vuelta lentamente, uno me apuntaba con un arco mientras otro mantenía su espalda señalándome. Suspiré, imaginando que no sería tan fácil como que todos me creyeran después del desastre que habíamos generado, así que cuando estuve dispuesto a intentar convencerlos, ambos fueron barridos por una cola rosa, que los tumbó en el suelo y los dejó inconscientes.


"Si vas a salvar gente, al menos duerme a los que no colaboran, Kirishima"

"¡Mina!" Gruñí, ella me guiñó uno de sus ojos.

"No sé si estés en lo correcto, pero a la mayoría de nosotros nos pegaron tus palabras" La rosada dragona señaló hacía atrás, mostrándome a varios de mis hermanos y amigos siguiéndola. "Ayudaremos en lo que podamos y el resto cuidará de no herir a nadie."

"Chicos..."

"Un verdadero líder sabe cuando darles un golpe de realidad a sus iguales, Kirishima"

Me sorprendí al ver a Fatgum acercándose, moviendo su enorme cuerpo de dragón y asintiendo con la cabeza, mostrándome la más cálida y orgullosa expresión que había recibido desde que lo conocía.

"No puedo regresarle la vida a esos inocentes a los que he matado, pero daré la mía por evitar que más personas sufran a causa de los errores de pocos."

"¡Yo también!"

"¡Y yo!"

"Y yo... Kirishima..."

Denki avanzó lentamente, mostrándome una mirada de disculpa y una suave sonrisa dibujada en su hocico. Me acerqué a él y froté mi mejilla contra la suya en una muestra de afecto, mientras este continuaba con sus orejas hacía abajo, bastante apenado.

"Ahora entiendo porque todos creen que siempre serás el mejor líder que necesitamos."

"¿Bromeas? Fuiste tú quien confió en Katsuki y lo trajo hasta aquí... Tomaste una decisión incluso sin conocerlo y en las peores circunstancias. Denki, tú nos salvaste."

El batir de sus alas | Bakugou Katsuki x Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora