[Kidge] Red, Green & Love

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ADVERTENCIA: SPOILER DE LA TEMPORADA 8.

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Estaban en una guerra, lo sabían. Las pérdidas eran como el pan de cada día, aun así, dentro de cada uno, la esperanza de que volverían a reunirse todos prevalecían.

—¡Hey! Hace mucho que no estamos los siete en la misma sala. —habló Corán con una agradable sonrisa, gesto que los paladines regresaron, como si con eso pudieran ocultar el pesar y el miedo.

—Esperemos que no sea la última...

Y, por desgracia, lo fue.

Porque el ''todos'' se disolvió.

Porque Allura no regresó.

Y el corazón de muchos se rompió, en especial el de los paladines... en especial, el de Lance.

—¿Seguro que estarás bien? —Pidge sostuvo la mano del moreno y él le dio de vuelta una sonrisa de soslayo mientras asentía.

Los años pasaron, ellos eran adultos ahora. Y aunque desde el principio Lance trataba de no mostrarse tan afectado, los paladines sabían perfectamente que superar la muerte de la mujer que amaba no sería fácil.

—Lo estaré —aseguró soltando un suspiro, y girándose a ver la estatua de su amada—. Me haces la misma pregunta todos los años, Pidge.

—Porque quiero asegurarme todos los años de que estarás bien —la castaña acarició con su pulgar el dorso de su mano—. Eres mi amigo y te quiero, sabes que no tienes que pasar esta noche solo. Puedes venir con nosotros y...

—Pidge —Lance la interrumpe, no enojado, porque sabía que ellos solo querían su bienestar y lo agradecía profundamente—. Estaré bien, no puedo dejarme caer, no es lo que ella hubiese querido. Todo este lugar me recuerda a Allura, de esa manera, es como si siempre estuviera conmigo... en todos.

La muchacha se le quedó viendo unos segundos, para finalmente suspirar y volver a sonreír rendida. Lance era muy fuerte, tal vez incluso más que todos ellos, no iba a derrumbarse y si lo hacía entonces todos los paladines estarían ahí para ser los pilares que lo sostendrán hasta que vuelva a ponerse de pie por sí solo otra vez.

—Keith estará feliz de tenerte en casa aunque no lo diga. —lo abrazó con fuerza dejando un beso en su mejilla, pero se sorprendió un poco al sentir la mano del otro acariciar su vientre.

—Se está poniendo frío, debes cuidar de la pequeña Allura —Lance le vio con dulzura—. Gracias, Pidge... ve, el mullet te está esperando.

Las mejillas de Pidge se colorearon un poco y asintió mientras se levantaba, acariciando ahora la barriguita que se le formaba gracias a los dos meses de embarazo.

—Eres bienvenido siempre... ¿Lance?

—¿Sí?

—Te quiero.

—Yo también, Pidge —Lance la siguió con la mirada hasta que desapareció del jardín donde comían cada año, juntos, para conmemorar a la persona que los salvó a todos. Se levantó también, pero dirigiéndose a la estatua de Allura y recargó la frente en ella—. Te extraño mucho... en donde sea que estés, espero veas esto. Ahora todo está bien... Te amo, Allura.

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Lloré mucho.