» Diamante

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Diamante


Alguien que no conocía a Pidge podía caer fácilmente en una errónea creencia; porque su aspecto tan pequeño y delicado, a muchos los hacía sentir que estaban cerca de un cristal que en cualquier momento se desmoronaría con solo tocarlo, y algo dentro de ellos se removía con ternura llevándolos a un pensamiento: debo protegerla.

Por desgracia no todas las personas eran de buen corazón. Varios al ver tal cristal armaban mil y un escenarios dentro de su cabeza, donde lo empujaban y se rompía en pedazos.

Y muchos lo lograron.

Porque Katie era alguien tan apasionada por la ciencia, que le encantaba participar en clases, dando datos extra durante la enseñanza o incluso llegando a corregir a los profesores. Tener tanto conocimiento era algo de lo cual sin duda debía estar orgullosa, pues su meta era ser tan buena como su padre y su hermano... Pero todo eso se venía abajo, cuando el niño más molesto del salón la llamaba nerd y los demás se reían, sentía que todo el mundo se le venía encima y se rompía.

Pero Katie tenía algo valioso como ninguna otra cosa: su familia. Ellos siempre estarían ahí para juntar todos los pedazos rotos, repararlos y volverlo un cristal más hermoso. Gracias a Matt aprendió que ser "nerd" no era algo malo, ella amaba estudiar, abrirse paso a nuevos horizontes y conocimientos ¿por qué iba a privarse de todo eso sólo por el qué dirán? Porque fue gracias a su inteligencia y la de muchos otros que se lograron tantas cosas a lo largo de la vida.

Nunca molestes a la o el nerd de tu salón, tal vez un día se vuelva paladín del arma más poderosa del universo y te salve el trasero de alienígenas morados y brujas desquiciadas. ¿Quién sabe?

Aquellas lecciones y momentos la hicieron un cristal mucho más fuerte. ¿Pero qué pasaba cuando el pegamento que te mantenía unido desaparecía? Cuando Sam y Matthew Holt se dieron por fallecidos durante una misión, Katie casi volvió a romperse.

Tuvo que alejarse de mamá, y aprender a ser tan fuerte como podía por sí sola. Infiltrarse exitosamente en el Galaxy Garrison, huir al espacio en un león azul, volverse paladín de Voltron, ser testigo de millones de galaxias esclavizadas por los Galra...ser parte de las personas que los liberaron, recuperar a toda su familia. Pidge no podía ser más fuerte en ese entonces y aún así muchos no lo entendían.

«De seguro tienen debilidad por la más pequeña. »

Pidge no pudo sentirse más enojada como en ese momento.

Como dije en un principio, demasiados caían en un pensamiento equivocado apenas la veían y ella más cansada de eso, era imposible.

No le gustaba que la vieran como una chica débil, que vamos pequeña sí era pero también más fuerte que otros.

Sin embargo... Había alguien que jamás la vio así y a pesar de que era lo que Pidge quería de los demás, pues con esa persona no lo quería. Era difícil de explicar ya que ni ella misma lo entendía del todo; esas ganas de sentirse protegida por él, que la rodeara en sus fuertes brazos y la embriagara con su aroma, mientras escuchaba palabras tranquilizadoras en su oído... La confundían y contradecían todo lo que pensaba acerca de verse débil.

Pidge quería que Keith la protegiera. Pero es que Keith sabía que ella no necesitaba protección, y le quedó bastante claro cuando le ganó en aquellas pulsadas. ¡Era más fuerte que él!

Keith no entendía cómo los demás podían pensar que Pidge era frágil como un cristal y que casi quisieran ponerla en una vitrina acolchonada, cuando lo cierto era que te podía aplicar una llave y asfixiarte de buenas a primeras.

Por ello es que el azabache nunca fue precisamente delicado con Pidge como tal vez lo llegó a ser con otras personas —dentro de lo que cabía en su concepto de delicadeza—. Esto tampoco significaba que la menospreciara, ¡todo lo contrario! A Keith le encantaba lo aguerrida que su pequeña podía llegar a ser.

Creyó que Pidge ya sabía eso... creyó.

—¿¡Por qué a mí no me tratas como a ellos!? —explotó una vez cuando habían acabado el entrenamiento y ambos quedaron solos.

—¿Como a ellos? Pidge, ¿a qué te refieres?

—¡Sabes a que me refiero! —la muchacha de bonitos ojos marrones señaló lo que quedaba del robot que usaban para entrenar con sus bayards últimamente y que todavía no desaparecía—. Soy tu novia, pero lo primero que haces es ir al rescate de Romelle.

La confusión cayó sobre Keith como un montón de rocas, no entendía el repentino comportamiento de Pidge, quien parecía a punto de soltarse a llorar y eso lo hizo sentir culpable aunque no sabía qué estaba pasando realmente.

Y es que ella, por su parte, ya no podía tolerar que Keith fuera tan indiferente en algunas cosas —era un excelente novio, claro que no iba a negarlo. Los momentos más felices que tenía durante el día era cuando estaba a su lado, le gustaba ser mimada por él y que llene su rostro de besitos... Pero a veces en verdad sentía que no se preocupaba ni un poco por ella. Sumando además los celos que le dieron al verlo tan samaritano junto a Romelle.

—Katie —la llamó por su nombre mientras cauteloso se acercaba, no quería que de repente lo electrocutara con su bayard—. Si no te ayudé a ti es porque no necesitabas ayuda, eres muy fuerte y Romelle es nueva en esto. Tú podrías derrotarlo incluso antes que yo.

—¿Y las demás ocasiones? ¿Acaso no te preocupas por mí? —Pidge ya no pudo retener el remolino de emociones y Keith de inmediato se acercó a abrazarla, pasando de manera delicada los dedos por sus mejillas para limpiar esas lágrimas traicioneras.

Keith empezaba a entender un poco lo que pasaba.

—¿Cómo no voy a preocuparme por ti? eres quien está siempre en mis pensamientos cuando salimos en una misión —levantó su mentón para que lo viera, en otro momento pensaría que verla sonrojada y con los ojos llorosos era demasiado adorable, pero ahora sólo quería consolarla y aclarar el peligroso malentendido—. No sabes cuánto me preocupa que un día te pase algo y no regreses. Pero sé que eres una de las personas más fuertes que conozco y confío plenamente en ti... También sé que odias que crean eres alguien débil.

Él arqueó una ceja con esto último y Pidge sintió como las lágrimas se acumulaban más, porque su novio tenía un buen punto que era el responsable de que sus sentimientos estuviesen tan confundidos.

—L-lo siento, yo...no debí pensar así... E-es solo... —guardó silencio cuando Keith la apretó más entre sus brazos, indicándole así que no necesitaba explicaciones. Lo entendía ahora y era en parte su culpa, después de todo era su preciada novia y no había sabido cómo demostrarle cuan importante es para él—. Keith, tú... ¿tú no crees que soy como un cristal?

—¿Un cristal? Claro que no, eres más... Como un diamante —volvió a acariciar su mejilla con cariño y le sonrió antes de agacharse para robarle un pequeño beso en los labios—. El más pequeño, fuerte y valioso de todos.



Hace mucho que no les traigo algo largo, así que ya era hora. 🤗
La verdad iba a escribir algo totalmente diferente, no sé cómo terminó con esto pero me gusta haha.

(Les debo la imagen, mi celular me odia y no me deja poner una😣).

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