» Flor marchita

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Risas, gritos y diversión inundaban la infantil habitación, llenándole de colores, vida y esa vibra tan bonita que a ella tanto le gustaba

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Risas, gritos y diversión inundaban la infantil habitación, llenándole de colores, vida y esa vibra tan bonita que a ella tanto le gustaba.

Por alguna razón, siempre odió que las casas fueran frías, solitarias y silenciosas. Por eso desde las llegadas de ellos sentía que finalmente podía considerar ese lugar como su hogar.

Verlos divertirse y ser felices entraba ahora entre sus cosas favoritas, pues eso significaba que estaba haciendo las cosas bien ―más allá de su trabajo dentro de la guarnición galáctica. Y por sobre su trabajo siempre estaría su papel en casa, como madre y esposa.

―Bien, paladines. Es hora de irse a dormir. ―los chiquillos se detuvieron abruptamente, dejando de saltar de cama en cama para salvarse del piso de lava y de inmediato hicieron pucheros. Un intento para que les dejara seguir jugando, sus energías estaban al tope y aún no querían ir al mundo de los sueños.

Por desgracia trataban esta vez con Pidge y no con Keith, de ser este último probablemente lo hubieran convencido con sus ojos de cachorrito.

―¡Pero mami...!

―Nada de peros ―la castaña tomó al pequeño niño de tan solo cinco años y lo llevó a su respectiva cama―. Mañana tienen escuela y no pueden dormir tarde.

―¡Pa, dile a mami que nos deje seguir jugando! ―Kite aprovechó que su padre se había asomado por la puerta para buscar su ayuda, y en cuanto este se encogió de hombros negando con la cabeza, supo que ni siquiera él podía hacer que Pidge cambiara de parecer.

―La palabra de mamá es absoluta. ―aseguró el Kogane, abrazando a su esposa por la espalda y dejando un beso en su mejilla.

Los niños suspiraron en rendición. Sin embargo esta vez fue el turno de la pequeña para hablar.

―Mami, entonces cuéntanos una historia antes de dormir. ―sugirió Katherine, con los ojitos brillando ante la sola idea de escuchar la dulce voz de su madre relatando un mundo de fantasía para ellos.

Pidge los observó a ambos, y al asegurar que incluso Kite parecía emocionado por la historia no pudo negarse. Keith de inmediato se apresuró a poner una silla en medio de la habitación, en donde tomó asiento con su esposa en sus piernas, rodeó su cintura con los brazos y recargó el mentón en su hombro. Él también estaba interesado en escucharla.

―¿Qué historia quieren escuchar?

―¡Cuando Voltron derrotó a los malvados alienígenas! ―Kite levantó sus bracitos simulando estar blandiendo una espada.

―¡No! ―gritó la niña de ocho años―. Mami, cuenta la de la sirvienta y el príncipe malvado.

La castaña sonrió, ante los nuevos gritos de apoyo por parte de ambos para volver a escuchar dicha historia. Era su favorita, aunque realmente no sabía de dónde la conocía, pues no recordaba haber leído nada parecido en algún libro ni siquiera en internet. Sea como sea, era especial para ella.

[Kidge] Red, Green & LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora