Casándose
Aoba se veía nervioso en el espejo. La frase de "hoy es el día de tu boda" no terminaba por sacársela de la mente y, con sólo ver su reflejo en el vidrio frente a sí, el terror aumentaba considerablemente. Aún no terminaba de asimilar todo el tema de que se iba a casar con el hombre que una vez creyó ser un terrible manipulador y, además, un violento sin causa. Odió profundamente creer eso de Mink, quien ahora era un sujeto completamente diferente, pero que guardaba algunas de sus viejas costumbres.
Nuevamente, suspiró, abatido.
—¿Estás nervioso, pervertido? —sin darse a esperar, Aoba se giró a ver a la mocosa que acababa de insultarlo. Kuniyashi Mio estaba allí, de pie a unos pocos pasos de él, vistiendo un bello kimono rosado con flores amarillas y brillantes mariposas, cargando entre sus brazos a una bebé de tan sólo dos años, la hija de Mink y de Aoba, Kiara. A sus catorce años, Mio ya se veía como una linda señorita de su edad, pero su rostro siempre enojado la hacía más vieja —o así solía pensar Aoba—. De sólo verla ahí, su ceño se frunció.
—¿Qué haces aquí, mocosa? Aún no es la ceremonia. Además, ¿quién dijo que podías entrar? —cuestionó un Aoba enfurecido.
—Tu tonto amigo dejó la puerta abierta, y mis hermanos están jugando por ahí, así que preferí venir a molestarte —contestó la de cabellos castaños, bajando a la pequeña Kiara al suelo, ahora sosteniéndola de las manitos para guiarla hasta su padre.
Sentado en su lugar, Aoba extendió sus brazos hacia Kiara y la alzó, observando como pronto ella empezaba a jugar con sus azulinos cabellos que caía frente a sus hombros.
—No creí que viviría para verte vestir un shiramuko* —comentó Mio, quien observaba asombrada el fino traje japonés.
—¡Cállate! No lo estaría usando si no fuera porque el hipopótamo insistió mucho en que lo haga —Aoba no daba crédito a la vergüenza que sentía en aquellos momentos. Sus mejillas estaban tan rojas que juraría que, el maquillaje que le colocó Yoshie-san momentos antes, no se apreciaba bajo el color carmesí que tintó su piel.
—¡Idiota! No sé por qué le haces caso. Aoba, eres un imbécil.
—¡¿Te quieres callar?!
Una vez más, un suspiro abandonó sus labios. Con Mio insultándolo cada que podía, no había forma de que él pueda tranquilizarse. Comenzaba a creer que sólo haría el ridículo durante la ceremonia, y le aterraba mucho más aún el incomodar a Mink quien no estaba acostumbrado a las costumbres sintoístas.
En silencio, la joven niña observó a quien tanto atesoraba molestar en sus tiempos de niñez, cuando él aún trabajaba para Haga-san en el viejo Junk Shop Heibon. Ciertamente, Mio notaba lo tenso que estaba Aoba, temblando del miedo inconscientemente, abrumado por cosas que su propia mente creaba sin sentido. No era ninguna tonta como sus hermanos; se daba cuenta de la seriedad del asunto. Pero eso no evitaba que creyese absurda la manera en que Aoba se ponía por una simple boda.
En un rápido vistazo, Mio observó un peine sobre el tocador. Miró el cabello de Aoba, desaliñado y sin peinar aún. Entonces, surgió una idea en su brillante cabecita.
—¡...! —un ligero cosquilleo recorrió las hebras de su cabellera azul. Los dientes de un peine se abrían paso entre ellos, acompañados del toque de unas suaves y pequeñas manos que buscaban desenredar su cabello—. ¡M-Mio! ¡¿Qué crees que haces?!
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Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x Aoba
FanfictionPequeños drabbles (o intentos) de DRAMAtical Murders. Los personajes no son de mi autoridad. Todos los derechos a sus respectivos dueños. Sólo los uso para fines de entretenimiento. ♡|•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••|♡ Ship...