Comiendo Helado.
[De todos los que he hecho hasta el momento, creo que este es mi favorito]
Mink rechistaba y maldecía cada vez que le era posible, aunque, por mucho no le gustara hacerlo, era algo inevitable para él con un clima tan pesado como el de aquella tarde.
Aquel verano en Midorijima era insoportable. La temperatura era demasiada alta y la humedad se volvía una molestia. Mink no acostumbraba a climas tan calientes como ese; viniendo de un lugar tan alto y, a la vez, con un clima más seco y frío, era normal estar más acostumbrado a temperaturas más bajas que las de aquella isla de Japón. Sólo le quedaba el consuelo de alguna brisa igualmente calurosa para poder apaciguar el incómodo calor desde su lugar en el balcón.
—Demonios —chistó enfurecido, liberando el humo tomado de su pipa.
—Parece ser que la temperatura no mejora —comentó Huracán, apoyado en el hombro de su dueño.
—Hm —se limitó a contestar, volviendo a tomar otra calada de su pipa.
A sus espaldas, oyó como la puerta que daba a su posición se corría hacia uno de los lados. Se giró un poco a ver de quién se trataba y se sorprendió al ver a Aoba con su cabello recogido en alto. Este le sonreía cálidamente, aunque deslumbró cierta diversión en él que no pasó por alto, y más aún cuando lo vio llevar un par de envoltorios en una de sus manos.
—Supuse que estarías aquí —dijo él peliazul, sin borrar su no tan inocente sonrisa.
Mink soltó uno de sus característicos monosílabos mientras regresaba su mirada hacia los edificios frente al balcón. No parecía de ánimo en lo absoluto, pero ver a su pareja llegar de improviso calmaba su mal humor.
Aoba se colocó a su lado, cruzando sus brazos sobre el barandal, sin dejar de mirarle, siempre contento.
—Te queda bien el cabello recogido —mencionó el más joven, jugando con la cola de caballo que Mink también se había hecho.
El humo salió por entre los labios de Mink como una nube blanca. Su aroma a canela no lo dejaba de lado aún con el sudor que lo incomodaba cada vez más. Entonces, lo miró.
—¿Qué traes ahí?
—¿Eh? ¡Ah! ¿Esto? —Aoba alzó los dos envoltorios. Luego, sonrió hacia él, extendiéndole uno—. Son paletas de helado. Las vi en el mercado cuando fui a hacer las compras que pidió la abuela y me parecieron perfectas para contrarrestar el caluroso clima de hoy.
Mink tomó el envoltorio rosado y lo vio, dudoso. No era como si no conocía era lo que era, pero, por sus costumbres, jamás se había dado el gusto de probar algo como eso.
—Ábrelo y tómalo rápido. No durará mucho con este calor —dijo su novio, quien había comenzado a comer el suyo, el cual era de menta granizada, recubierto con chocolate, lo que le brindaba el toque crujiente.
Miró a su novio una vez más y luego volvió a ver al envoltorio. Se sentía idiota por dudar tanto con semejante estupidez, así que se decidió por abrir el paquete y tomar la paleta helada entre una de sus manos. El olor a fresa y a crema no se hizo esperar. Tenía una curiosa forma ovalada, brillante y con una ligera capa de hielo adherida a la crema. Olía muy bien, demasiado bien.
Claramente, podía sentir el frío aire que despedía el helado sin necesidad de probarlo aún y las ganas de hacerlo no lo detuvieron en lo absoluto.Lo probó. El frío esperado aún lo sorprendió y, también, alivió un poco el calor que hasta el momento lo torturaba. Degustó su sabor. Era un gusto curioso. No era nuevo, pues sabía a crema de fresa, pero si resultaba sorprendente. Tal vez por el frío exagerado y el hielo derritiéndose en su paladar. Le divirtió pensar en el idiota que nombró a aquel dulce "Helado", sabiendo lo muy cierto que era llamarlo de esa manera tan simple y verdadera.
Disfrutó del dulce, mas no hizo comentario alguno. Aoba sólo lo miró y sonrió aún con la paleta en la boca. Mala suerte que, al morder el duro chocolate, este se rompió donde no debía y cayó sobre su playera. El frío lo sobresalto y se apartó rápidamente del barandal con el helado de menta escurriéndose por su piel y por su ropa.
—Mierda —se le oyó maldecir, intentando evitar que la crema helada se derrame de nuevo.
Nuevamente, Mink volvía a mirarlo. Disfrutó ver como Aoba intentaba arreglárselas para limpiarse sin mucho éxito. Entonces, una idea surcó su mente y, sin dudarlo, la puso en marcha.
—Quédate quieto —fue lo único que dijo y, con su mano libre, tomó la de Aoba que no sostenía el helado. Sin dejarle reaccionar, su húmeda y ahora fría lengua recorrió el pecho de su pareja, recogiendo las heladas gotas del dulce caído.
—¡M-Mink! ¿Q-Qué estás...?
Para cuando quiso darse cuenta, Mink ya se había apartado, ahora lamiendo sus manos ensuciadas por la crema. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y el calor se plantó en sus mejillas. No sentía para nada el calor que le generaba el clima, pero si el que era causado por las obscenas acciones de su pareja. Y, debido a ello, una incómoda y placentera sensación le recorrió hasta abajo de su cintura.
—Acábate tu helado o te ensuciarás de nuevo —dijo Mink cuando acabó su labor. No hizo nada más que darle la espalda y regresar a su posición anterior en el barandal. Aoba lo miró, atónito. No era consciente de que su propio helado ya se escurría entre sus dedos. Sin embargo, Mink no esperaba que lo hiciera. No tendría ningún problema en volver a lamer su pálida piel con la excusa de limpiar los restos del helado derretido.
Una sonrisa divertida decoró su rostro mientras tomaba su propia paleta, invisible con su mirada hacia el frente donde Aoba no pudiera descubrirlo.
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Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x Aoba
FanfictionPequeños drabbles (o intentos) de DRAMAtical Murders. Los personajes no son de mi autoridad. Todos los derechos a sus respectivos dueños. Sólo los uso para fines de entretenimiento. ♡|•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••|♡ Ship...