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Bailando

  Las alegres y fuertes melodías se extendían a lo largo de todo el pueblo, así como todos sus residentes, nativos o extranjeros, se reunían para ver la cultura plasmada en cada rincón de la comunidad.

  Era la primera vez que Aoba asistía a un evento realizado por los habitantes que vivían en la pequeña aldea. Los colores brillaban sin cesar, cálidos y llamativos. Las risas, las voces, la música, todo inundaba cada calle del lugar en un alegre ambiente que contagiaba hasta el alma más triste con su alegría. De cierta manera, esta clase de festival le recordaba mucho a los que se realizaban en Midorijima y que Aoba solía visitar, muchas de esas veces fueron con su abuela cuando niño, o con Koujaku y Mizuki, incluso acompañados de Kou y Hagima. Este caso era distinto, pues sólo estaba en la compañía de su novio, Mink, sin mencionar a sus AllMates.

  Habían recorrido las calles de una punta a la otra, siendo Aoba quien se divertía al entretenerse con la de maravillas que habían en los diferentes puestos. Mink sólo lo seguía, de vez en cuando cumpliendo algún capricho a su infantil novio, sólo por el hecho de querer verlo irradiar más felicidad de la que ya transmitía.

  La noche cayó fría sobre el paisaje, tiñendo el cielo de un tono azul oscuro, pero cubierto por incontables y luminosas estrellas. Para aquellos momentos, aún seguían en la aldea, Aoba convencido por las palabras de Mink de que se realizaría una gran fogata y que muchas personas se juntarían alrededor de esta. El peliazul no contó con que habría gente bailando entusiasta en torno a ella. Sólo lo supo cuando estuvo frente al espectáculo.

—¡Vaya! —exclamó él menor, atónito por la sorpresa.

—¿Hm? ¿Qué ocurre?

—Nada, sólo que... esto es increíble.

—¿Lo crees? —Mink miró primero a Aoba, alzando una de sus ceja con una ligera sonrisa ladina decorando sus labios.

—¡Por supuesto!

—Creí que los festivales de Midorijina eran lo mismo que aquí.

—Bueno... es cierto que tienen similitudes, pero son culturas diferentes. Es eso lo que más me llama la atención.

—Hm —Mink volvió a ver las diferentes danzas en silencio, a pesar de que nostálgicos recuerdos viajaban por su mente con sólo oír las viejas melodías que volvían a sonar en aquel evento—. Mi hermana y yo solíamos bailar en estos festivales.

—¿Eh? —las orbes castañas de Aoba se posaron rápidamente en el perfil de Mink. En sus iris ambarinas se podía reflejar perfectamente las fogosas llamas de la fogata, pero el triste sentimiento del recuerdo lejano enfriaban el calor de su mirada. Volvió a oír sus palabras dichas al aire y Aoba sintió un peso aplastar su pecho.

—En mi pueblo, también se festejaban esta clase de eventos. Mis padres solían llevarnos y, siempre que caía la noche, mi hermana y yo veíamos como encendían la fogata hasta que se consumía, siempre bailando juntos a su alrededor.

—Mink...

  Dejando de divagar, las orbes del mayor vieron al más joven con una nostálgica alegría manchando sus brillantes iris amarillas. Una sonrisa débil se trazaba en sus finos labios, que poco a poco se ensanchaba al observar a quien era su compañero de vida. Sus ojos, fijos en la mirada contraria, pronto se desviaron hacia abajo. Aoba lo imitó, observando la boca que tanto amaba. Entonces, ellas se buscaron. Con los ojos cerrados, saborearon el cálido y dulce contacto de la boca del otro. No hicieron falta más palabras. Sólo caricias y sentimientos expresados en un simple pero amoroso beso.

  Sus labios se separaron. Aoba aún aturdido por la dulzura de aquel beso, no fue lo suficientemente rápido como para detener a Mink cuando lo arrastró al círculo de la fogata.

—¡Wuah! ¡M-Mink! ¡E-Espera un momento!

—¿Hm?

—¿Q-Qué haces? Todo el mundo está viendo, y-y... ¡yo no sé bailar! —la voz de Aoba se fue volviendo cada vez menos audible a medida que se iba encogiendo de hombros. Su mirada marrón veía vergonzosa a todos los espectadores. El color subió por a sus mejillas, compitiendo con el calor que la fogata que a su derecha crepitaba con furia.

—¿Te molesta que te vean?

—Bueno... yo...

—Ignóralos y concéntrate en mi.

—Pero, yo no...

—No necesitas saber bailar para hacerlo. Sólo déjate llevar.

  Mink tomó una de las manos de Aoba entre las suyas, mientras que llevaba la otra propia a la pequeña cintura ajena. Poco a poco, se fue moviendo, marcando un ritmo distinto al de la música, pero animando a su pareja a seguirle. Aoba sólo pudo verle sonrojado, aunque pronto ocultó su rostro en el pecho de su pareja por la vergüenza que estaba sintiendo.

—Idiota —rió Mink en su oído, dejando un beso entre sus cabellos azulinos.

Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x AobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora