| Especial: Navidad |

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  Yaneth iba y venía por toda la casa, buscando inquietamente a la esponjosa bola de pelos color azul llamada Ren. Aquel tierno AllMate resultaba muy escurridizo cuando a jugar a las escondidas se trataba, pero lo era aún más cuando ella intentaba vestirlo para un evento especial. Por eso, no lo encontraba por ningún lado esa noche.

  Sus pasos se detuvieron en mitad de uno de los pasillos de la pequeña cabaña. Refunfuñó molesta, cruzándose de brazos con gesto impaciente.

—¡¡Papáaa!! —gritó la caprichosa peliazul, esperando que alguno de sus dos padres hiciera acto de presencia.

—¡Yaneth! ¡¿Qué te dije de gritar así?! —Aoba fue el primero en asomarse a ver qué ocurría, cansado por siempre oír los escándalos de su pequeña niña.

—Es que no encuentro a Ren por ningún lado —volvió a refunfuñar, haciendo un puchero con sus pequeños labios. Se veía adorable con aquella actitud enojada, llevando un bello vestido corto de falda amarilla adornado su infantil figura, así como la diadema a juego que iba sobre su sedoso y azulado cabello recogido.

  Aoba sólo pudo suspirar como simple señal de agotamiento. No podía contra la belleza infantil de su hija, ni con la de ninguna de ellas tres. Sin embargo, Yaneth se volvía cada vez más pretenciosa, y había que frenarla de un modo o de otro.

—Cariño, Ren debe de andar escondido por algún lado, ¿por qué no mejor juegas con Huracán? ¿Hm? —espetó su padre, fingiendo inocencia en su sonrisa.

—Pero, papá Mink no quiere que le cambie ni una pluma a Lulakan —bufó la niña, cruzándose de brazos.

—Y-Ya veo...

  Aoba alzó su vista, buscando algo que pueda llamar la atención de la niña y que la mantenga distraída por aquellos entonces. Pese a ello, recordó lo que estaba haciendo con anterioridad y una idea cruzó por su mente.

—Oye, ¿y qué tal si nos ayudas a la abuela y a mi a terminar de preparar la cena? —preguntó con tono alegre.

—¡Si! —chilló la pequeña infante, con sus brazos alzados al aire.

—Entonces, ¡manos a la obra! —rió el azulino, tomando a su hija en brazos y cargándola hasta la cocina de la pequeña casa donde los esperaba la anciana abuela de Aoba.

  El tiempo pasó dentro de la acogedora vivienda, oyendo casi los gritos de la vieja Tae a la hora de regañar a Aoba por sus torpezas de siempre, mientras que la pequeña de Yaneth sólo reía a carcajadas por las inusuales y divertidas escenas. Para cuando se dieron cuenta, la comida ya estaba hecha y, con su dulce voz, Aoba envió a su segunda hija a buscar al resto que andaba por la casa.

—¡Nee-san! ¡Papá Aoba dice que ya está la comida! —anunció la pequeña cuando entró al salón. Sin embargo, todo encargo se borró de su cabeza cuando vio al peludo perro azul en brazos de su hermana, ignorando el hecho de que Huracán también estaba allí presente.

—Enseguida vo--

—¡Ren! ¡Perro malo! ¡¿Dónde estuviste todo este tiempo?! —con paso rápido, Yaneth ya había llegado junto a Kiara y le había arrebatado a Ren de los brazos.

—Estuve con Kiara desde un principio —respondió el pequeño AllMate.

—¡¿Hehhh?! ¿Cómo es eso posible? No estabas con ella cuando te busqué.

—Ciertamente, Ren nunca se apartó de Kiara —mencionó Huracán, ganándose la atención de las dos niñas mayores de la casa—. Es evidente que no lo notaste cuando pasaste por aquí —añadió.

—¡Eso es mentira! ¡Algo así no puede pasarme por alto! —chistó con enojo.

—Bueno, Huracán tiene razón.

—¡No te metas en esto, Kiara-baka!

—Yaneth... —la voz de Mink llegó a interrumpir la escandalosa escena que estaba montando su hija de cabellos azules, justo de pie a unos pocos metros del pequeño grupo con la más pequeña de sus niñas en brazos. Tanto Yaneth como Kiara y los AllMates lo miraron con atención—. Deja de pelear con tu hermana.

—¡Pero, papá!

  Mink gruñó en advertencia, con su ceño fruncido y su mirada ligeramente agresiva hacia su hija. No tuvo que decir algo por una tercera vez para que entendiera el mensaje, aunque la mirada triste y enfurecida de su hija se le hizo predecible.

—Papá Aoba dijo que había que ir a cenar —dijo Kiara como única escapatoria de aquella tensa situación y, de un salto, bajó del sofá con Huracán en su hombro.

—¡Oye! ¡Eso iba a decirlo yo!

—Basta, Yaneth.

—¡Hm!

  Mientras su caprichosa hermana se cruzaba de brazos, Kiara se mantuvo serena y pacífica, observándola con curiosa atención. Sabía de sobra el jodido carácter de Yaneth, pero nunca le acababa sorprender la de cosas que podían hacerla enojar en un abrir y cerrar de ojos. Si es que, para eso, había adquirido una personalidad tan extrovertida como la de su padre más joven.

Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x AobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora