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Besándose

  Aoba jadeó en busca de aire. Su mente estaba en blanco, y sus labios rojos e hinchados, idénticos a los de su pareja. Aún le sorprendía lo pasional que podría llegar a ser Mink con tan sólo besarlo. Era una experiencia distinta y curiosa, diferente a como besaban algunos chicos con los que alguna vez tuvo algo, pero no era nada tan serio como la relación que ahora tenía con el hombre nativo americano. Se preguntaba si ya había tenido que besar a otras personas antes que él con la misma pasión. Era un pensamiento que lo hacía celarlo, pero era consciente de que tal vez era cierto. Después de todo, Mink le doblaba la edad.

  Entre tanto divagar, no se dio cuenta de cuando el moreno buscó atacar su cuello al descubierto. Sólo cuando sintió sus húmedos labios besar su piel, se percató de ello, soltando una pequeña exclamación en sorpresa.

—¿En qué piensas tanto? —preguntó Mink, no separándose de su cuello, pero si dejando reposar su frente en él.

—No es nada —mintió Aoba, dudando si de verdad valía la pena ser sincero.

—Hmph.

  Mink no le creyó en lo absoluto. Estaba más que claro que Aoba le mentía descaradamente, pero no tenía las palabras justas para poder encararlo y hacerle admitir la verdad. Sin embargo, una rápida y sencilla idea llegó a su cabeza.

  Al separarse de su hombro, tomó el pálido rostro del de cabellos azules entre sus manos.

—Aoba, mírame —ordenó con su usual tono frío, y el mencionado lo miró. Aoba se sintió pequeño ante tal penetrante mirada ambarina, pero acostumbraba a sentirse así. Sin embargo, durante aquel momento, la sensación era diferente. Se preguntaba por qué —. Intenta mentirme ahora.

  Como si la respuesta llegase de inmediato, oyó atentamente las palabras de Mink salir con un atisbo imperceptible de enojo. Su ceño ligeramente fruncido y su filosa mirada dejaban mucho que decir, y casi al mismo momento de ser descubierto, el más joven miró hacia otro lado, sin saber cómo confrontarlo.

  Sabía que era complicado engañar a Mink, por no decir imposible, y ese caso lo demostraba claramente. Y Mink siempre decía lo mismo cuando lo descubría: "es fácil entender lo que estás pensando, porque eres muy simple".

—No puedes engañarme, sé lo que piensas y eres muy obvio —espetó el moreno.

—Lo sé —bufó el azulino. Luego, suspiró en rendición.

—Dime, ¿qué ocurre?

  Aoba dudó un momento en contestar. Se puso a pensar en los motivos de su pequeño shock anterior y, poco a poco, se avergonzaba por lo absurdo que sonaban esos pensamientos. Parecía un niño el creer en el antes de Mink, sabiendo bien que él ya había aceptado su pasado y, con ello, su presente, viviendo a su lado, sin terceros. Ahora se arrepentía. Sin embargo, sabía que Mink insistiría de esquivar el tema.

  Se armó de valor y lo miró, a pesar de que las ganas de huir de la situación le sobraban y mucho.

—Sólo... me preguntaba si tu... y-ya habías besado a otras personas de la misma forma que lo haces... conmigo —espetó Aoba. Sintió como su mundo se venía abajo con tan sólo ir pronunciando cada mísera palabra. Pero fue grata la sorpresa al notar el desconcertado asombro en el rostro de Mink.

  No pareció dispuesto a contestar, mas si estaba extrañado por tan inesperada respuesta de parte del peliazul. Sin embargo, en lugar de usar palabras como una contestación, cubrió la boca de Aoba con la suya. Volvía a besarlo con rudeza, más pasional que antes, y no permitiendole al más joven siquiera apartarse por más que quisiese. Aunque, Aoba tampoco se resistió.

  Sabía muy bien que Mink era un hombre de pocas palabras y que prefería demostrar sus sentimientos de formas más primitivas que por pura palabrería. Y, aunque no supo si su respuesta era afirmativa o no, no le interesó saberlo en lo absoluto.

  Mink era suyo, así como Aoba lo era de él.

Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x AobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora