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En Una Cita

  Mientras más se sumergían en la profundidad del bosque, más era la paz que sentían llegar hasta sus almas. Las aves cantando sin ton ni son brindaban al ambiente una amena melodía que los acompañaba en su cita de aquel día.

  No era una cita como esas en las que salen en las películas, con una cena romántica y trajes elegantes. No. Para ellos, una cita no requería de formalidades, ni de vestimentas de etiqueta o de un regalo carísimo, que esas cosas no te las llevas al otro mundo. Simplemente necesitaban de la única e irreemplazable presencia del otro, compartiendo su tiempo, sin necesidad de palabras o de una conversación interesante a entablar, sólo el silencio cómodo de oírse a sí mismos como también al ambiente que los rodeaba.

  Por aquella ocasión, acordaron no llevar a sus AllMates con ellos. Si bien iban a estar lejos por un buen rato, no estarían lo suficientemente apartados de la civilización en caso de que algo les ocurriera, aunque confiaban en que iban a estar bien. Pero, no por ello no buscarían privacidad en la inmensa foresta de colores verdes.

—Mink —llamó el peliazul.

  El nombrado se detuvo justo a su lado y, antes de que pudiera decir algo, vio como el menor señalaban hacia las ramas altas de algún árbol, más específico a un par de jóvenes ardillas que jugaban entre sí, persiguiéndose de rama en rama sin cesar. Entonces, una dulce nostalgia llenó el pecho de Mink. Una especie de déjà vu se plantó en su mente, mas no le hizo mucho caso. Recordar a su hermana en un momento como aquel, no resultaba apropiado, pero si le brindaba una dulce nostalgia recordar los buenos tiempos de su pasado y los que venían en su presente, ya no estando sólo como se sintió una vez durante la era de Toue.

  Cuando las vieron desaparecer entre sus juegos, siguieron avanzando por aquel camino en sumo silencio. Aoba disfrutaba de ver los brillantes colores de la naturaleza en cada rincón de su camino, muy diferente a como se veía su antiguo hogar, en Midorijima, donde carecía de aquel mundo natural, casi completamente estructura por cosas hechas por el hombre. La verdad, amaba estar en un lugar como en el que se encontraba pisando en esis momentos, pero no por ello no significaba que no extrañara Midorijima, a sus amigos o a su abuela y sus deliciosas comidas. Le divertía pensar en qué estarían haciendo todos ellos en aquel momento.

  Más adelante, se detuvieron en la entrada de un pueblo abandonado, consumido por el fuego que tiempo atrás arrasó con toda su gente. Mink pareció negado a seguir. A pesar de aceptar su antes, aún le costaba digerir las consecuencias ocurridas en su momento. La tristeza y la sensación de soledad volvían a invadirlo, y, como ocurría en tan rara vez, se sintió inseguro de continuar. Y Aoba lo notó. Vio como sus ojos ambarinos veían el lugar de una manera lastimera, a pesar de mantener su rostro inexpresivo. Su cuerpo estaba tenso, rígido, como si sus piernas se habían clavado en el suelo e impedían su avance. Su novio se sorprendió, mas no se mostró indiferente. Con una sincera sonrisa decorando su pálido rostro, aferró su mano a la de Mink. Le transmitió fuerza y seguridad en su agarre. Entonces, Mink lo miró y le sonrió, agradecido de que Aoba haya nacido para él, que el destino los uniera y les confiara la vida del otro sin dudar.

  Besó su pálida mano, sin soltarla jamás, y juntos se adentraron al lugar donde Mink creció en compañía de sus ahora difuntos seres amados. Solían visitar el lugar cada día que les era posible y, por aquella ocasión, aprovecharon su cita para recorrer el sitio en el silencio ameno de ambos.

Sólo Mío [DMMd] || 30 Days OTP Challenge || Mink x AobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora