Beacon Hills siempre pareció un lugar tranquilo, demasiado tranquilo. Desde que regresé a este lugar las cosas marchaban con normalidad hasta que el destino me llevó a un encuentro con Derek Hale y me mostró una yo diferente y un Beacon Hills más ar...
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Fruncí el ceño. ¿Qué hacían ese par de camionetas a las afueras de la casa de Derek? Decidí investigar pero estacionando mi coche en otro lado, de manera que nadie pudiera verlo.
Cuando llegué al porche de la casa, escuché voces que no conocía. Todos mis sentidos estaban en total alerta esperando mis indicaciones para atacar.
— Yo no soy el alfa— la voz de Derek llegó a mis oídos; sonaba dura, conteniendo un impulso y parecía estar acorralado.
Asomé mi cabeza por la puerta y vi dos hombres que parecían estar cuidando que nadie saliera de una sección del interior de la casa. Quizá ahí era donde tenían a Derek. Tenía que hacer algo, costara lo que costara.
— ¿De verdad? ¿piensas que voy a creerte?— ¿una mujer? ¡Derek estaba en peligro por una mujer!
Miré al suelo y encontré un palo de madera, probablemente procedente de los restos de la casa que parecía haber sido quemada. Lo tomé con fuerza en mis manos, dispuesta a usarlo como arma.
Entré con sigilo, pensando en que hoy era el momento de poner en práctica las clases de defensa personal que unas veces papá me enseñó.
Ninguno de los hombres se dio cuenta de que entré hasta que asesté un fuerte golpe sobre la cabeza de uno de ellos, el cayó de bruces contra el suelo. Lo había noqueado.
— ¿Qué fue eso?— preguntó la mujer gritando.
— Yo no escuché nada— Derek mentía, escuchaba perfectamente su corazón el cual parecía querer salir de su pecho.
El otro hombre me miraba, dispuesto a jalar el gatillo de la pistola con la que me apuntaba. Pero yo fui más rápida: con una patada certera le tiré el arma de las manos.
El hombre corrió con decisión para atacarme y en ese mismo instante una corriente de calor me recorrió y él se detuvo.
— Ama...ri...llos— tartamudeó el hombre apuntando a mis ojos.
Traté de ignorarlo y con el mismo palo golpeé su rostro. Cayó hacia atrás, con sangre saliendo sin control de su nariz.
Fue tan fácil que imaginé que se hacían los desmayados. Los pateé pero ninguno reaccionó.
— Iré a ver qué sucede allá, no sin antes terminar contigo— habló la mujer como si estuviera seduciendo.
En ese momento supe el significado de sus palabras. Tenía que salvar a Derek y tenía que dar mi vida por él, lo haría. "Qué cursi eres" me regañó una voz. Sacudí mi cabeza para callarla.
En eso, unos brazos me tomaron de frente y me colocaron como una saco de papas. Ahora tenía una buena vista del trasero de Derek. Corría, alejándonos de la casa y unos balazos se dejaron escuchar en el silencioso lugar.