Beacon Hills siempre pareció un lugar tranquilo, demasiado tranquilo. Desde que regresé a este lugar las cosas marchaban con normalidad hasta que el destino me llevó a un encuentro con Derek Hale y me mostró una yo diferente y un Beacon Hills más ar...
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El rostro de Derek se veía casi demacrado. Lo miré a los ojos y la duda se vio sustituida por una determinación inquebrantable. Apretó la mandíbula y sentí como sus dedos fuertes y frescos tomaban mi mano derecha. Entonces inclinó la cabeza sobre ella y sus labios presionaron mi piel.
El dolor y el fuego se mezclaron en mi interior cuando sentí sus dientes traspasar la piel de mi muñeca. Aullé y me debatí entre las manos fuertes que me sujetaban.
Entonces, despacio, dejé de retorcerme conforme la mano se me entumecía más y más. El fuego se había convertido en energía que al principio se concentró en el centro de mi cuerpo y ahora me llenaba por completo.
Y mientras el dolor desaparecía, un éxtasis me invadía como si me hubieran regresado a la vida, como si mi alma hubiera regresado a mi cuerpo.
Sentí como los dientes de Derek se desprendían de mi mano.
Escuchaba aún mejor que antes, todos los olores los percibía con facilidad e incluso sentía sensaciones indescriptibles como cuando era "humana".
— ¿Sandra?— Derek me llamó. Su voz, una suave melodía cargada de preocupación.
Abrí mis ojos y me sorprendí de lo claro que lucía todo, sobre todo al hombre frente a mí, una descripción perfecta de abrir los ojos creyendo haber muerto y ahora estar en el paraíso.
Vi mi reflejo en sus preciosos ojos verdes y noté lo amarillo de mi iris. Sonreí y abracé a Derek.
— Gracias, muchas gracias.
Él suspiró con alivio.
* * * * * *
— Me parece que este es un buen momento de entrenamiento para que entrenes a Scott— murmuró Derek mientras mantenía fija la vista en el camino. Había ido por su preciado Camaro negro y ahora nos dirigíamos a mi nueva aventura.
— Vaya ¡qué profundas palabras!— me burlé.
Derek se rió solo un instante pero eso fue suficiente para que esas sensaciones indescriptibles me invadieran por completo. Sonreí.
El auto de pronto dio vuelta en el estacionamiento de un supermercado, ¿qué era lo que hacíamos aquí? Derek estacionó el Camaro en el primer piso.
— Sé que te preguntas lo que hacemos en este lugar— me dijo como si hubiera leído mi mente—. Pues bien, Scott está haciendo unas compras en este supermercado y creo que es momento de que sienta huir de verdad del alfa.
— Eso es malvado— le dije con reproche—. Pero me gusta.
Ambos sonreímos y al verlo a los ojos sentí una conexión, esa que apareció entre nosotros desde la mordida; quería saber que significaba realmente ese nuevo lazo que nos unía.