Las palabras.

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Mariam se despertó a la mañana siguiente con dolor de cabeza, tenía una resaca terrible y mucha sed, estaba algo desubicado y le costó decir dónde estaba al principio, como se vio desnudo se asustó mucho pero se sintió tranquilo después de reconocer su cuarto.

Estaba desnudo pero no le dolía nada aparte de la cabeza, también por el momento tenía lagunas mentales y no recordaba algunas cosas de la noche anterior.

Se levantó de la cama lentamente y de la misma manero llegó al baño y se metió dentro de la ducha, necesitaba aclararse la cabeza.

Sintiéndose algo mejor se fue hasta el lavamanos y se cepilló los dientes, durante todo ese proceso no pensó ni por un momento en ponerse algo de ropa, sólo después de un rato tomó la bata de baño y se envolvió en ella volviendo a su cama.

Recordó que tenía sed pero el sueño y las ganas de permanecer en la cama le ganaron.

David entró en la habitación con una bandeja llena de comida.

-No te duermas, debes comer. Mira, te traje agua con hielo- Le ofreció.

Eso fue suficiente para convencer a Mariam, tragó al ver ese glorioso vaso de agua fría que tenía gotas de agua condensada pegadas al vidrio.

Mariam dejó que David pusiera la bandeja en la cama y luego tomó ese vaso de agua para beberlo todo, se moría de sed.

David notó que el cabello de Mariam estaba mojado así que tomó su cabello y sonrió -No debes quedarte así, te resfriaras-

-Soy un hombre lobo, esas cosas no me dan- Contestó Mariam después de haberse bogado la mitad del agua.

A David se le había olvidado ese detalle pero aun así fue por la sacadora y el peine y comenzó a trabajar en el cabello de Mariam.

David trataba su cabello con tanta delicadeza que no tuvo ni un tirón,  era demasiado relajante.

Mariam terminó de desayunar pero David aun seguía peinandolo así que quedó quieto y pronto tuvo recuerdos de la noche anterior, David lo había cuidado durante toda la noche, una mezcla de amor y gratitud se formó en su pecho, David era muy bueno, pensó.

Poniendo la bandeja en el suelo con delicadeza Mariam volteó y miró a David sonriéndo.

El corazón de David comenzó a palpitar rápido.

Mariam se acercó lentamente a David y lo abrazó recostando la mejilla en su hombro, se había sentado sobre él a horcajadas en una postura muy íntima sintiéndose bien. -No te vayas nunca David- Le pidió desde el fondo de su corazón -No te lo voy a perdonar- Le advirtió teniendo en cuenta el pasado, no quería volver a pasar por nada así. No quería perder de nuevo su lugar seguro...

David lo envolvió en sus brazos y sonrió -Ni que fuera tonto- Le dijo a la vez que pasó las manos por su espalda sintiendo su forma curveada.  -Pero aun así vas a tener que decirme qué pasó ayer.- Le recordó.

Sintió que Mariam se erizó en sus brazos.

Mariam se separó de David sólo un tramo para ver su rostro.

-Te vas a enojar- Le advirtió.

-Ya me enojé ayer- Contestó David sin poder dejar las manos quietas tomando las mejillas de Mariam y deslizando los dedos hasta tocar sus orejas.

-Ayer fuí increíblemente estúpido, ah... - Soltó un pequeño gemido cuando David dejó sus orejas y tocó una parte sensible de su cuello -Tengo que empezar esto desde el principio, pero te juro que desde hoy no vuelvo a hacer cosas estúpidas, o al menos antes de hacerlas te consultaré a ti- Le prometió.

DEL OTOÑO VIVIENTE. ♥ Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora