El Comienzo.

1.3K 176 45
                                    

Para Mariam los días pasaban sin que nada sucediera, la escuela era una tortura, Henri iba bien con su novio, seguía no soportando a los Aiden, los Omegas que lo rodeaban poco a poco iban convirtiéndose en Omegas maduros y él seguía estando solo y sin un sólo cambio.

Mariam no se daba cuenta del cambio de nadie pero podía escuchar por los pasillos antes de cada clase las felicitaciones de los demás cada vez que alguien regresaba diferente, era obvio que se trataba del celo, o  se suponía que lo fuera según  Henri. 
No faltó el Omega que entró en celo en la escuela haciendo alboroto, los Alfas enloquecían por ellos, los betas tenían que intervenir para que al final los Omegas fueran atendidos con supresores y felicitaciones, era todo un espectáculo.
Los chicos se reunían en torno a los Omegas maduros, estos  parecían casi el centro de todo, los Omegas sin celo y los Alfas, incluso los betas también interactuaban con ellos, todos querían y protegían a los Omegas maduros por alguna razón.
Y él estaba ahí, en medio de todo sin saber lo que sucedía, no era parte de eso.

Se había convertido en un fantasma al que apenas podían notar, antes al menos era molestado, pero ese año algo había cambiado, se había vuelto invisible, era ignorado. En parte era un gran alivio porque por fin tenía algo de paz pero también lo entristecía, se sentía bastante solitario y era porque no era parte del mundo que lo rodeaba, ¿Cómo podía ser parte si ni siquiera aparecía en el radar para ellos? Todos parecían estar atentos y ser guiados por unas señales olfativas que él no podía sentir, incluso los profesores hacían parte de esto, habían momentos de la clase dónde el profesor decía frases cómo "Recuerden que deben intentar controlarse" Antes de que algunos comenzaran a discutir entre ellos, a él le parecía que el profesor tenía ojos en la espalda o que predecía el futuro, su primo le había explicado que se trataba del olor que cada uno desprendía, era casi increíble que las emociones tuvieran olores también; miedo, excitación y enojo, en aromas, era normal que él se encontrara tan desubicado entre esas personas, no tenía el sentido del olfato tan desarrollado como ellos y así era fácil perderse.

Y no sólo se sentía perdido o sentía que estaba en el lugar equivocado, también todos habían dejado de molestarlo y pasaban por su lado como si no lo vieran, y nunca se sintió más bajo debido a eso, era como un gusano rodeado de mariposas, todos estaban en otro nivel y él se había  estancado.
Todos los días sentía un nudo en el estomago que se iba haciendo cada vez más grande, no sabía si era miedo o ansiedad, o ambas, cada vez el internado estaba más cerca, cada vez se sentía más inapropiado, se sentía tan solo... Había dejado de ser "El chico malo" Para convertirse en un marginado y lo odiaba, no sabía como agradarle a nadie, parecía incluso que nadie quería tener relación con él, y aunque habían Omegas amables que  aveces lo saludaban él sabía que no eran más que gestos de cortesía y él sólo  podía aparentar seriedad, indiferencia y frialdad, porque no quería parecer patético rogando la atención a nadie, pero estar solo y desamparado era tan insoportable que incluso llegó a pensar que sería mejor si en lugar de aparentar estar fabulosamente bien en ese colegio estaría mejor en ese internado, era mejor estar solo en un lugar vacío que en un lugar lleno de gente dónde era tan notorio que nadie se preocupaba por él...
Era día de san valentín, que vergonzoso había sido en clase, nadie le había dado ni una tarjeta de amistad, el Omega que menos tarjetas había tenido en su clase había recibido cinco... Y en ese preciso momento después de haber sido un fantasma de pronto alguien se fijó en él para notar que era un solitario y que la mesa de su pupitre estaba vacía, un profesor tomó una pequeña tarjeta de regaló, tachó un nombre y puso "Mariam" y la puso en su pupitre después, era un gesto de amabilidad pero de verdad lo había lastimado más que cualquier ofensa que le hubieran hecho antes, la primera tarjeta de san valentin que le daban en la vida  se la daba un profesor y por lástima...Sólo pudo asentir con la cabeza a modo de agradecimiento y decirse que no importaba aunque le dolía.
El timbre del descanso sonó y él se levantó del asiento lentamente, tomó sus cosas pensando en escapar del colegio, no soportaba estar un momento más ahí, se puso la capucha de la sudadera y comenzó a caminar pero cada vez que caminaba más se daba cuenta de que no podía huir de si mismo, sentía la necesidad de que algo pasara, de que algo le pasara, fuera bueno o malo, no podía con la sensación de pausa en la que estaba su vida, no soportaba más sentirse tan ahogado, estancado y olvidado. Quería hablar, gritar como se sentía, pero hacerlo en medio de un pasillo no sería apropiado, necesitaba hablar con alguien urgentemente, no importaba quien.
Buscó a Henri, pero no lo encontró a simple vista y no quería buscarlo en la cafetería, estaría llena de gente y en ese momento era lo último que necesitaba, gente al rededor cuando estaba a punto de derramarse como un río, se sentía tan vulnerable.

DEL OTOÑO VIVIENTE. ♥ Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora