CAPÍTULO 2, PARTE 1

54 10 1
                                    

Ya era por la mañana y René aún seguía durmiendo como un tronco. Decidí intentar despertarla.

-          René despierta o llegaremos tarde al Santo.

-          ¡Cállate pesada!

Visto que era imposible que se levantara me empecé a vestir y peinar. Al salir del baño vi que René no estaba en la cama.

-          ¿René?

-          ¿Qué quieres? Dijo entrando por la puerta con un batido en la mano.

-          Nah, que te des prisa o llegaremos tarde. Dije mientras me dirigía hacia las escaleras.

Ella, que por suerte ya estaba vestida, me siguió. Después de cogerme una magdalena para desayunar salimos a la calle donde nos encontramos a Oscar y Abel, como los odiaba. Aparentemente estaban jugando al frontón pero de una manera algo extraña, ¡se estaban dando raquetazos a ellos mismos!

-          ¡Chicos! Se puede saber que hacéis. Les pregunté.

Ellos se giraron bruscamente y empezaron a correr hacia nosotras. Al ver que algo raro estaba pasando entramos a casa de René de nuevo. Ellos, al haber cerrado la puerta, empezaron a darse golpes contra ella. Decidimos subir a la terraza ya que desde ella se ve la plaza del pueblo.

Definitivamente algo muy raro estaba pasando. Todo el mundo se comportaba de manera muy rara, pues la imagen del santo estaba tirada en el suelo y la gente estaba atacándose entre sí.

-          ¿Y ahora que hacemos? Le pregunté a René algo preocupada.

-          Pues… si antes de que ese par de tontos nos atacará íbamos a ir a tu casa, pues vayamos. Pero antes… dijo bajando las escaleras.

-          ¿Antes que? Le pregunté

Bajé tras ella y la vi cogiendo la escopeta de su padre junto a dos cartuchos y un par de raquetas que acto seguido me ofreció.

Salimos de nuevo a la calle donde Oscar y Abel volvieron a atacarnos. En defensa propia les arreé un par de raquetazos a cada uno, ellos cayeron al suelo ipso facto. Después salimos corriendo calle abajo y fuimos directamente a mi casa donde me esperaba una sorpresa bastante desagradable. Al entrar vi como mi abuela estaba tumbada en el suelo en medio del pasillo aparentemente dormida… y me acerqué.

-          Abuela, ¿Qué haces aquí? ¿Qué te ha pasado?

No recibí respuesta alguna por su parte, decidí zarandearla suavemente a ver si reaccionaba pero para mi sorpresa estaba muerta. Casi sin poder recuperarme del shock del momento mis padres y mi tío aparecieron de repente y corrían hacia nosotras, yo solo pude coger la llave y salimos de casa. Cerré la puerta con llave para que no pudieran salir de allí.

-          ¡¿Se puede saber qué pasa?! Grite

-          No tengo ni idea, pero está claro que algo va mal…

Estando plantadas en medio de la calle escuchamos unos gritos…

-          ¡Mel, René ayudadme! Estoy atrapado en mi terraza.

Ambas miramos hacia arriba y ahí estaba Fer, aparentemente en estado normal y algo confundido y asustado, al igual que nosotras.

-          ¡Espera! Gritó René

Llamó a la puerta y vimos acercarse a alguien y abrirla muy torpemente, era la abuela de Fer. No sé qué se le pasó por la cabeza, ni siquiera sé si pensaba lo que hacía, yo me aparté de la puerta, ella cargó la escopeta, apuntó y disparó contra ella, del impacto cayó de espaldas, Fer bajó la escaleras y sollozó –abuela-, ya siendo demasiado tarde para ella, salimos de la casa y cerramos la puerta para que su abuelo no saliera. Fuimos a la plaza y nos subimos a la fuente, yo le presté una raqueta a Fer.

Vi que René miraba la imagen del Santo, no sabía que pasaba, era muy chocante. Entonces me acordé de Laura y Joel, me negaba a pensar que ellos también estuviesen así. Salté de la fuente y corrí lo más rápido que pude hacia su casa

-          ¡Mel! ¿Qué haces, estás loca? Dijo Fer corriendo detrás de mí.

René también salto y vino con nosotros. Cuando llegué a la puerta la aporreé con todas mis fuerzas a la vez que gritaba. Dentro de la casa no contestaba nadie pero detrás nuestro Joel abrió la puerta del garaje y nos llamó.

-          Mel, Fer, René corred, entrad aquí.

En ese instante al ver que tanto Joel como su novia estaban bien no pude contenerme…

-          ¡Primo! Qué alegría que estéis bien, estaba muy preocupada. Exclamé a punto de llorar.

Allí mientras nos relajábamos y charlábamos de lo que podría estar sucediendo pasaron un par de horas. De repente, Joel dijo…

-          Escuchad, si nosotros estamos bien no creéis que podría haber más gente que este bien. Y otra duda existencial, porqué esta aquí tu perra, Fer?

-          Porque no iba a dejarla sola con lo que está ocurriendo, además me ha seguido.

-          Bueno por lo menos ya sabemos que a los animales no les afecta. Intervino Laura.

***

Después de coger varios objetos que sirvieran para defendernos, salimos a la calle y fuimos a la placeta, por el camino algunos soñadores, como los habíamos bautizado irónicamente ya que si se dormían morían, como mi abuela, nos rodearon, se abalanzaron contra nosotros, nos defendimos como pudimos y salimos corriendo. Llegamos a la placeta y nos subimos a unos bancos, entonces alguien gritó…

-          ¡chicos, aquí arriba! Era Aron.

Todos desconfiamos, pero desde la otra ventana salió Richi.

-          ¡Lecherilla!

-          Gilipollas. Le contestó René

Estaban bien, les pedimos que bajaran, salían con dos raquetas y como de costumbre en chanclas. Nos contaron que al despertarse su padre y su abuela estaban muertos y ellos se encerraron en el piso de arriba. Escuchamos una persiana subirse y alguien nos intentó susurrar

-          Chicos, chicos venid

Nos estaba hablando Ángel. Todos entramos en su cochera donde estaban él, Dani y Miguel, un amigo de Ángel. Nos dijeron que sus familias les intentaron atacar y por ese motivo ellos los encerraron en la casa. Nos quedamos en la cochera un rato planeando que hacer. 

SupervivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora