Nos costó despedirnos de los que se habían convertido en nuestra familia durante todo este tiempo, con la incertidumbre de si volveríamos a vernos, ya que este era un paso muy importante, nuestra primera salida más allá de Madrid desde... bueno creo que está claro. Pero allí estábamos, en medio de la nada, Kail en su coche y Fer y yo en el mío.
- ¿Te acuerdas aquel año, el de la primera borrachera de Joel? Fue buenísimo, la mítica frase de "yo controlo, yo controlo".- dijo Fer.
- ¡Sí! Dios René se la perdió... Fue una pasada.
- Ya ves, no sé ni como no le pillaron sus padres...
- Porque estábamos nosotros que si no...
De repente mi móvil comenzó a sonar, era Kail.
- Dime.
- (Lo pusé en manos libres) Mirad que nubes más negras tenemos encima. Está comenzando a llover y no tiene buena pinta, ¿Qué hacemos?
- Si se pone peor tendremos que parar, puesto que nosotros vamos delante, si decidimos parar te haremos una señal.
Colgamos y seguimos a lo nuestro. La conversación no cesó, ni eso ni la lluvia, que cada vez se volvía más agresiva. La niebla tapó todo el horizonte, sólo veíamos la luz de los faros alumbrando la rambla de agua, que poco a poco se llevaba el coche. Desde la ventanilla, Fer dislumbró una reja, así que disminuí notablemente la velocidad del coche, para poder descubrir una entrada, cuando la hallé puse el intermitente y ambos giramos. Aparcamos lo más cerca que pudimos de lo que parecía la entrada, contamos hasta tres y, saliendo del coche, corrimos todo lo que pudimos hasta la puerta principal.
- ¡Mierda está cerrada!- Gritó Fer.
- Esperad.- Kail se dirigió hacia un ventanal que estaba cerca, le pegó una patada, la cual resquebrajó débilmente el cristal, dio unos pasos atrás y se abalanzó contra ella, rompiéndola. Luego nos abrió y pasamos.- Vale, no era tan difícil.
- Y por eso estas sangrando, ¿No?- respondió Fer.
El incesante ruido que provocaba la lluvia se debilitó, ellos se quedaron tapando la ventana mientras que yo me dirigí a un salón.
- Genial, no hay luz.- Dije presionando varias veces el interruptor, pero ellos hicieron caso omiso a mis palabras.
Abrí un poco los brazos para no tropezarme con nada, con algo de miedo iba palpando las cosas que me topaba, una silla, un sofá, una mano... ¿¡Una mano!? Pensé mientras me apartaba bruscamente, debido a eso me tropecé y caí al suelo. Abrí los ojos todo lo que pude, intentando ver algo, lo que fue imposible, con el pecho exaltado, me intenté incorporar y, al hacerlo toqué algo blando, con un olor repugnante, mi cara se retorcía poniendo una mueca de asco cuando me escurrí y caí encima de eso, me sobrevino una arcada al reconocer un cuerpo de una persona, me levanté y acerqué mis manos a la cara, pero no conseguía ver nada, entonces escuché detrás de mí un ruido ensordecedor y salí corriendo. Cuando llegué a la pared la acaricié esperando encontrar un pomo, pero noté unas bisagras, había una puerta abierta, salí corriendo, todo estaba negro, no lograba ver nada, paré y me senté en el suelo muerta de miedo, escuché unos pasos extraños, me levanté y seguí corriendo, pero alguien salió de la nada y me cogió.
- Mel, ¿Estás bien?- Era Kail.
- Alguien... Alguien venía a por mí... era...- dije jadeando.
- Tranquila, este sitio es muy siniestro, serán imaginaciones tuyas.-
Subimos por unas escaleras hasta llegar a la planta superior, olía igual que en el salón. Kail me llevaba cogida de la mano, entramos en una habitación dónde estaba Fer.
- Menos mal Mel, ¿Dónde te habías metido?
- Entré en un salón a oscuras y me tropecé...-
- Dios, apestas.-
-Ah, esto es porque en el salón me tropecé y caí sobre un cuerpo, en un asqueroso estado de putrefacción. El caso es que escuché un ruido muy fuerte y salí corriendo, alguien me perseguía os lo juro, no estamos solos.
- No exageres Mel, y ahora descansemos hasta que amaine, que no veas lo difícil que me ha sido encontrar una habitación sin muertos.-
***
Mientras esperábamos, decidí ir a asearme un poco ya que, tal y como había dicho Fer, apestaba gracias a la caída que había tenido encima de un cuerpo putrefacto; aún seguían dándome arcadas cada vez que pensaba en ello. Por suerte, en el cuarto en el que nos encontrábamos había un pequeño aseo. - Recemos para que salga agua del grifo - susurré para mí misma. Al accionar el grifo un chorro de agua tibia comenzó a caer y acto seguido comencé a lavarme las manos y la cara. Al empezar a quitarme los restos de suciedad de las piernas recordé que tenía que limpiarme la herida que Ángel me cosió y cambiar las vendas. Ya aseada fui al cuarto para que Kail me diera algunas vendas que llevaba en su mochila y el betadine para que acabara de cicatrizar. De vuelta en el baño, ya sin la venda que cubriera la herida, pude ver cómo había mejorado bastante. Tengo que agradecer de nuevo a Ángel por su intervención, sino no sé qué hubiera sido de mi pierna. Me desinfecté la herida y, con la ayuda de Kail, ya que a mi sola me costaba un poco, me puse la venda limpia y me fui a descansar un rato.
Estaba tumbada en la cama mirando el desconchado de la pared, mientras que Fer le vendaba el brazo a Kail, ya que se había clavado bastantes cristales.
- Pues tengo hambre.- dije involuntariamente.
- Yo también, bajaré a ver si hay algo.- soltó Kail mientras salía de la habitación.
- ¡Ten cuidado!- grité, pero creo que no me escuchó.
Me incorporé y Fer se sentó a mi lado.
- Que locura.
- Ya ves...
En ese momento me giré hacia él, me miraba hipnotizado, se acercó a mí y me intentó besar...
- Yo...- Suspiré rendida.
- Oh, lo siento, no sé qué estoy haciendo,- dijo apartándose de mí- tú estás con Dani y yo...-
En ese momento escuché los pasos de Kail acercándose a la habitación y en un movimiento rápido me acerqué a Fer, hundí mi mano en su pelo y le besé apasionadamente. Luego aparenté normalidad ante la llegada de Kail.
- No encontré nada en el Hotel, pero recordé que Jerry nos hizo comida para el viaje.
- ¡Oh, que detalle!- salté de la cama con total naturalidad.
***
Tras unas horas de tormenta, salió el sol. El hotel era aún más deprimente y perturbador lleno de luz, así que salimos lo más deprisa que pudimos de allí. Yo sigo manteniendo que no eran fabulaciones mías cuando sentí que me perseguía alguien, que realmente si no hubiera aparecido Kail, algo malo me hubiera pasado.
Como ya dijimos antes de empezar el viaje, si hubiera una parada, Fer, cambiaría al coche de Kail, así ninguno se pasaba todo el viaje solo. Yo que no me quería quedar sola, llamé a Kail y empezamos a hablar. Sólo recordábamos tonterías de antes de la catástrofe, pero notaba que Fer no estaba como antes, no hablaba y si lo hacía era para asentir y volverse a callar, y lo peor es que yo no estaba allí para ver si eso era bueno o malo.
Antes de ir a buscar a Min pasamos por mi casa, cogimos mis cosas, dos maletas llenas hasta los topes, y nos fuimos a buscar a Min. Subimos al cuarto piso y me quedé mirando como una boba la puerta, pero Kail me apartó y dijo...
- Vamos que no tenemos todo el día.- Y delicadamente aporreó la puerta.
- ¿Para qué están los timbres si podemos aporrear la puerta?- apuntó irónicamente Fer.
Desde dentro se estuchó a Min gritar "¡Mel!" y salir corriendo hacia la puerta, creo que de la rapidez con la que vino se dio un pequeño trompazo contra la puerta, ya que se escuchó un pequeño golpe, luego abrió y casi me caigo escaleras abajo cuando me abrazó.
Nos presentó a su vecino, Pol, que se convirtió en su mejor amigo desde entonces. Ya tenían todo preparado así que fuimos a casa de Fer, nuestra última parada antes de volver al pueblo.
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Supervivientes
Teen FictionUna catástrofe a nivel mundial obliga a un grupo de personas muy distintas entre sí a convivir en un pueblo donde no estarán del todo a salvo.